Tener una conexión rápida y estable no depende solo del plan de Internet contratado. La calidad del WiFi está directamente relacionada con la ubicación del módem. Sin embargo, pocas personas consideran que ciertos elementos del hogar pueden afectar seriamente el rendimiento de la red. En este artículo te contamos cuáles son esos objetos “enemigos invisibles” del WiFi y cómo actuar para mejorar la cobertura sin gastar un peso. Por qué el microondas no es amigo del WiFi Uno de los grandes enemigos del WiFi está en la cocina: el microondas. Este electrodoméstico opera en una frecuencia de aproximadamente 2,45 GHz, muy cercana a la utilizada por muchos routers que transmiten en la banda de 2,4 GHz. Cuando está en funcionamiento, puede emitir pequeñas fugas de radiación electromagnética que interfieren con la red inalámbrica. Aunque los hornos modernos tienen protección, esas emisiones mínimas pueden ser suficientes para generar cortes, ralentizaciones o perdida de estabilidad en la conexión, especialmente si el módem está cerca o en la misma habitación. Esta interferencia es más notoria cuando no se utiliza la banda de 5 GHz, que es menos sensible a este tipo de conflictos. El curioso efecto de las peceras en la señal Las peceras también representan una amenaza inesperada. El agua tiene la capacidad de absorber las ondas de radiofrecuencia, lo que significa que si hay una pecera entre el módem y los dispositivos conectados, la señal se debilita. Además, muchos acuarios incluyen bombas, filtros o luces LED que generan ruidos eléctricos. Estos factores se combinan para dificultar aún más la transmisión eficiente de datos, sobre todo en las zonas cercanas. Otros enemigos invisibles del WiFi No solo el microondas y las peceras afectan la calidad del WiFi. Otros elementos también influyen: Superficies metálicas: rebotan las ondas, provocando interferencias. Paredes gruesas: sobre todo de ladrillo o concreto, debilitan la señal.