Aunque no lo quiera demostrar, o lo quiera barnizar, cual experto artesano de la madera, el joven mandatario ecuatoriano no sabe qué camino tomar para resolver el problema económico del país.
Tendría que rodearse de un equipo más eficiente, con dominio del idioma inglés, y alguno que otro asesor del extranjero, por períodos cortos por sus altos costos, para estabilizar las finanzas y cumplir con todo aquello que está bajo su control y responsabilidad.
Además, debe informar al pueblo de la cruel y dura realidad que confronta en lo económico, para eso sí sirven las cadenas nacionales de radio y televisión, organizadas por la Secom.
El jefe de Estado, pese a su juventud, no da su brazo a torcer, y se queda hasta altas horas de la noche, cavilando cómo hacer para que Ecuador se convierta en anfitrión de multimillonarios que poseen cuantiosas fortunas.
Ahora, el presidente, cada dos semanas, viaja desesperado, con séquitos reducidos, a tocar puertas en otros países europeos, asiáticos y árabes, para generar convenios comerciales, para convencerlos de que el Ecuador está venciendo, con todas las armas posibles, y dentro del marco de la ley, a los jueces corruptos, o reduciendo de sus entidades a los funcionarios ineptos.
Por otro lado, ciertos representantes de la Asamblea no saben cómo sacar de su importante función a la fiscal general, o enjuiciar a los ministros del Estado, según ellos por ineficientes.
Así va el país, de tumbo en tumbo, sin que la Policía ni las Fuerzas Armadas, aun con mayores recursos que aporta el pueblo, puedan avizorar a corto, mediano o largo plazo cómo vencer a los integrantes de las bandas criminales que siguen asesinando, asaltando y secuestrando a quienes no tienen guardaespaldas para defender sus vidas ni las de sus familiares, en las calles o ciudadelas.
Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil
Fuente: El Universo
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