Si usted escucha hablar de bonos es probable que inmediatamente piense en el ‘mal negocio’ que podría ser adquirirlos, por el historial de incumplimientos que el Estado ha tenido en el exterior, para pagar estos instrumentos de financiamiento. Y eso se entiende por la mala fama que han ganado los bonos externos, pero ¿qué pasa con aquellos bonos que el Gobierno emite de forma local a través de las bolsas de valores? ¿Qué tan atractivos llegan a ser para alguien que busca invertir en estos papeles?
Ahí la apreciación cambia, pues resulta que ante la mirada de los inversores y actores del mercado bursátil, estos papeles no solo son rentables, sino que además son los más confiables. “Son el secreto mejor guardado de este mercado”, asegura Gonzalo Cucalón, gerente general de BanRío, quien habla de cuán apetecidos se han vuelto estos papeles, por la confianza que generan. “Nosotros tenemos 30 años y podemos dar fe de los seguros que han sido incluso en años más complicados. En el 99, mientras la gran parte del sector privado tambaleaba en pagos, el Estado llegó a cumplir con todas sus obligaciones. Si el Estado le entrega bonos y queda mal, automáticamente sabe que se queda sin una fuente de financiamiento interno súper importante, por eso tienen ese buen historial”, explica Cucalón.
La gente no los conoce, muchos los confunden con los bonos de deuda externa del escándalo Isspol
Gonzalo Cucalón
Gerente de Banrío
No obstante, a la hora de hablar de vías para invertir, poco se habla de ellos. Una mayor difusión sobre su acceso y operación de estos instrumentos, reconoce José Antonio Aguilar, gerente de Comercialización y Operaciones de la Bolsa de Valores de Guayaquil (BVG), sigue siendo un pendiente. Esta deuda interna, explica, la emite el mismo Ministerio de Economía y Finanzas, a plazos, que en este último año, se han dado de 1 a 10 años. No obstante, señala Aguilar, quien los adquiere, “pueden recibir tasas de intereses mensuales y el capital al vencimiento, pero puede haber otros papeles que pagan intereses trimestrales; es decir, no tienes que esperar a que termine el plazo (para cobrar un rendimiento)sino que se irán haciendo pagos de capital en el tiempo”, sostiene.
En lo que va de este año se han pagado tasas promedios de 6,69 %, versus los 6,65 % del año pasado; cuatro puntos porcentuales más, un rendimiento que podría obtenerse, dice Aguilar, sin importar el monto de la inversión. “Si tú quieres comprar 10 mil dólares, el rendimiento al cual tú estás adquiriendo esa inversión es el mismo que podría ser para alguien que está adquiriendo un millón o diez millones. Eso se diferencia con las inversiones que se hacen en la banca, por ejemplo, donde el monto es importante”.
Arturo Bejarano, presidente de Kapital One, coincide a la hora de destacar la utilidad de la tenencia de estos títulos, pues no solo los pagos de interés periódicos son una ventaja, la rentabilidad que se genera, dice, también es atractiva “porque está libre de impuesto a la renta y su nivel de liquidez es bueno ya que se pueden comprar y vender (cuando ya no se los necesita) con relativa facilidad”.
Normalmente quienes adquieren este tipo de papeles son bancos, empresas de seguros, o las mismas empresas públicas como el Biess; no obstante, señala Aguilar, aún este es un campo por explotar: medianas y pequeñas empresas, así como cualquier persona natural pueden demandarlos, pues con una inversión mínima de $ 1.000 podrían adquirirse.
Un menor monto no es lo recomendable, dicen los expertos, porque hay que tomar en cuenta el pago de comisiones a las casas de valores, las entidades que están autorizadas para asesorar y mediar la negociación. De ahí que un consejo importante, cita Aguilar, es “cotizar no solo con una casa sino con varias de las 27 casas que hay en el país para poder comparar los servicios que ofrecen cada una de ellas y con eso poder decidir”.
- Una menor negociación
Pese a ser instrumentos útiles, su emisión y negociación en bolsas es menor a la de otros años (ver gráfico). Esto por la poca necesidad de financiamiento del Estado por los bajos niveles de ejecución presupuestaria y por una reforma de la Junta Monetaria que flexibilizó la obligación para que la banca privada adquiera estos papeles.
- También son una garantía de créditos o un ‘colchón’ de ahorros
La seguridad que tienen estos papeles, dice Roberto Palacios, gerente general de Afines, asesoría en Finanzas y eficiencia S.A., son igual o superan a aquellos títulos que tienen una calificación de AAA+; es decir, de aquellos con cero riesgos de quiebra o incumplimientos de pago. “Y en este sentido, el Estado no quiebra. Cualquier empresa, con el mayor número de A, su probabilidad de quiebra es cero”.
Por ello, analistas creen que su uso debe fomentarse; desde la parte privada, con mayor difusión; y desde el Estado, empleando más estos títulos como herramienta de política fiscal. Además de ser un instrumento para invertir y ganar una renta, dice Palacios, se transforman en un activo monetario que, en cualquier eventualidad, podría servir como ‘colchón’ de ahorro, “para ser utilizado como respaldo de riqueza, pago de deudas”. O, como ahora se lo emplea, como una garantía para solicitar créditos en el sistema financiero.
Fuente: Expreso