Brasil está en un impasse en dos negociaciones clave para su futuro: el acuerdo Unión Europea-Mercosur y la hidroeléctrica de Itaipú

Mientras Francia endurece su postura contra el comercio con el bloque, Lula da Silva estudia cómo resolver el precio de la energía que su país le compra a Paraguay y que Santiago Peña quiere elevar.

En diciembre pasado, al terminar su presidencia rotativa del Mercosur, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se había mostrado a la defensiva sobre las posibilidades del acuerdo con la Unión Europea, en discusión desde hacía más de veinte años. “Si no hay acuerdo, paciencia”, había dicho, contradiciendo sus promesas electorales en las que, seguro de un buen resultado, había llegado a plantear la hipótesis de firmar el acuerdo en sus primeros seis meses de presidencia. El bloque comercial latinoamericano formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se creó en 1991, cuando el comercio entre los miembros del bloque ascendía a 4.500 millones de dólares anuales. 32 años después de su creación, ese comercio asciende a 46.000 millones de dólares por año. Un enorme potencial que, al menos hasta ahora, no se puede aprovechar con Europa.

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