Se define como un estado de agotamiento físico, mental y emocional que impacta en la salud y la productividad. Cómo mantener un equilibrio saludable entre la carga de trabajo, la vida personal y los momentos dedicados al disfrute.
El cierre del año trae consigo una gran carga de estrés producida por una agenda colmada de innumerables reuniones y compromisos, la presión por alcanzar los objetivos proyectados, los balances que agobian, tanto a nivel profesional como personal, todo esto sumado al pico de actividades escolares y familiares y a un contexto de incertidumbre económica que agrava aún más la situación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define formalmente al síndrome de burnout como un estado general de agotamiento físico, emocional y mental, resultado de situaciones de estrés crónico en el ámbito laboral.
Este cuadro, de acuerdo a la entidad sanitaria, “se caracteriza por tres dimensiones: sensaciones de agotamiento o agotamiento de energía; mayor distancia mental del trabajo, o sentimientos de negativismo o cinismo relacionados con el trabajo; y reducción de la eficacia profesional”.
De acuerdo a los especialistas, la salud mental en el trabajo atañe al bienestar general de las personas en su lugar de ocupación, incluida su capacidad de lidiar con el estrés, mantener relaciones positivas y lograr realizarse en su rol profesional. La violencia, el abuso verbal, el mobbing y el acoso pueden tener un impacto significativo en la salud mental de las personas en el lugar de trabajo, lo que conlleva resultados negativos tanto para los empleados como para las organizaciones y la sociedad.
Señales de alerta
Estos son los 5 factores más importantes identificados por los expertos en gestión del talento de Randstad para detectar si nos encontramos ante un caso de burnout:
1. Fatiga crónica, problemas de sueño y afecciones de salud. Un indicador claro de estar padeciendo burnout es la sensación constante de cansancio, incluso después de un buen descanso, y en los casos más graves, la aparición de insomnio y dificultades para conciliar el sueño. La persona que sufre de estrés crónico también puede ver afectada su salud de distintas maneras. Pueden presentarse cambios en el apetito, derivando en una pérdida o aumento significativo de peso. Asimismo, pueden padecerse dolores de cabeza o de estómago recurrentes, gastritis, acidez, entre otras afecciones asociadas al malestar emocional.
2. Falta de concentración y descenso del rendimiento. El cansancio extremo también puede llevar a las personas a manifestar dificultades para la toma de decisiones en su lugar de trabajo. Una decisión correcta y efectiva requiere de claridad de pensamiento y de un gran nivel de concentración, habilidades que se ven seriamente afectadas bajo los efectos del burnout. Todo esto lleva a una baja en la productividad y a que las responsabilidades laborales diarias se vivan como un gran peso.
3. Desinterés y falta de motivación. Otra señal clave de burnout es la falta de interés y motivación para realizar tareas laborales que antes le resultaban gratificantes. La persona no tiene energía y se angustia pensando en todas las obligaciones y compromisos que debe cumplir, pierde el entusiasmo y hasta puede sentir rechazo por su trabajo y su empleador.
4. Frustración, irritabilidad y negatividad. El estrés crónico saca lo peor de cada uno, nos vuelve irritables, negativos, malhumorados y nos quita claridad, dando lugar a respuestas emocionales exageradas frente a situaciones cotidianas. Cualquier problema laboral se torna personal, un comentario constructivo se asume como una crítica negativa, socavando el buen funcionamiento de los equipos y derivando constantemente en situaciones que tensan los vínculos.
5. Problemas vinculares y aislamiento. El agotamiento también influye en la manera que tenemos de relacionarnos con jefes y colegas, haciendo que quienes lo sufren tiendan a aislarse y convertirse en personas poco colaborativas. Esto influye negativamente, por un lado, en la productividad de los equipos, y por el otro, aumentando los síntomas en la persona que lo padece al no sincerarse y pedir ayuda, hecho que incrementa el sentimiento de soledad y de incomprensión.
Sobre este problema tan característico de nuestros tiempos, Andrea Ávila, CEO de Randstad, compañía de talento global en servicios de RRHH, para Argentina, Chile y Uruguay, afirmó: “Con el ojo puesto en el bienestar de sus equipos, las organizaciones están cada vez más atentas a los indicadores de salud, al clima interno y a la carga de trabajo que se da en esta época del año, buscando ayudar a los trabajadores para que puedan reducir el estrés laboral y alcancen un sano equilibrio entre vida profesional y laboral. En este punto, el rol de los líderes y mandos medios resulta indispensable, para poder detectar cualquier signo de agotamiento dentro de sus equipos y actuar a tiempo, frente a un tema que debe ser tratado por profesionales de la salud”.
“Muchas veces, las exigencias en el trabajo nos abruman y no sabemos cómo lidiar con ese agotamiento. Es importante que desde las organizaciones estemos alertas, especialmente en esta época del año y frente a la incertidumbre que suma el actual contexto económico, para poder detectar estas señales, actuar preventivamente y preservar la salud y el bienestar de los colaboradores”, agregó Andrea Ávila.
El último tramo del año trae consigo una mayor carga de compromisos y responsabilidades, ansiedad y más presión, por eso es necesario reducir el estrés y lograr un sano equilibrio entre la carga laboral, las responsabilidades familiares y los momentos de ocio y esparcimiento.
Medidas de prevención
Frente a este contexto, los expertos en gestión del talento de Randstad proponen estas recomendaciones para ayudar a prevenir el estrés laboral típico de fin de año:
1. Aprender a delegar tareas. Uno de los grandes motivos por los cuales llegamos a un estado de burnout es por asumir más responsabilidades de las que somos capaces de abarcar. Es necesario aprender a delegar tareas y a registrar cuando no vamos a poder cumplir con todo lo que se nos pide. Hay que perder el miedo a exponer una situación como esta, ya que se trata de nuestra salud la que está en juego.
2. Fijarse objetivos razonables. Un gran tema, especialmente a fin de año, son las metas profesionales y personales. Tal vez muchas se hayan alcanzado e incluso superado, aunque posiblemente nos queden algunas en el camino. Frente a esta realidad, es aconsejable visualizar los objetivos para el año entrante de manera pragmática, con metas alcanzables y que contemplen también la faz individual, ya que el desarrollo profesional y la realización personal necesariamente van de la mano.
3. Establecer límites entre el trabajo y la vida personal. Gran parte del estrés de fin de año surge por la dificultad para sostener una vida equilibrada dado que las jornadas laborales se vuelven interminables, los compromisos se multiplican y entran en tensión con nuestras actividades personales y familiares, que también se intensifican en esta época. Para esto, lo mejor es poner límites, aprender a decir que no para evitar sobrecarga de responsabilidades y compromisos.
4. Enfocarse en el disfrute y el cuidado personal. Cuando se está atravesando una situación de alta exigencia es indispensable poner foco en el respeto del tiempo personal. Es muy importante reservar un momento del día para el disfrute y la desconexión, para realizar actividades que nos gusten y gratifiquen fuera del trabajo. También es indispensable cuidar nuestras fuentes de energía llevando una alimentación sana, y durmiendo al menos unas 7 u 8 horas diarias.
5. Incorporar técnicas para el manejo del estrés. Cualquier actividad que nos ayude a regular los niveles de estrés acumulados a lo largo del día es bienvenida. Están quienes prefieren realizar deportes de impacto para canalizar la tensión, otros eligen actividades más relajantes como el yoga o la meditación y hay quienes se desconectan de sus preocupaciones a través de alguna actividad artística. Las opciones son infinitas y todas son igual de válidas para relajarnos y volvernos a nuestro centro.
6. Asumir y comunicar la situación. Frente al más mínimo síntoma o señal que pueda indicar que estamos frente a burnout o un estado de agotamiento extremo, el primer paso para manejar la situación es asumir el padecimiento y comunicárselo tanto a jefes y colegas para que puedan entender el estado de angustia que se está atravesando y puedan acompañarnos y sostenernos durante el período de recuperación.
“Si bien estas sugerencias pueden ayudar, es importante recordar que cada persona es única, así como sus necesidades, por eso el rol de los mandos medios de las organizaciones son clave en la gestión del bienestar, que demanda líderes empáticos y centrados en lo humano”, finalizó Ávila.
Fuente: Infobae