Luis Suárez es un ejemplo de amor al fútbol. A pesar de todas las dificultades físicas que tiene, mientras el cuerpo le aguante, seguirá jugando y rindiendo. El gol se lleva en la sangre o no se lleva y él lo lleva hasta en la uña del dedo meñique.
El uruguayo, delantero de Gremio, ganó un nuevo trofeo individual este jueves. En este caso el premio ‘Bola de Oro’, que reconoce al mejor jugador del campeonato brasileño. Una Liga en la que Santos ha perdido la categoría por primera vez en su historia y Palmeiras ha logrado una remontada épica. Botafogo, que lideró durante 31 jornadas perdió hasta trece puntos de ventaja en un final de temporada que ni el guionista más loco podría haber diseñado.
Suárez marcó 17 goles en liga, demostrando que los casi 37 años no le quitan ni un ápice de olfato goleador. Su equipo finalizó en segunda posición y logró el objetivo de clasificar para la próxima Copa Libertadores.
En toda la temporada el que será nuevo compañero de Messi y Jordi Alba en el Inter de Miami -casi con total seguridad- disputó 42 encuentros, con 22 goles, 14 asistencias y logrando el título Río Grande. Unos logros increíbles teniendo en cuenta que Gremio acababa de ascender a primera división.
«Con casi 37 años, ha sido el año que más partidos he jugado en mi carrera, en el que he pasado más tiempo lejos de mi mujer y de mis hijos. El premio es para ellos».
