Al ministro de Defensa se le critica la falta de conocimientos

Grandes son las expectativas en los cuarteles militares por las decisiones inmediatas que tome el ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo, porque muchos creen que su formación en antiterrorismo en Israel y su experticia en artes marciales no son suficientes para ejecutar la política militar y la conducción administrativa de las Fuerzas Armadas, mermadas en sus capacidades.

Al ser los militares obedientes al poder político, y no deliberantes, ningún miembro activo puede expresarse públicamente, pero aquello no resta el descontento existente en las filas castrenses por la decisión presidencial, considerada equivocada.

EXPRESO dialogó con siete militares en servicio pasivo, de la oficialidad y de la tropa del Ejército y de la Marina, para conocer sus posturas sobre el hombre de 52 años que fue escogido por el presidente Daniel Noboa, para acompañarlo en un gobierno de 18 meses, que no admite ensayos por la inseguridad y la violencia que imponen la delincuencia organizada, el narcotráfico y el microtráfico.

Según el Informe Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, Ecuador ingresó este año en el grupo de los diez países con mayor criminalidad en el mundo, lo que solo llegó a ratificar lo que las estadísticas nacionales revelan desde hace meses.

“Hay que ver los resultados primero para poder opinar. El desempeño de una persona depende del conocimiento, del liderazgo y de la experiencia que tenga. Sin estas tres condiciones es difícil que un ministro de Defensa tenga éxito”.

Oswaldo Jarrín
Exministro de Defensa

El teniente coronel Marcelo Flores, un experto en inteligencia del Ejército, dice que sus cuestionamientos a Loffredo no son por ser civil ni por venir de la seguridad privada, sino por no tener los conocimientos y tampoco el perfil de planificador que requiere el país en estos momentos cruciales.

“Una orden mal dada y una decisión mal tomada, como ocurrió en el pasado, tendrá gravísimas consecuencias para la seguridad nacional. No es de tirar agua al incendio para ver si se apaga; hay muchos frentes por combatir y no estamos para ensayos”, dice.

Con parte de la apreciación de Flores concuerda el almirante Jhonny Estupiñán, exgerente de Flopec. A él no le desagrada que sea un civil, porque sabe que el poder militar está subordinado al poder político, pero sí considera de vital importancia el nivel de sus asesores y del Alto Mando militar que lo acompañe porque, precisa, se necesitan decisiones radicales que impliquen hasta cambiar el rol de las Fuerzas Armadas.

El general Oswaldo Jarrín, ministro de Defensa en el gobierno de Lenín Moreno, cree que primero hay que ver los resultados para poder opinar y cuestionar. Sin embargo, cree que hay tres condiciones que no debe faltarle a ningún ministro del ramo: conocimientos, liderazgo y experiencia, porque sin ellas difícilmente tendrá éxito en su gestión, por más corta o larga que esta sea.

A estas facultades imprescindibles, el coronel Jorge Villavicencio (expresidente de la federación de militares en servicio pasivo) le suma otras tres: honradez, capacidad para administrar y buena voluntad para aplicar las políticas de Estado. Y como ejemplo de lo que es hacer una mala compra pone a los helicópteros Dhruv, con lo que se afectó la parte operativa de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. “Alemania, Inglaterra y Francia tienen ministras de Defensa, que son civiles, pero estas tienen conocimientos en seguridad nacional y saben administrar. Un buen soldado no siempre es un buen administrador”, precisa.

Con lo mencionado también concuerda el coronel Mario Pazmiño, experto en inteligencia, quien considera que es cierto que a nivel institucional se prefiere a un militar retirado, pero importa más el profesionalismo de quien ocupa el cargo porque “la conducción operativa de las Fuerzas Armadas descansa en el mando militar del Comando Conjunto y de cada una de las tres ramas: Ejército, Marina y Aviación”.

Pero la percepción que tiene la tropa de la Marina, a la que perteneció el suboficial Carlos Paredes, es que el actual ministro de Defensa no cumple con los requisitos mínimos porque no tiene los conocimientos en Defensa y la experiencia en seguridad privada no le alcanza para convertirse en un estratega político.

“En la situación actual, no podemos entrar a un proceso de aprendizaje. Puede tener un buen nivel táctico, pero lo que se necesita es que tenga capacidades estratégicas. Ojalá demuestre que las tiene”, dice el general Wagner Bravo, exsecretario de Seguridad.

El almirante Estupiñán solo espera que el presidente no se arrepienta de haberle dado la oportunidad a Loffredo, porque lo que está en juego es la seguridad del país y sus ciudadanos.

Fuente: Expreso

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