La esperada ratificación del acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur ha sufrido un nuevo revés. Bruselas, que tenía la meta de sellar el pacto antes de cerrar el 2024, se ha visto obligada a postergar las negociaciones hasta, al menos, enero del próximo año. Esta decisión evidencia las profundas grietas internas en el bloque europeo, donde el entusiasmo de España choca frontalmente con el proteccionismo de Francia e Italia.
Este tratado, que lleva gestándose más de 20 años, busca consolidar una de las zonas de libre comercio más potentes del mundo, permitiendo el acceso preferencial a un mercado de 260 millones de consumidores repartidos en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. No obstante, para que entre en vigor, es indispensable el visto bueno de todos los miembros de la UE, un consenso que actualmente parece lejano debido a las implicaciones económicas en el sector agropecuario.
La resistencia franco-italiana y el agro europeo
Francia y, en menor medida, Italia, han puesto sobre la mesa condiciones estrictas para dar su brazo a torcer. Su principal demanda es el fortalecimiento de las salvaguardas agrícolas que protejan a los productores locales ante un posible aluvión de productos sudamericanos. «No podemos permitir una competencia desleal sin reciprocidad en las normas», señalan los sectores más críticos en París y Roma.
Ambas naciones exigen mecanismos que permitan suspender los beneficios arancelarios de forma inmediata si se detectan daños a los mercados nacionales o si los productos importados incumplen los estándares ambientales, sanitarios y de bienestar animal vigentes en Europa. Hasta ahora, el reglamento provisional establece que se podrían activar protocolos de emergencia si las importaciones suben o los precios caen cerca de un 8%, pero estas medidas son vistas como insuficientes por el gobierno francés.
El peso político del campo francés
La oposición de Francia no es solo económica, sino profundamente política. El sector ganadero y agrícola galo es uno de los más influyentes y teme que productos como la carne de vacuno, el azúcar y la soja latinoamericana desplacen a la producción local debido a menores costos operativos. Esto ha generado una ola de protestas sociales y una presión constante sobre el gobierno de Emmanuel Macron, que ve en este acuerdo un alto riesgo electoral.
A este escenario se suma el factor ambiental. París sostiene que el acuerdo no garantiza la protección total contra la deforestación del Amazonas ni el cumplimiento estricto de los acuerdos climáticos internacionales. Este discurso proteccionista refuerza la postura tradicional de Francia de priorizar la soberanía alimentaria sobre la apertura comercial agresiva.

Italia y la defensa de la calidad
Por su parte, Italia mantiene una postura de cautela extrema. Aunque no lidera el bloqueo, Roma teme que sus productos con denominación de origen pierdan valor ante importaciones más baratas. Otros países como Austria y Bélgica también han manifestado sus dudas sobre la competitividad del acuerdo en las condiciones actuales.
España: El puente hacia América Latina
En la otra orilla del debate se encuentra España. Junto a los Países Bajos y Portugal, el gobierno español es el principal impulsor del pacto, viéndolo como una oportunidad estratégica para sus exportaciones. A diferencia de Francia, la economía española no compite directamente en los sectores más sensibles del Mercosur y, por el contrario, podría potenciar sus envíos de aceite de oliva, vino y servicios profesionales.
Para España, este acuerdo va más allá de lo comercial; es una herramienta geopolítica vital para frenar el avance de potencias como China y Estados Unidos en Sudamérica. Madrid considera que la presencia europea en la región garantiza seguridad jurídica para las empresas españolas ya establecidas en el continente.
| Postura | Países Líderes | Principales Preocupaciones / Intereses |
|---|---|---|
| En Contra / Reticentes | Francia, Italia, Austria | Competencia agrícola, estándares ambientales, impacto electoral. |
| A Favor / Impulsores | España, Portugal, Países Bajos | Exportación de servicios, influencia geopolítica, seguridad jurídica. |
A pesar del optimismo de algunos sectores, el camino hacia la firma definitiva sigue lleno de obstáculos, mientras los agricultores españoles también han mostrado su malestar en Madrid, exigiendo que cualquier apertura comercial no suponga un recorte en las ayudas de la Política Agraria Común (PAC).
Fuente: Infobae