James Cameron, con una férrea convicción, se enfrentó a las presiones de los productores de 20th Century Fox. Ellos temían que el presupuesto, en constante aumento, y la extensa duración del filme, que superaba las tres horas, hicieran imposible recuperar la millonaria inversión. Cameron, sin embargo, estaba seguro del potencial de su obra, una mezcla innovadora de drama, romance y efectos especiales de vanguardia.
El resultado de esta audaz apuesta fue Titanic, nacida de un presupuesto de aproximadamente 200 millones de dólares y del talento de dos jóvenes actores. Tras su estreno el 19 de diciembre de 1997, la película superó todas las expectativas, cautivando a audiencias de todo el mundo con su historia de amor en medio de la tragedia.
La génesis de la película reside en la profunda fascinación de Cameron por los desastres marítimos. Para él, el hundimiento del Titanic en 1912 representaba el pináculo de tales tragedias, un evento que deseaba inmortalizar en la gran pantalla. La idea era entrelazar la catástrofe del majestuoso crucero, que chocó contra un iceberg en su travesía transatlántica, con una conmovedora historia de amor.

La elección de los protagonistas fue crucial. Cameron buscó rostros jóvenes y cautivadores para encarnar a Jack y Rose, y dar vida a un romance apasionado y efímero. Entre los considerados para el papel masculino estuvieron Christian Bale, Tom Cruise y Matthew McConaughey. Leonardo DiCaprio, inicialmente, no mostraba una gran confianza en conseguir el rol, llegando incluso a parecer desinteresado en algunas audiciones.
Por otro lado, Kate Winslet estaba decidida a obtener el papel principal femenino, vislumbrando en él un salto decisivo en su carrera. Durante los castings, enviaba a Cameron notas firmadas como «De tu Rose», demostrando su compromiso.
Un momento clave en la selección de DiCaprio fue la llamada «prueba de química» con Winslet. A pesar de su aparente desgano inicial, la interacción entre ambos fue tan eléctrica que, según Cameron, transformó su percepción: «De un instante al otro se convirtieron en la única pareja que podía protagonizar Titanic«.

El rodaje de Titanic se extendió por 160 días de intenso trabajo. La minuciosidad de Cameron se reflejó en veinte inmersiones en la zona del naufragio, que sumaron alrededor de tres millones de dólares al presupuesto original. Este presupuesto inicial de 109 millones de dólares escaló hasta superar los 200 millones, convirtiéndola en la película más costosa de su tiempo, incluso más que la construcción del propio transatlántico.
Ante el aumento de los gastos, los ejecutivos de Fox presionaron a Cameron para reducir la duración del filme, a lo que él respondió con su célebre frase: «Para no dejar que sea yo quien decida van a tener que echarme, y para echarme van a tener que matarme». Cameron incluso ofreció renunciar a su salario y a las ganancias futuras a cambio de libertad creativa.

La construcción del set en Baja California, México, con una réplica a escala real del barco, fue un hito en sí mismo. Cameron, conocido por su «perfeccionismo empedernido», exigía la repetición de escenas hasta la perfección, lo que prolongaba las jornadas de filmación. La escena de la inundación de la Gran Escalera, que requirió verter 340.000 litros de agua, fue particularmente desafiante, requiriendo un solo intento exitoso.
El rodaje no estuvo exento de sacrificios personales. Kate Winslet sufrió neumonía e infección renal debido a las largas horas en agua fría y la escasa protección térmica de su vestuario de época. A pesar de esto, Winslet y DiCaprio forjaron una amistad inquebrantable, un apoyo mutuo en las exigentes condiciones del set.
Un toque de genialidad inesperada provino de Leonardo DiCaprio con la improvisación de la icónica frase «¡Soy el rey del mundo!», que Cameron decidió incorporar de inmediato.

El impacto de Titanic en la taquilla fue colosal. Mantuvo el primer puesto en cines de Estados Unidos durante quince semanas, un récord para la época. El 1º de marzo de 1998, se convirtió en la primera película en superar los 1.000 millones de dólares en ganancias, llegando a recaudar un total de 2.264 millones de dólares. Durante más de una década, ostentó el título de la película más taquillera de la historia, hasta ser superada por Avatar, también de Cameron. Actualmente, ocupa el cuarto lugar en esa lista.
La película cosechó once premios Óscar, igualando el récord de Ben-Hur, aunque ni Winslet ni DiCaprio obtuvieron estatuillas en esa edición.

Titanic no solo demostró que una película de más de tres horas podía ser un éxito rotundo, sino que también rompió prejuicios sobre la viabilidad comercial de historias de amor en contextos trágicos, redefiniendo las expectativas de la industria cinematográfica.
La eterna pregunta sobre si Jack cabía en la tabla junto a Rose para salvarse, una discusión que aviva el interés por la película, fue resuelta por el propio Cameron: la decisión de la muerte de Jack se basó en una «elección artística», no en limitaciones físicas de la tabla.
Sorprendentemente, el compositor James Horner, con la colaboración de Will Jennings, decidió incluir la balada «My Heart Will Go On» interpretada por Céline Dion, a pesar de las reservas de Cameron sobre el potencial de la canción de ser percibida como «demasiado comercial». La canción se convirtió en un fenómeno global, siendo el single más vendido de la historia hasta ese momento.
La suma de la visión inquebrantable de Cameron, la química palpable entre DiCaprio y Winslet, la emotiva fusión de amor y desastre, el despliegue técnico y una banda sonora icónica, consagraron a Titanic como una joya imperecedera del séptimo arte.
Fuente: Infobae