El bacalao, un pescado blanco originario de las frías aguas del Atlántico y del norte de Europa, se erige como un verdadero tesoro nutricional. Su versatilidad en la cocina y su inigualable perfil de nutrientes esenciales lo han convertido en un pilar de las dietas saludables alrededor del mundo.
Este manjar marino es una fuente excepcional de proteínas de alto valor biológico, fundamentales para el desarrollo y el firme mantenimiento de nuestra masa muscular. Lo que lo hace aún más atractivo es su contenido graso sumamente bajo, ideal para quienes siguen regímenes hipocalóricos o buscan controlar su peso. En comparación con otras especies marinas, su aporte calórico es significativamente menor, una característica muy apreciada en pautas alimentarias enfocadas en el bienestar.
Para ponerlo en perspectiva, una porción de aproximadamente 100 gramos de bacalao cocido aporta cerca de 80 calorías, 18 gramos de proteínas y menos de un gramo de grasa total. Es importante destacar que las grasas saturadas son prácticamente inexistentes, lo que contribuye de manera crucial a mantener niveles saludables de colesterol en sangre.

Un Aliado Poderoso para tu Corazón
El bacalao alberga en su carne los valiosos ácidos grasos omega-3, incluyendo el EPA y el DHA. Estos compuestos son reconocidos por su rol protector en la salud cardiovascular, ayudando a reducir la inflamación y a regular la presión arterial. Si bien su concentración de omega-3 es menor que la de pescados azules, su consumo habitual resulta un excelente complemento para lograr un perfil lipídico equilibrado.
Adicionalmente, la versión fresca de este pescado se caracteriza por su bajo contenido de sodio, convirtiéndolo en una elección predilecta para personas que deben monitorear su presión arterial. La presencia de vitamina B12 y selenio en el bacalao refuerza nuestro sistema inmunológico y actúa como un escudo protector para nuestras células frente al estrés oxidativo.
Las vitaminas del grupo B, especialmente la B6, el ácido fólico (B9) y la B12, son abundantes en el bacalao, desempeñando un papel vital en el metabolismo energético y la correcta formación de glóbulos rojos. Su riqueza mineral se complementa con la presencia de fósforo, potasio, magnesio y hierro, micronutrientes indispensables para funciones fisiológicas esenciales como la transmisión nerviosa y la contracción muscular.

El bacalao también es un aliado para asegurar una ingesta adecuada de yodo, un mineral fundamental para el óptimo funcionamiento de la glándula tiroides y la producción de sus hormonas.
Las maneras de preparar el bacalao son tan variadas como deliciosas: al horno, a la plancha, cocido o gratinado. Las versiones desaladas y ahumadas ofrecen alternativas que se adaptan a todos los paladares y necesidades nutricionales.
Gracias a su fácil digestibilidad y bajo contenido lipídico, el bacalao es perfectamente apto para personas con sensibilidades digestivas o aquellos que no toleran bien las grasas. Su excepcional perfil nutricional lo convierte en un alimento ideal durante etapas de crecimiento, embarazo o en situaciones que demandan un aporte proteico superior.
Fuente: Infobae