Chip BISC: Revolución Conexión Cerebro-Computadora

La frontera entre la mente humana y la tecnología se desdibuja con el nacimiento de BISC (Biological Interface System to Cortex). Este innovador chip, diseñado para ser ultradelgado, se perfila como un avance revolucionario en las interfaces cerebro-computadora (BCI), prometiendo una conexión inalámbrica y de alta velocidad entre nuestro cerebro y las máquinas.

Desarrollado por un equipo multidisciplinario de investigadores de prestigiosas instituciones como la Universidad de Columbia, el Hospital NewYork-Presbyterian, la Universidad de Stanford y la Universidad de Pensilvania, BISC introduce un chip de silicio cuya finura es comparable a la de un cabello humano. Lo más impresionante es su capacidad de transmisión de datos, muy superior a la que ofrecen los dispositivos BCI actuales, marcando un antes y un después en el campo.

Este avance posiciona a BISC como una alternativa de nueva generación, compitiendo en innovación con proyectos conocidos como Neuralink. A diferencia de los implantes que requieren cirugías invasivas y dispositivos voluminosos, BISC apuesta por una miniaturización extrema, logrando una comunicación potente y veloz sin sacrificar tamaño.

El chip ultradelgado va colocado entre el cráneo y el cerebro.

El núcleo de este sistema es un único chip de silicio, concebido para situarse delicadamente en el espacio entre el cerebro y el cráneo. Su excepcional delgadez y flexibilidad le permiten adaptarse a la superficie cerebral sin generar presión sobre el tejido. Ken Shepard, profesor de Ingeniería Eléctrica en Columbia y coautor principal, lo describió con precisión: «es tan delgado que puede deslizarse entre el cerebro y el cráneo, apoyándose como un trozo de papel de seda mojado«.

Técnicamente, el chip representa un salto cuántico. Fabricado con tecnología CMOS, este dispositivo de electrocorticografía alcanza un grosor asombroso de solo 50 micrómetros, equivalente al de un cabello humano. Su volumen es menos de una milésima parte del que ocupan otros sistemas BCI actuales, demostrando una eficiencia espacial sin precedentes.

A pesar de su tamaño diminuto, BISC alberga una complejidad técnica asombrosa. En apenas 3 milímetros cúbicos, concentra 65.536 electrodos, 1.024 canales de grabación simultánea y 16.384 canales de estimulación. Esta alta densidad de componentes permite registrar y estimular la actividad cerebral con una resolución nunca antes vista en dispositivos inalámbricos.

Crean chip ultradelgado que permite conectar al cerebro con una computadora.

Una de las innovaciones más destacadas es que BISC no necesita batería interna. Su energía se suministra de forma inalámbrica a través de una antena externa, colocada sobre la piel del cráneo. Esta estrategia de diseño es fundamental para lograr la miniaturización extrema del implante y eliminar componentes voluminosos.

La comunicación de datos se gestiona mediante una estación de retransmisión portátil, que se conecta al implante a través de un enlace de radio de banda ultraancha. Este enlace alcanza velocidades impresionantes de hasta 100 megabits por segundo, lo que según los investigadores, es al menos 100 veces más rápido que las BCI inalámbricas existentes.

Esta velocidad de transmisión abre la puerta al análisis en tiempo real de las señales cerebrales mediante modelos avanzados de aprendizaje automático y deep learning. Esto permitirá decodificar intenciones, percepciones y estados cerebrales complejos. Andreas S. Tolias, profesor de Oftalmología en Stanford, señaló que el sistema convierte la superficie cortical en un «canal eficaz para la comunicación bidireccional entre el cerebro y sistemas de inteligencia artificial«.

El chip ultradelgado permite que su implementación en el cerebro sea minimamente invasiva.

Las implicaciones médicas de BISC son vastas. Los investigadores vislumbran su uso en el tratamiento de la epilepsia, la restauración de funciones motoras en pacientes con lesiones medulares, la mejora de la comunicación para personas con ELA, e incluso el abordaje de ciertas formas de ceguera mediante estimulación cortical.

Desde una perspectiva clínica, la inserción del chip se plantea como un procedimiento mínimamente invasivo. El Dr. Brett Youngerman, colaborador médico del proyecto, explicó que puede implantarse mediante una pequeña incisión, sin necesidad de extirpar grandes partes del cráneo ni recurrir a dispositivos secundarios. Además, su delgadez favorece una menor reacción tisular y preserva la calidad de la señal a largo plazo.

Para materializar estas promesas, los equipos de Columbia y Stanford han fundado Kampto Neurotech, una empresa emergente dedicada a desarrollar versiones comerciales del chip y avanzar hacia ensayos clínicos. El objetivo es acelerar la transición de BISC desde la investigación académica hasta su aplicación en el mundo real y el beneficio de la salud humana.

Fuente: Infobae

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