Insomnio: ¿Por qué tu mente no para por la noche?

Las noches de desvelo se han convertido en una epidemia silenciosa que golpea a millones de ecuatorianos. La incapacidad para conciliar el sueño o mantenerlo despierta a un porcentaje significativo de nuestra población adulta, estimado entre el 20% y el 48% según expertos locales.

Este fenómeno, conocido como insomnio, trasciende la simple incomodidad, impactando directamente en nuestro bienestar general. Las consecuencias son palpables: una marcada dificultad para concentrarse, una notable pérdida de rendimiento en las actividades diarias, una sensación de fatiga persistente, y un aumento en la irritabilidad y la ansiedad. Además, el sistema inmunológico puede verse debilitado.

Diversos factores contribuyen a esta batalla nocturna. La omnipresente influencia de las pantallas, el estrés inherente al ámbito laboral y la falta de rutinas bien establecidas son solo algunos de los desencadenantes. Sin embargo, un patrón común emerge entre quienes sufren insomnio: al apagar las luces y buscar el descanso, la mente se inunda de un torrente de pensamientos incesantes.

La doctora Nuria Roure, psicóloga especializada en medicina del sueño, lo compara con una «gran bola de nieve». Según explica en una reciente intervención, «Si nosotros ya desde primera hora de la mañana le estamos dando energía, esa bola de nieve va bajando la montaña, cada vez se va haciendo más grande, más grande, más grande… Cuando llega la noche, tu mente ya se ha revolucionado tanto antes de dormir que no podemos frenarla».

Una mujer con insomnio (AdobeStock)

La doctora Roure enfatiza una idea crucial: lo que hacemos durante el día tiene un impacto directo en nuestro descanso nocturno. Los niveles elevados y constantes de estrés, las largas horas frente a dispositivos electrónicos, la escasa exposición a la luz solar natural y un estilo de vida sedentario son enemigos del sueño reparador. Adoptar rutinas más tranquilas, que incluyan espacios designados para la desconexión, facilitará que al acostarnos, evitemos ese insomnio esquivo y difícil de desterrar.

«No sabemos estar solos con nosotros mismos»

Un culpable frecuente de los trastornos del sueño, según la doctora Roure, es nuestro inseparable teléfono móvil. «A veces tenemos un minuto, ¿y qué hacemos? Estamos en la cola pagando en el súper o en un semáforo, ¿y qué hacemos? Cogemos el móvil», señala.

Este comportamiento, casi automático, revela una tendencia alarmante: nuestra incapacidad para tolerar el aburrimiento o dedicarnos un momento a la reflexión. «No sabemos estar solos con nosotros mismos», afirma Nuria Roure. Esta falta de introspección repercute directamente en nuestro descanso, ya que la noche se convierte en el único instante donde la mente, sin distracciones, se embarca en su propio monólogo. «Ese momento de conexión, de respirar, de escucharnos, de hablarnos, es fundamental».

La psicóloga experta en medicina del sueño constata que es sumamente común que las personas se sientan agobiadas justo antes de dormir, precisamente porque es cuando «vienen todos los pensamientos». Ante esta situación, la doctora Roure pregunta: «¿Le has dejado a tu mente algún otro momento en el día para que te pueda hablar?».

Por ello, Nuria Roure subraya la importancia de «levantar el pie del acelerador», especialmente al acercarse la hora de dormir, y de incorporar pequeñas pausas durante la jornada para que nuestra mente tenga la oportunidad de procesar y estructurarse. «Despertarnos durante la noche o no poder dormir antes de conciliar el sueño es porque nuestra mente está acelerada, nuestra mente nos habla, nuestro cuerpo nos quiere decir algo y hay que escucharlo más».

Fuente: Infobae

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