La vida de Karina Escandarani, hoy con 56 años, dio un giro inesperado en 2003. Un viaje familiar a Brasil, planeado para el descanso y la visita a amigos, se vio empañado por un error médico que estuvo a punto de costarle la vida a su tercer hijo aún no nacido.
Durante el vuelo, Karina notó una leve pérdida de sangre. Al llegar a São Paulo, donde habían vivido previamente, acudió a una doctora que, tras unos análisis, le comunicó que el embrión no había crecido correctamente y le ofreció una pastilla para inducir la expulsión. A pesar de sentir todos los síntomas del embarazo, Karina se negó rotundamente, convencida de que algo no estaba bien. Pidió regresar a Buenos Aires para una segunda opinión, convencida de que su bebé estaba vivo y bien.
Al día siguiente, en Buenos Aires, su obstetra accedió a realizarle una ecografía. La sorpresa fue mayúscula: el bebé crecía de forma absolutamente normal. El médico brasileño, según la explicación, probablemente había entregado los análisis de otra paciente, un error que pudo haber interrumpido una gestación sana.

Una Familia que Crece y se Fortalece
Karina, originaria de Palermo, Buenos Aires, se dedicó a la fabricación de trajes de baño y lencería antes de casarse con Edgardo Hersztenkraut. Tuvieron dos hijos, Micaela (hoy 28) y Diego (hoy 26), y un período viviendo en São Paulo por motivos laborales de Edgardo. En 2003, regresaron a Argentina debido a la grave enfermedad del padre de Edgardo.
El verano de 2005 fue cuando se produjo el incidente del supuesto embarazo fallido. Afortunadamente, el embarazo continuó y, el 26 de septiembre de 2005, nació Nicolás. Karina decidió tomarse un tiempo para disfrutar de la crianza de su hijo menor.

El Diagnóstico Imprevisto y la Lucha por la Vida
Los años siguientes transcurrieron llenos de felicidad, con Nicolás mostrando un gran talento para el fútbol. Sin embargo, a finales de 2011, a los 6 años, comenzó a sentir dolores en el cuello y se cansaba fácilmente. Tras una consulta con un traumatólogo infantil, el diagnóstico fue devastador: meduloblastoma, el cáncer cerebral más frecuente en niños.
La noticia golpeó a la familia. Karina relata su propia negación inicial, un mecanismo de defensa ante la gravedad de la situación. «Llegué sola y me dieron el diagnóstico: meduloblastoma. No caí», confiesa.

El 8 de marzo de 2012, Nico ingresó a quirófano. Aunque se extirpó la mayor parte del tumor, quedó una porción que requirió quimioterapia y radioterapia. Lo más alarmante fue que, tras la cirugía, Nico no despertó y entró en coma. Los médicos consideraban la situación irreversible.
El milagro ocurrió el 8 de abril de 2012, justo un mes después del inicio del coma. Mientras su esposo y sus hijos mayores veían un partido de fútbol de su equipo, Atlanta, que anotó un gol inesperado, Nico despertó, sonriendo y con los ojos abiertos. Un evento que dejó atónitos a médicos y familiares.

La Fuerza de la Palabra y el Cumplimiento de Sueños
La recuperación de Nico no fue fácil. Regresó a la escuela adaptándose a sus nuevas condiciones. La dura batalla contra la enfermedad, incluyendo cuatro años y medio de tratamiento con rayos y quimio, marcó profundamente a la familia.
Lamentablemente, tras un período de remisión, la enfermedad regresó con fuerza. El 4 de agosto de 2016, Nico falleció. Fue en ese momento de profundo dolor que Karina pudo finalmente pronunciar la palabra «cáncer».
Con el alma herida, Karina encontró una nueva misión: transformar su dolor en acción. Junto a Vanesa Fridman y Marisa Ludmer, creó «Ache: Abrazo Compartido», un cuento diseñado para facilitar el diálogo sobre enfermedades graves entre niños, padres y docentes. Posteriormente, fundó la asociación civil «El Otro Me Importa» para acompañar a niños y adolescentes con diagnósticos médicos complejos y a sus familias.

Una de las iniciativas más conmovedoras es «Contá con Ache», dedicada a cumplir sueños a niños enfermos o en cuidados paliativos. Esta idea nació de una promesa que Karina le hizo a Nico: si se sometía a la quimioterapia, le cumpliría un sueño. Ese sueño fue cantar con su ídolo Axel. La experiencia fue tan transformadora que inspiró a Karina a replicarla.
Hoy, la asociación cumple tres sueños por semana, con ayuda de generosos donantes. Han entregado desde equipos tecnológicos hasta viajes, siempre buscando brindar momentos de alegría. Además, han repartido 16 racks con juegos para hospitales y han hecho realidad 380 sueños en total.
Karina enfatiza la importancia de pedir ayuda y dejarse acompañar, reconociendo que la falta de recursos o comprensión puede alejar a algunos amigos en momentos de duelo. Admite que la felicidad, aunque diferente, puede regresar.

Lecciones de Vida y Resiliencia
La vida de Karina cambió para siempre con la pérdida de Nico. Hoy, a pesar del dolor que acarrea, afirma: «¡Soy feliz aún con este dolor que acarreo!». Ha aprendido a vivir en el presente, a valorar cada instante y a ayudar al prójimo. Nico se convirtió en su guía y en una fuente de fortaleza para reconstruir su vida.
La familia, aunque marcada por la tragedia, ha encontrado formas de seguir adelante. La llegada de su nieta y la expectativa de un nuevo nieto llenan de esperanza. Los hijos mayores, aunque sufrieron la ausencia parental durante el tratamiento de Nico, también han encontrado su camino, recordando a su hermano con cariño y celebrando sus logros, como los goles dedicados a su memoria.
Karina es un testimonio de que, incluso tras la más profunda de las pérdidas, la vida puede seguir y la felicidad, de una manera nueva y transformada, puede volver a florecer.

Fuente: Infobae