La banda presidencial de Daniel Noboa llevará cuatro reliquias religiosas

El convento de las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor es un lugar apacible. El voto de silencio de las religiosas impone una tranquilidad que deja escuchar a los pájaros, al mediodía. A la entrada del recinto hay una sala a la que llaman locutorio, donde ellas acogen a sus contadas visitas, por lo regular sus familiares, y es el único lugar donde se puede hablar.

Adorna ese cuarto un cuadro de Jesús con una frase que bien podría resumir la cotidianidad de las madres: “Señor, que descubra mi soledad para luego poder colaborar contigo en la salvación del mundo”. Una hermana joven nos recibe con una amplia sonrisa y nos explica que es un día extraordinario, pues varios periodistas se han interesado en la confección de la banda que llevará el presidente Daniel Noboa en su posesión, el próximo 23 de noviembre, y que por eso han abierto las puertas de su claustro.
En las demás jornadas, cuenta, solo pueden conversar durante una hora y media, al mediodía, en un espacio al que llaman recreación. El resto del tiempo solo se habla lo estrictamente necesario, pues pasan concentradas en oración mientras realizan sus labores cotidianas, hasta que llegan las 20:00 y empieza la hora del gran silencio. Entonces, cierran sepulcralmente la boca hasta el siguiente día. Ese ambiente ayuda a las madres a encontrar su soledad.

La madre superiora María Rosa Lema aparece al fondo del locutorio con su hábito blanco y su velo negro para darnos la bienvenida. Nos hace pasar a otra pequeña sala, donde impera una puerta grande que lleva en el dintel un letrero que dice “Clausura”. “Esta puerta muy pocas veces se abre”, nos advierte, pues ahí comienza el claustro de las religiosas.
Al darnos paso, un amplio taller emerge. Sobre unas grandes mesas están las confecciones de las religiosas. Hay estolas, que son las telas largas que los sacerdotes llevan sobre los hombros. Hay frontales, que son manteles delgados que atraviesan los altares de las iglesias. Hay vestimentas para niños Jesús, vírgenes María y santos. También hay banderas nacionales y de varias ciudades. Todo lleva bordados manuales.
La madre Enith Pangul muestra orgullosa las bellezas de su oficio y se detiene en un frontal de flores multicolores. Explica que tiene más de 50 años de antigüedad y que fue hecho por las madres que habitaban en un convento de La Recoleta, en el centro histórico de Quito. “Para nosotras es como un tesoro porque fue hecho por hermanas que ya no están aquí, se fueron a la casa del Padre”.

Se puede decir que sor Enith es la memoria del convento, pues está muy bien informada de la historia de la congregación. Cuenta que la comunidad religiosa se estableció en el país en el año 1871, pues el presidente de esa época, Gabriel García Moreno, así lo solicitó a esa congregación, en Canadá. No obstante, aclara, solo vinieron las hermanas apostólicas, que se dedican a ser misioneras. Las contemplativas, que llevan la vida de claustro y que son las que se dedican al bordado, llegaron cuatro años más tarde, tres meses después del asesinato de García Moreno.
Por eso, aunque se diga que esta comunidad realiza la banda presidencial desde la presidencia de García Moreno, la verdad, no existe evidencia de que este la haya llevado, afirma sor Enith. De hecho, hay pocos registros de qué bandas fueron confeccionadas por ellas.

La madre María Rosa llegó al convento en 1981, cuando murió en funciones el presidente Jaime Roldós Aguilera, y recuerda que inició el aprendizaje del bordado mientras sus superioras confeccionaban la banda de Osvaldo Hurtado Larrea. Afirma que desde entonces han hecho las bandas de todos los presidentes, con excepción de Rosalía Arteaga Serrano, que ocupó el cargo unos pocos días.
La del presidente saliente, Guillermo Lasso Mendoza, también se hizo en esta comunidad. Sin embargo, el día de su posesión, él prefirió lucir otra que fue elaborada por otra congregación religiosa.
El dorado prima en las letras y el escudo de la banda que llevará Noboa. El brillo se logra porque se mezclan cuatro diferentes tonos del gusanillo de oro, que es el nombre del hilo que se usa para ese bordado.
En situaciones normales, las monjas se demoran tres meses en esta prenda, pero la convulsión política del país también las puso a ellas en apuros. Por esta ocasión tuvieron que elaborar la banda en un mes. Para lograrlo, triplicaron sus recursos y esfuerzos. En días normales, las madres trabajan cuatro horas diarias en el bordado, pues el brillo de los hilos cansa pronto la vista. En estas últimas semanas, en cambio, ocho religiosas se han turnado en tres jornadas de trabajo, en la mañana, tarde y noche.

El valor de la banda, afirma la madre María Rosa, no se lo puede decir. Sin embargo, documentos públicos disponibles en el sitio web de la Presidencia muestran que la banda del presidente saliente bordeó los 15.000 dólares.
Mientras elaboran sus confecciones, las hermanas entran en oración y, para transmitir sus bendiciones, también guardan reliquias dentro de los bordados. En la banda, estas se colocan bajo el escudo nacional. Por eso, hay un altorrelieve en el centro de este.

Para el presidente Noboa, las madres pusieron cuatro reliquias: de la peruana María Agustina Rivas López, que formó parte de su congregación y fue beatificada el año pasado; de santa María Eufracia, fundadora de la comunidad; de Santa Marianita de Jesús; y de san Juan Eudes. Sor Enith recalca: “Mientras damos una puntada, vamos orando por la persona que mandó a hacer ese trabajo, en este caso, por el señor presidente, para que Dios lo bendiga y le dé sabiduría para saber guiar al país”. (I)

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