El Club Sport Emelec atraviesa uno de los momentos más delicados de los últimos años. La crisis económica que golpea a la institución eléctrica ha derivado en una medida drástica por parte de los jugadores: no entrenarán hasta el miércoles, fecha límite que fijaron para recibir al menos dos meses de sueldos atrasados.
La situación fue confirmada por diversas fuentes cercanas al club, que describen un ambiente de creciente tensión e incertidumbre dentro del camerino. El plantel ha decidido mantener su postura hasta que la dirigencia cumpla con los compromisos salariales que arrastra desde hace varias semanas.
De acuerdo con la información publicada por el periodista Stéffano Dueñas, el presidente del club, Jorge Guzmán, se comprometió a cancelar los valores pendientes antes del miércoles, y en caso de no hacerlo, habría manifestado su intención de poner su cargo a disposición.
El conflicto económico no es nuevo en el club guayaquileño, pero en los últimos meses se ha agudizado debido a la falta de liquidez y a los retrasos en los pagos tanto a jugadores como al cuerpo técnico y personal administrativo. Esta situación ha generado malestar en el plantel, que considera insostenible continuar con las actividades mientras no se cumplan los acuerdos establecidos.
La directiva, por su parte, busca alternativas financieras para resolver el problema y evitar mayores consecuencias deportivas. De no llegar a un acuerdo pronto, el ambiente interno podría deteriorarse aún más, afectando el rendimiento del equipo en la recta final de la LigaPro.
Esta semana será clave para el futuro inmediato del club. Los jugadores esperan una respuesta concreta antes del miércoles para decidir si retoman los entrenamientos o mantienen la paralización. En caso contrario, el conflicto podría escalar y dejar a Emelec en una posición institucionalmente crítica.
Mientras tanto, el hincha eléctrico observa con preocupación un escenario que refleja la magnitud de la crisis que atraviesa una de las instituciones más importantes del fútbol ecuatoriano. El desafío de la dirigencia no solo será cumplir con las obligaciones económicas, sino reconstruir la confianza y estabilidad dentro de un plantel que busca respuestas urgentes.