Tras el fin del paro nacional, la Asamblea Nacional pasa la página, aunque su aporte fue escaso durante la crisis que duró 31 días de protestas, fundamentalmente en la provincia de Imbabura que permaneció bloqueada y donde se registraron dos muertos y una serie de heridos tanto civiles como militares.
Desde la legislatura, la bancada oficialista Acción Democrática Nacional (ADN) bloqueó cualquier intención de la oposición representada en el bloque de Revolución Ciudadana (RC) de censurar los excesos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en los operativos de control de la seguridad pública.
El accionar legislativo se limitó a aprobar seis resoluciones que respaldaron al Gobierno y condenaron la violencia, pero sin asumir un rol de mediación ni de fiscalización de los hechos.
Ahora, con el país encaminado hacia la consulta popular y el referéndum del 16 de noviembre, la atención se traslada al terreno político y electoral. Los legisladores del oficialismo enfocarán sus esfuerzos en promover el “sí”, mientras que la oposición, encabezada por la RC, apostará por el “no”, en rechazo a la instalación de una asamblea constituyente.
El movimiento ADN, que respalda al Gobierno de Daniel Noboa, dispuso que el bloque se divida en dos grupos para salir a la campaña a partir del 1 de noviembre. Cada grupo de asambleístas pedirá licencia sin sueldo para sumarse a la campaña, mientras que el resto permanecerá en funciones para sostener la mínima actividad legislativa.
En el otro lado, el correísmo prepara una campaña territorial , activando a sus bases para oponerse al proceso constituyente, también espera enfocar su esfuerzo en redes sociales.
El sector indígena en este escenario queda debilitado. En la Asamblea Nacional los nueve asambleístas que fueron electos por el movimiento Pachakutik se dividieron en tres grupos: uno liderado por la asambleísta Mariana Yumbay, es el sector más radical y actúa cercano al correísmo; el segundo sector lo conduce la representante de Tungurahua Cecilia Baltazar, que mantiene una posición dubitante frente al accionar del Gobierno; y, el tercer grupo que lo representa José Nango, actúa junto a la tesis del Gobierno y su posición ha sido clave en las últimas decisiones legislativas.
Durante las próximas tres semanas, la agenda legislativa quedará en segundo plano, a la espera del resultado de la consulta. Sin embargo, en el interior del Parlamento persiste un foco de tensión: la disputa por la fiscalización de los hechos violentos registrados durante las protestas en Imbabura, donde murieron tres personas y se registraron decenas de heridos, además de daños a bienes públicos y privados.
El enfrentamiento se centra en dos comisiones: la de Seguridad Integral, controlada por el oficialismo a través de la legisladora Inés Alarcón (ADN), y la de Niñez y Adolescencia, presidida por la correísta Viviana Veloz (RC). Ambas investigan lo que sucedió en Imbabura, aunque con miradas y objetivos distintos, lo que ahonda la polarización dentro del legislativo.
La consulta del 16 de noviembre incluirá tres preguntas de referéndum y una de consulta popular. Los ecuatorianos deberán pronunciarse sobre temas que han despertado amplio debate: la posibilidad de permitir la instalación de bases militares extranjeras en el país, la reducción del número de asambleístas, y la eliminación del financiamiento estatal a los movimientos y partidos políticos. A esto se suma la pregunta sobre la instalación de una Asamblea Constituyente, que concentra la mayor carga política del proceso.
En definitiva, la Asamblea Nacional busca dejar atrás la crisis social, aunque su rol en ella fue limitado.
Con la mirada puesta en la consulta del 16 de noviembre de 2025, el Parlamento entra en una fase de pausa política y de alta confrontación electoral. La disputa ya no está en las calles, sino en las urnas.
El desenlace de la consulta popular y el referéndum definirá no solo el futuro de la Asamblea Constituyente, sino también la correlación de fuerzas dentro del Legislativo. Hasta entonces, el debate parlamentario quedará en suspenso, a la espera de saber quién capitaliza el resultado en un país que sigue dividido entre el cambio que promete el Gobierno y la resistencia que encabeza la oposición.
Fuente. El Universo