“Un día me vi en una foto y dije ok, esto es demasiado”: el Ministerio de Salud registra 396.848 consultas por obesidad este año

Juan Manuel Negrón, de 30 años, pesaba 218 libras (98 kilogramos) cuando decidió acudir a una nutricionista que lo ayude en febrero de 2019.

En tres meses llegó a pesar 165 libras. Desde entonces se ha dedicado a desarrollar masa muscular con una dieta estructurada y ejercicio, por lo que ahora pesa 179 libras.

Este cambio implicó un cambio profundo en su estilo de vida. “Antes (mi vida) era caótica. El estrés del día a día me mantuvo en un estado de supervivencia alimenticia en el que solo quería comer lo que a mí me gustaba para poder salir adelante”, explica Juan Manuel.

La presión de su vida laboral, universitaria y los compromisos sociales lo llevaron a dejar a un el ejercicio y la ingesta de agua. Con las salidas también se acostumbró a comer tarde y a tomar alcohol.

Un día me vi en una foto en un compromiso social y dije, ok, esto es demasiado. No quería que pasaran 5, 10 años y seguir viéndome así. Quise cambiar. Entonces tomé el primer paso (…). Ahora soy mucho más consciente. Tengo más fuerza de voluntad para negarme a un helado a las 20:00, por ejemplo”, señala. También intenta ser consistente con el ejercicio.

Aunque sigue una dieta dirigida que conduce al aumento de masa muscular, admite que se toma más licencias a la hora de comer. Aprender sobre nutrición le permite ser más consciente de lo que come: cuántas pedazos de pizza es razonable comer, por ejemplo, sin sobrepasarse.

De acuerdo a un estudio publicado en marzo de 2025 en Lancet, más de la mitad de la población mundial de adultos mayores de 25 años lucha con lo mismo que Juan Manuel: la obesidad.

Cerca de 3.8 millones de adultos padecerán obesidad, además de 746 millones de jóvenes. La publicación también determinó que más de la mitad de personas con sobrepeso u obesidad en 2021 vivía en solo 8 países: China (402 millones), India (180 millones), Estados Unidos (172 millones), Brasil (88 millones), Rusia (71 millones), México (58 millones) y Egipto (41 millones).

Los científicos creen que la mayoría de hombres y mujeres de entre 5 y 24 años en Latinoamérica habrán transicionado del sobrepeso a la obesidad para 2041.

Aunque en Ecuador no se ha determinado una cifra exacta actualizada de personas con obesidad y sobrepeso, las cifras de consultas externas en centros del Ministerio de Salud Pública (MSP) permiten ver la cantidad de atenciones referentes a la obesidad y a sus enfermedades asociadas, como la diabetes.

El MSP registró 186.724 consultas primeras (primera atención) y subsecuentes debido a obesidad por exceso de calorías entre enero y julio de 2025. Considerando que en todo 2024 se contabilizaron 246.026 por el mismo motivo, la cifra de los primeros siete meses de 2025 ya sobrepasó el 75 % de los casos del año pasado.

Contando todos los diagnósticos relacionados a obesidad, las consultas externas hasta julio de 2025 alcanzan las 396.848. Las atenciones por diabetes tipo 2 suman 542.486 en el mismo periodo, y superaron las 1.15 millones en el caso de las hipertensión esencial.

José López Gil, docente investigador de la Universidad Espíritu Santo y co autor del estudio publicado en Lancet, explica que las tendencias globales de obesidad son “alarmantes”, y que los esfuerzos desde la salud pública deberían estar concentrados en mejorar el estilo de vida de la población, recalcar la importancia del sueño, y aprender a gestionar el estrés y aprender a alimentarse saludablemente.

En el desarrollo de la obesidad no solo influyen las decisiones personales o el estilo de vida. También hay factores genéticos, sociales, e incluso ambientales, señala López Gil.

Alimentarse saludablemente, continúa, es más caro que acceder a comida procesada y alta en calorías.

Incluso influyen factores geográficos. La población costera, por ejemplo, acceden más fácilmente a pescados y mariscos. “No nos deberíamos preguntar por qué la comida saludable es tan cara sino por qué la comida no saludable es tan barata”, añade López Gil.

Estos motivos también inciden en los índices de sobrepeso y obesidad en niños, quienes no toman sus propias decisiones en cuanto a su nutrición y pueden sufrir consecuencias en su adultez.

“Aquellos niñas, niños y adolescentes que tienen obesidad tienen una probabilidad mucho más alta de seguir teniendo obesidad en la adultez”, dice. “Es cierto que deberíamos respetar todas las dimensiones corporales, pero desde un punto de vista de la salud no podemos glamurizar la obesidad, es una condición de salud grave”.

Uno de los enfoques de investigación que efectúa López Gil desde la UEES está centrado en la obesidad en niños y adolescentes. Han encontrado que uno de cada diez niños está en situación de obesidad, con prevalencias más altas en Galápagos y en la Costa.

Métodos para bajar de peso

Una forma popular de bajar de peso es el fármaco llamado semaglutida, conocido popularmente por su nombre comercial, Ozempic. Esta medicación imita al glucagón, una hormona secretada por el estómago que ayuda a regular los niveles de hambre, de azúcar en la sangre, y ralentiza la digestión, manteniendo la sensación de estar lleno por más tiempo.

No obstante, todavía no se conocen todos los efectos secundarios a largo plazo del uso de este tipo de fármacos.

“Si a una persona le decimos que puede bajar de peso mejorando su estilo de vida va a hacer un sacrificio, pero si le decimos que haga lo mismo que venía haciendo y que se inyecte Ozempic, va a elegir eso. Pero sabemos que si vuelve a sus hábitos anteriores y descontinúa el fármaco va volver a su peso e incluso superarlo. Deberíamos desaconsejar el uso indiscriminado de este tipo de fármacos”, señala López Gil.

Someterse a operaciones es otro método popular de bajar de peso. Napoleón Salgado, especialista en cirugía bariátrica, explica que las dos intervenciones más representativas son la manga gástrica y el bypass gástrico.

La primera consiste en hacer al estómago más pequeño, cortando el 80 % del órgano. Queda en forma de banana, quedando con una capacidad de almacenamiento cinco veces mejor.

“Con ello se logra una saciedad mucho más precoz”, añade Salgado. Al cortar el estómago, añade, se limita la producción de una hormona llamada lagrelina, que se encarga de producir la sensación de hambre.

“Entonces el efecto de la manga va a ser comer poco, llenarse rápido y quitar el hambre. Los pacientes bajan entre 20 y 30 kilogramos (44 – 66 libras) de su peso total”, indica Salgado.

En el bypass, en contraste, no se saca una parte del estómago, sino que se lo divide en una parte “muy pequeña” y otra más grande, que ya no tiene la función de almacenar, digerir ni inyectar el alimento hacia el intestino, sino para producir ácido gástrico.

También se hace un corte a nivel intestinal para asegurar que el alimento pase del estómago al intestino sin ser digerido. A su vez se hace otra unión para los jugos digestivos. En la unión entre ambas empieza la digestión.

“Es un procedimiento más complejo, pero también más completo porque restringe la cantidad de alimento, pero también la capacidad de absorberlos, al menos en el trayecto proximal del intestino. Genera una baja de peso de entre 30 y 40 kilogramos (66 – 88 libras)”, agrega Salgado.

No obstante, no todos los pacientes son candidatos ideales, y Salgado ha tenido que rechazar a varios interesados en operarse.

El candidato ideal para estas intervenciones es uno que ya haya tenido varios intentos de bajar de peso con dieta, ejercicios e incluso fármacos como la semaglutida y no ha tenido éxito.

Cuando un paciente acude al consultorio de Salgado se le realiza una evaluación multidisciplinaria para entender “hasta donde la obesidad está afectando al cuerpo de esa persona”.

Las operaciones, además, representan un cambio drástico en el estilo de vida de los pacientes. Si no cambian de hábitos, explica Salgado, es posible recuperar el peso.

“Por eso deben ser evaluados incluso en la parte psicológica, porque comer generaba placer, alegría. El rato que le quitamos ese hábito puede entrar en problemas de depresión, ansiedad e irritabilidad. El paciente tiene que conocer todo esto antes de tomar la decisión”, concluye Salgado.

Fuente: El Universo

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