141.000 muertes se dieron en un año por infecciones que se deben a la resistencia antimicrobiana. Cuáles son los factores que influyen, según contaron al portal Infobae los científicos que hicieron dos estudios de la región.
Las superbacterias acechan a la humanidad. Pueden desarrollarse naturalmente en el agua, el suelo o el aire tras entrar en contacto con otros microorganismos resistentes. Pero también el uso y abuso de los medicamentos antimicrobianos y la contaminación han estado creando condiciones favorables para haya más microorganismos resistentes.
Nuevos estudios científicos han aportados datos sobre cómo la población de América está siendo afectada por diferentes infecciones que son resistentes a los medicamentos. Más de 2 de cada cinco muertes que implicaron infección en América en un lapso de un año se asociaron con el problema de la resistencia antimicrobiana. Dentro del total de fallecimientos por enfermedad infecciosa, 141.000 muertes fueron atribuibles a que las personas adquirieron patógenos resistentes a los medicamentos.
Así lo reveló un estudio publicado en la revista The Lancet Regional Health Américas. Fue realizado por un grupo de investigadores, que forman parte del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington en los Estados Unidos, y otras organizaciones como la Comunidad Científica Internacional de Control de Infecciones Nosocomiales (INICC)
Cuáles son los factores de la resistencia antimicrobiana
“Las 141.000 muertes en el lapso de un año son atribuibles a infecciones por microorganismos resistentes, ya sea dentro del hospital o fuera del hospital. Se explican por diferentes razones. Se deben a que se consiguen antibióticos sin receta en la farmacia y a que los médicos los recetan para cuadros gripales que no requieren de los antibióticos. También hay un abuso de antibióticos en agronomía y veterinaria, y falta de prevención de infecciones hospitalarias”, afirmó en diálogo con Infobae el médico argentino Víctor Rosenthal, fundador de INICC y uno de los coautores del estudio.
Entre las 293.000 muertes por infecciones bacterianas de las vías respiratorias inferiores, 45.700 muertes eran atribuibles a microorganismos resistentes. De las 266.000 muertes causadas por una infección bacteriana del torrente sanguíneo, 42.600 casos eran atribuibles a patógenos resistentes.
“Hoy el problema de las infecciones resistentes a los medicamentos es tan grave como una pandemia. No fue un aumento repentino de casos. Pero está creciendo por diferentes factores y lleva a que los medicamentos como los antibióticos no beneficien a muchos pacientes”, dijo a Infobae el doctor Rodolfo Quirós, director Médico Sanatorio Las Lomas y ex consultor para la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“En algunos casos las personas consumen antibióticos cuando tienen cuadros virales y no están justificados. Se suma que en establecimientos agropecuarias se usan antibióticos para mantener sanos a los animales en lugares hacinados”, señaló Quirós.
Como todo el planeta y los seres vivos están interconectados hay más factores que también influyen en el problema. Las bacterias resistentes y los genes de resistencia a los antibióticos de los hospitales o la ganadería pueden transmitirse a las instalaciones de tratamiento de aguas residuales o a los ecosistemas, e incluso podrían emitirse desde esos espacios a la atmósfera y quedar expuestos a los seres humanos por inhalación, advirtió otro trabajo publicado en The Lancet Planetary Science llevado a cabo por Hong Chen de la Universidad Zhejiang en China.
El problema de las infecciones resistentes a medicamentos se acrecentó más durante la pandemia por el COVID-19. “Algunas personas tomaron medicamentos como ivermectina y azitromicina cuando no correspondía para prevenir o tratar la infección por el coronavirus cuando no correspondía. Ahora se sabe que la coinfección del virus con una bacteria es menor al 3%”, comentó el experto Quirós.
También hubo dificultades para implementar las medidas de control de infecciones hospitalarias y se desbordaron las terapias intensivas. Son múltiples factores que aceleraron la incidencia de la resistencia a los antimicrobianos, sostuvo.
El doctor Quirós junto con otros investigadores de la Argentina y Estados Unidos hicieron otro estudio que permitió conocer cuál es la mortalidad en pacientes hospitalizados que adquieren infecciones por bacterias resistentes a los medicamentos.
Se trata de una revisión con meta-análisis que incluyó 54 estudios observacionales realizados en América Latina y Caribe y fue publicada en la revista Emerging Infectious Diseases de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos. Es la síntesis más exhaustiva hasta el momento de la evidencia sobre el impacto de las infecciones resistentes en la región de América Latina y el Caribe.
Encontraron que el 45 % de los pacientes internados que adquieren una infección por una bacteria multirresistente (que significa que resiste a varios medicamentos) se mueren.
Además, luego de considerar todos los factores que pueden incidir en el pronóstico, hallaron que las infecciones por gérmenes multirresistentes se asocian a 1,93 veces más muertes que las infecciones por gérmenes menos resistentes.
Cuáles son los mecanismos de resistencia antimicrobiana
Se han identificado diferentes mecanismos de resistencia en las bacterias que afectan a los pacientes. En la revisión se encontró que si un paciente es afectado por bacterias que son resistentes a la vancomicina (que encabezan el ranking de letalidad), tiene 4 veces más chances de morirse.
Si adquiere infección por bacteria que es resistente a los fármacos carbapenémicos, tiene 2,8 más de riesgo de fallecer. Si la bacteria tiene el mecanismo de resistencia a meticilina, la chance de morir es de 1,78. Si la bacteria es resistente a múltiples medicamentos, la chance es de 1,64.
Soluciones para la resistencia antimicrobiana
“Cuando los profesionales de la salud detectan síntomas de una potencial infección bacteriana multirresistente, le indican al paciente un tratamiento empírico inicial. Esta intervención empieza a administrarse antes de que los profesionales cuenten con los resultados de los estudios de cultivo de las muestras de los pacientes. Eso se hace porque esos estudios tarden varios días, y mientras tanto hay que atender el cuadro del paciente considerando los patrones de resistencia conocidos en el lugar de atención”, recordó Agustín Ciapponi, uno de los autores de la revisión, junto con Ariel Bardach. También colaboraron María Macarena Sandoval, María Carolina Palermo, y Emiliano Navarro de lnstituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y Carlos Espinal, de la Universidad Internacional de Florida en Miami.
En el nuevo estudio publicado en la revista de los CDC, los investigadores encontraron diferencias entre la situación en que los profesionales indican el medicamento adecuado y cuando no. Cuando el profesional no acierta con el tratamiento inicial, el paciente se muere 2,27 veces más.
“Al tener en cuenta los resultados con respecto al tratamiento, se recomienda una intensa vigilancia de la resistencia antimicrobiana en los centros hospitalarios, ya que cuanto mejores sean los datos mejor será el tratamiento empírico y el pronóstico de los pacientes”, resaltó Bardach, quien es director del Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública (CIESP) e investigador independiente del Conicet.
Como se trata de un problema global y que afecta al sector de la salud humana y animal, se deben tomar medidas desde “enfoque una sola salud” para encontrar soluciones, subrayó Quirós.
“Las personas no deberían exigir a los profesionales de la salud que les indiquen antibióticos cuando no les corresponden. Si lo tienen que tomar, deben seguir las indicaciones estrictamente”, mencionó.
También hay que tener en cuenta el lavado de manos frecuente y las buenas prácticas de higiene cuando se cocina o se compra comida. El acceso al agua segura también es clave para la prevención.
A nivel comunitario, de acuerdo con Quirós, se recomienda que los centros de salud y hospitales cuenten con los llamados Programas de Optimización de Antimicrobianos (PROA). Allí se hace la prescripción de los antimicrobianos sólo si es necesario y se elige el esquema terapéutico, la dosis, la vía de administración y la duración más convenientes de acuerdo con un diagnóstico certero y óptimo.
“Los PROA deben articularse con programas para la prevención y control de infecciones en los centros hospitalarios para contener la diseminación de estos microorganismos entre los pacientes”, añadió.
Fuente: Infobae