Cuando Paquita Brito Clavijo cumplió la mayoría de edad, Ecuador vivía una dictadura civil, la de José María Velasco Ibarra (en 1970), que fue seguida de una dictadura militar que llevó al poder a Guillermo Rodríguez Lara (1972). La transición a la democracia tomó varios años y en el país no hubo elecciones hasta 1978 y 1979.
Para entonces, Paquita había salido del país, a estudiar en Europa. “No pude votar hasta los 35 años”, cuando regresó a Ecuador, relata. Por eso, la primera vez que vivió unas elecciones (las legislativas de 1986), se presentó antes de las siete de la mañana, tan temprano que la seleccionaron para quedarse como miembro de la junta receptora del voto, en una época en que estas se instalaban en la vía pública.
Paquita había ido acompañada de su esposo extranjero y su hijo pequeño. Ellos la acompañaron a contar los votos hasta la noche, cuando todos sus compañeros de mesa se fueron a casa, porque entonces, afirma, no se seleccionaba preferentemente a profesionales y estudiantes, y tampoco había mucho compromiso por quedarse a cumplir. “¡Era un montón de papeletas!”, recuerda. “Para contarlas, las poníamos en el suelo. Pero era feliz. Yo soy muy patriota”, asegura. Cada vez que hay día de sufragio, mira el discurso de inauguración de la jornada electoral y luego sale a votar, llevando agua y provisiones para los integrantes de la mesa.
Dice que lo hace porque recuerda que solo una vez le ofrecieron algo de comer. Era un año en que había perdido a su mamá, su esposo estaba fuera del país y no tenía quien le llevara el almuerzo. Ese día llegó a votar el gerente de un reconocido hotel del centro de la ciudad, y ella en broma le dijo que tendría que quedarse en la mesa. Él no lo hizo, pero les ofreció sándwiches y bebidas, y al rato llegó un mesero con lo prometido. Paquita se sintió tan bien al recibir ese incentivo que, desde entonces, ella repite la cortesía.
“Si usted les pregunta a las de la mesa, que son siempre las mismas, ellas me están esperando, cuando llego es una alegría”. Ha estado cinco veces en esa labor y lo atribuye a sus años de servicio en el Instituto de Neurociencias, donde ejerció como psicóloga clínica, su especialidad.
Ahora, a los 72 años, Paquita sigue yendo a marcar su papeleta en la Facultad de Ciencias Matemáticas y Ciencias Físicas de la Universidad de Guayaquil y se muestra optimista y contenta de participar en un aspecto de la democracia por el que tuvo que esperar largo tiempo. (I)
Fuente: El Universo