Dos locales de la misma picantería han sido blanco de ataques seguidos por parte de extorsionadores en el suburbio, en la reciente semana. El primer hecho ocurrió la noche del 15 en uno de sus locales, situado en las calles 32 y Maracaibo y cinco días después en un segundo establecimiento, ubicado en las vías 25 y Argentina.
Asimismo, el 22 de este mes, en las calles García Goyena y la 36, se dio otro atentado en una clínica veterinaria. Estos hechos que estarían relacionados con pedidos extorsivos de dinero a locales han levantado las alertas de trabajadores y vecinos del suburbio.
A su vez, la Policía ha iniciado investigaciones por estos tres eventos y va tras la pista de los antisociales involucrados.
Édison Molina, subcomandante del distrito Portete, refirió que se dan operativos seguidos para precautelar los casos de extorsión y dar pronto con la captura de implicados.
Sobre los dos primeros atentados, él dijo que se investiga a una agrupación delictiva que estaría conformada por menores de edad, que presuntamente serían de ese mismo barrio.
“Empiezan a repartir panfletos alusivos a grupos delictivos organizados, que no hay relación en este territorio, y utilizan explosivos caseros, lo que antes era pirotecnia ahora usados para estos ilícitos”, detalló el jefe policial.


Según indagaciones policiales, los menores de edad, de unos 14 años, recibirían entre $10 a $15 por dejar panfletos o accionar los explosivos.
Sonia, una propietaria de un local de venta de comida, expuso que anteriormente solo habían tenido inconvenientes con robos seguidos a peatones, sobre todo a mujeres, por personas en moto. Sin embargo, ella espera que las extorsiones no alcancen a otros locales.
El general Molina sostuvo que en muchos casos estos antisociales dedicados a la extorsión se aprovechan de información difundida para promocionar locales a través de medios locales y de esa manera contactar a los representantes de los mismos para exigir determinada cantidad de dinero.
En ese sentido, hizo un llamado a restringir la difusión de información sensible y cambiar la agenda diaria de actividades para evitar estas amedrentamientos e incluso los intentos de secuestro.
Asimismo, el dependiente de un negocio, Saúl, expuso que los robos suelen darse sobre todo en horarios de mañana cuando los vecinos se retiran hacia sus actividades laborales. “Suele ser 6 de la mañana, a veces están con arma blanca o fuego, en moto se le acercan y le van quitando o arranchando”, explicó.
Él acotó que hay preocupación por los dos atentados a la picantería. Por ello, agregó que la presencia de agentes policiales de civil apoyaría en las diligencias investigativas y también a prevenir delitos.
Él resaltó que está activado el botón de pánico en su teléfono celular en caso de alertas. “Gracias a Dios no ha pasado nada acá. La Policía sí anda en patrulleros, en grupos de moto, pero no a cada rato, pasan sobre todo en la tarde. Si pudieran pasar a pie sería bueno”, acotó el trabajador.
En ocasiones, entre trabajadores hay la sospecha de personas que rondan la zona posiblemente para cometer delitos. Ante ello, Sonia prefiere cerrar un par de horas previas al horario acostumbrado. Antes lo hacía a las 15:00 y ahora lo aplica desde las 13:30.
“Que hagan rondas vigilando, aquí a veces roban pasa a cualquier hora, no hay hora específica. Hasta aquí no ha llegado nada de extorsión gracias a Dios. Aquí incluso se pidió un UPC para la calle porque es más transitada pero no hay espacio”, expuso ella.
También Saúl explicó que suelen abrir en horarios más tardíos, a partir de las 07:00, para que haya mayor movimiento de gente en la calle y evitar sufrir atracos, ya que el panorama solitario sería aprovechado por antisociales.
En los recientes meses, en la zona del suburbio se han desarticulado al menos ocho grupos vinculados a delitos. (I)
Fuente: El Universo