Los bosques de Centinela, región de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, sirvieron por décadas como ejemplo del riesgo de extinción masiva que supone la destrucción de los ecosistemas en favor de actividades productivas.
Calaway Dodson y Alwyn Gentry, dos científicos estadounidenses de renombre, estudiaron la zona en los 80 y 90, detallaron su gran biodiversidad y llegaron a la conclusión de que en la región existían plantas microendémicas, es decir, únicas no solo del país y de la zona, sino de pequeñas extensiones de tierra, como una sola montaña.
Es un concepto similar a lo que sucede en las islas Galápagos, donde es posible que una especie sea exclusiva de unas pocas hectáreas.
En su publicación científica de 1991 titulada Extinción biológica en el Ecuador occidental, Dodson y Gentry detallaron que la destrucción total de los últimos bosques de Centinela significaba que sus “90 especies endémicas”, mencionadas en la investigación, se habrían extinguido.
Ahora, sin embargo, un grupo de científicos de distintas instituciones estadounidenses, ecuatorianas y francesas publicó una investigación que demuestra que las especies que Dodson y Gentry creían que eran microendémicas a pequeñas extensiones de tierra en Centinela (y que supuestamente habían desaparecido por completo) han sido registradas en otros lugares dentro de la misma región de Centinela, de Ecuador, y en otros países, como Colombia.
Los bosques de Centinela, además, no han sido diezmados totalmente todavía, pues sobreviven al menos 19 fragmentos de bosque, de entre 8 y 144 hectáreas de extensión, según análisis satelitales.
Aunque Dodson y Gentry hablaban de 90 especies microendémicas de Centinela, los investigadores actuales identificaron 98 especies tentativamente microendémicas, de las cuales solo una no ha sido encontrada fuera de Centinela: Bifrenaria integrilabia, un tipo de orquídea pequeña.
“Nuestro estudio no está diciendo que no hay extinciones (…). Lo que demuestra es que, por suerte, el endemismo no es tan localizado, y estas especies sí tienen poblaciones en otras partes de Ecuador y otros países”, explica Gonzalo Rivas, profesor de la Universidad San Francisco de Quito y uno de los coautores de la investigación.
Hace algunos años, cuenta Rivas, los tres autores principales de la investigación, Dawson White (Universidad de Harvard y Museo Field de Historia Natural), Nigel Pitman (Museo Field de Historia Natural) y Kenneth Feeley (Universidad de Miami), se preguntaron si existía un sitio con microendemismo tan alto.
Eso los llevó a revisitar la lista original de Dodson y Gentry. Un ejemplo de una planta que se creía extinta es Gasteranthus extinctus, una especie cuya flor consta de pequeños pétalos naranjas.
Los científicos que la describieron para la ciencia en el 2000 consideraron que probablemente estaba extinta, pues solo se la había registrado en Centinela entre 1977 y 1985. Una expedición de 2022 (en la cual participó Rivas), sin embargo, encontró nuevos ejemplares en los remanentes de bosque en Centinela.
“Uno de los resultados principales de este ‘paper’”, añade Rivas, es cuestionar conceptos que se dan por sentado porque las dice alguien de trayectoria, aunque resalta que Dodson y Gentry “tienen bien ganados sus grandes nombres” por sus aportes a la ciencia y los extensos trabajos de campo que realizaron en sus carreras.
No obstante, aunque Centinela no tenga el nivel de microendemismo que se creía, la región sigue siendo de vital importancia por su alto nivel de endemismo: todavía hay plantas que solo están en Centinela, y sus bosques siguen siendo destruidos.
Así, los investigadores creen que la falta de información disponible llevó a Dodson y Gentry a proponer que hubo una extinción masiva en Centinela. Desde entonces, la digitalización de registros internacionales de plantas ha permitido determinar que estas plantas sí existían en otros lugares.
“Se dieron cuenta de que la deforestación avanzaba de manera agresiva, y que los sitios donde habían colectado en Centinela habían prácticamente desaparecido, y que solo quedaban los especímenes de herbario que ellos habían colectado. Asumieron que se trataba de una extinción masiva porque en ese tiempo no había registros de otros lugares”, indica Xavier Cornejo, del Herbario GUAY de la Universidad de Guayaquil, quien también es co autor de la publicación.
Sin embargo, Cornejo considera que es muy pronto para “decir que se ha refutado el proceso de extinción masiva de manera frontal (…). Lo que yo interpreto es que no es un proceso de extinción masiva como se lo entendía al principio”. Así, esto no quiere decir que las especies en Centinela no estén en peligro, pues sus otras poblaciones también sufren de fragmentación y otras amenazas.
En el estudio también participaron investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, los jardines botánicos Marie Selby y de Missouri (ambos de Estados Unidos), la Universidad de Montpellier (Francia), el Instituto Nacional de Biodiversidad (Ecuador), el Gobierno Autónomo Descentralizado Provincial de Santo Domingo de los Tsáchilas y la Universidad de las Américas (Ecuador). (I)
Fuente: El Universo