A lo largo del siglo XIX, la vida laboral en Gran Bretaña estaba marcada por jornadas agotadoras, seis días a la semana. Sin embargo, la idea de descansar el sábado y el domingo, lo que hoy se conoce como el fin de semana, era una noción aún lejana. Fue un proceso gradual y complejo que involucró tradiciones no oficiales, campañas sociales y el crecimiento de la industria del ocio. El origen de los días de descanso está profundamente influenciado por la interacción de diversos actores: movimientos obreros, grupos religiosos, empresas y sindicatos.
Origen del fin de semana
El descanso durante el sábado y el domingo no fue el resultado de una sola ley o decreto, sino fruto de una larga evolución. A mediados del siglo XIX, los trabajadores empezaron a resistir las agotadoras semanas de seis días y buscaron momentos para recuperarse de la fatiga física y mental. La Revolución Industrial había extendido las jornadas laborales a más de doce horas diarias, lo que obligó a los obreros a luchas por obtener más tiempo libre.
La práctica del “Lunes Santo”
Uno de los primeros ejemplos de resistencia a la jornada laboral de seis días fue el “Lunes Santo”, una costumbre que imitaba las fiestas religiosas, pero tenía un trasfondo totalmente secular. Los artesanos calificados de la época adoptaron esta práctica para alargar su descanso después del domingo. Tras jornadas intensas que solían terminar los sábados por la noche, los trabajadores tomaban los lunes para recuperarse.
Aunque esta costumbre afectaba la productividad, las fábricas la aceptaron durante un tiempo, especialmente porque las salas de música y los teatros aprovechaban este día para organizar eventos. Sin embargo, con el tiempo, los empleadores comenzaron a rechazar la idea debido al impacto negativo que tenía en el rendimiento.
A medida que el “Lunes Santo” se popularizaba, tanto los sindicatos como los grupos religiosos vieron la oportunidad de formalizar un nuevo modelo de descanso semanal. En ese sentido, con el objetivo de mejorar las condiciones laborales, presionaron por un descanso que no dependiera de costumbres informales.
Al mismo tiempo, las autoridades religiosas defendían la idea de un descanso el sábado, argumentando que esto ayudaría a mejorar la moral y la cultura de los trabajadores. En 1862, el padre George Heaviside señaló que un fin de semana formalizado permitiría a los obreros llegar más descansados al domingo, lo que también aumentaría la asistencia a la iglesia.
La Asociación de Cierre Temprano
El cambio hacia una semana laboral más corta cobró impulso con la creación de la Asociación de Cierre Temprano en 1842, un grupo de campaña que abogaba por liberar la tarde del sábado a cambio de un día completo de trabajo los lunes. El grupo, formado por empresarios, líderes religiosos y miembros de las élites locales, logró establecer sucursales en diversas ciudades industriales. Su propuesta no solo se basaba en mejorar las condiciones laborales, sino en fomentar una fuerza laboral más sobria y respetable. Al reducir el tiempo libre asociado con los excesos del lunes, la asociación promovía un modelo de ocio más ordenado y racional para la clase trabajadora.
A medida que más empleadores adoptaban los sábados de medio día, la industria del ocio vio una oportunidad de negocio. Los operadores de trenes comenzaron a ofrecer tarifas reducidas para las excursiones durante ese día, y los teatros y salas de música trasladaron sus espectáculos principales de los lunes a las tardes del sábado.
Sin embargo, uno de los cambios más influyentes fue la creciente popularidad del fútbol. Durante la década de 1890, los partidos del sábado por la tarde se convirtieron en un fenómeno de masas, reforzando la idea de que el fin de semana debía incluir tiempo libre para actividades recreativas.
Adopción gradual del fin de semana de 48 horas
A pesar del crecimiento de las campañas, la adopción de un fin de semana de 48 horas no fue ni rápida ni uniforme. La decisión de liberar la tarde del sábado dependía de cada empleador, lo que hizo que la práctica se consolidara lentamente.
Fue solo hacia finales del siglo XIX cuando el concepto comenzó a afianzarse. Para entonces, la combinación de los esfuerzos de los sindicatos, el comercio de ocio y los argumentos religiosos había creado las bases para el fin de semana moderno. No obstante, no fue hasta la década de 1930 cuando el descanso completo de sábado y domingo se volvió una norma generalizada, impulsada en parte por los empleadores, que descubrieron que un descanso más prolongado mejoraba la eficiencia y reducía el ausentismo en las fábricas.
Fuente: Infobae