Los extensos cortes de luz por los que atraviesa Ecuador desde septiembre de 2024 no solo apagan negocios, sino también las esperanzas de comerciantes y emprendedores, en especial de los negocios nocturnos de Guayaquil.
Eduardo Carrión y Valeria Carvajal son solo un ejemplo de lo que los apagones y la inseguridad pueden hacer con los locales de diversión: quebrarlos.
Esta pareja de gestores culturales ha visto cómo su local insigne, el bar roquero Kruger, uno de los íconos de la música independiente guayaquileña, ha quedado sepultado por la adversidad.
Desde que comenzó a funcionar, hace 14 años, Kruger ha batallado contra las crisis económicas, regulaciones, pandemias e inseguridad.
Pero los apagones han dado la estocada final a este templo de la cultura underground, por el que han desfilado aproximadamente 500 bandas, entre nacionales, como La Trifullka, No Token, Zabandijas de la 18 o Demencia Extrema.
E internacionales como la neoyorkina The Casualties o la argentina 2 Minutos. Lo que comenzó como un bar roquero, mutó a un centro cultural responsable de eventos como Poéticas del Movimiento, una fusión de poesía, danza y música que incluso llamó la atención del Ministerio de Cultura.
También acogió en su seno a bandas de rock independientes que han tocado en la calle Panamá, en el centro de Guayaquil, en tres fechas estelares del año: Carnaval, Fiestas Julianas e Independencia de Guayaquil.
Luego de la crisis económica originada por la pandemia de Covid-19, en 2020, los negocios nocturnos se enfrentaron a una nueva amenaza: la violencia, que derivó en constantes estados de excepción y toques de queda, con la consabida regulación de horarios de atención.
Así comenzó Kruger 2024, luego de que en enero estallara la guerra contra el crimen organizado en Ecuador por el ataque a las instalaciones de TC Televisión.
Los toques de queda lo obligaban a cerrar su local a las 22:00, lo que dificultó conseguir recursos para pagar la renovación de tasas de habilitación municipal de bares y discotecas.
Esto, más dos clausuras impuestas a Kruger (USD 485 cuesta cada una), que tramita la renovación de su permiso de funcionamiento, ha provocado una crisis de la que no hay regreso posible.
«Hice de todo, somos personas que no nos dejamos vencer… bueno, recién nos vencieron ahora con todo lo que está pasando», reflexiona Carrión, aún refugiado en su bar, por el cual paga USD 500 de arriendo al mes y que aún conserva el perfume de la bohemia.
Luego de tres semanas sin trabajar, las pérdidas para estos empresarios ascienden ya a USD 2.000, lo que ha significado despedir a cinco de sus colaboradores y quedarse solos.
«Hasta nosotros estamos desempleados», dicen, mientras esperan reunirse con las autoridades de la Gobernación de Guayas para resolver su situación.
«La vida nocturna ha sido la más golpeada»
El vicepresidente de la Asociación de Bares y Discotecas de Guayaquil, Ernesto Vásquez, sostiene que los horarios regulados para los apagones «mata toda la vida nocturna» en Guayaquil, lo que ha significado incluso que el gremio de 150 propietarios en Guayas se haya reducido desde la pandemia.
«A nosotros nos comen las rentas y los gastos operativos que no se pueden esquivar, como la luz o el agua. Debemos tener guardias, cajeros, disc jockeys».
Ernesto Vásquez, vicepresidente de la Asociación de Bares y Discotecas.
El dirigente agrega que la renovación de permisos de funcionamiento se ha convertido en un problema por los «trámites burocráticos» que deben cumplir.
Según él, las autoridades «siempre han tenido trabadas las tasas de habilitación para bares y discotecas, porque no quieren que podamos ser negocios lícitos». Debido a todos los problemas económicos, Vásquez calcula que al menos el 30% de 400 locales ha cerrado sus puertas en los últimos años.
A esto se suma la inseguridad que sienten los ciudadanos en las calles de la ciudad, lo que disminuye el consumo en bares y discotecas.
Los principales problemas de convivencia en los barrios guayaquileños son la inseguridad (49%), la venta y el consumo de drogas (40%), así como las calles en mal estado (28%), según una encuesta publicada en septiembre de 2024 por la iniciativa Guayaquil, como vamos, con apoyo de la Usaid.
En el sondeo, realizado a 1.700 personas, consta que el 68% de los guayaquileños se siente inseguro en espacios públicos.
En el último año, el 43% de la población consultada ha sido víctima de la delincuencia en la ciudad (un 64% del universo de encuestados ha sido víctima de robo con violencia y un 10% de los participantes del sondeo se reconocieron como víctimas de extorsión), según la encuesta.
Fuente: Primicias