La sostenibilidad es una cuestión existencial en dos ámbitos: para la humanidad, que sufre graves consecuencias por las diferentes aristas de la crisis ambiental, y para las empresas, que cada vez más deben tomar un giro de conciencia ecológica en sus negocios.
Así lo expuso Gustavo Manrique, que fue ministro del Ambiente, Agua y Transición Ecológica de 2021 al 2023 y presidente de Sambito Holding, uno de los panelistas invitados al foro, quien opinó sobre las consecuencias que podrían sufrir las empresas que no se enfoquen en la sostenibilidad de sus procesos.
Los negocios que no tengan credenciales de sostenibilidad, sobre todo si están involucrados en mercados internacionales, están destinados a desaparecer dentro de los próximos diez años, agregó el experto. “El 66 % de la población está dispuesta a pagar más por un producto sostenible, y en los millennials esta cifra llega al 73 %, según una encuesta de Nielsen”, expresó.
Otro factor es la dificultad de acceder a financiamiento. Los bancos hoy “actúan como una segunda autoridad ambiental” al exigir licencias y permisos ambientales como condiciones para entregar créditos. Manrique planteó el ejemplo de una empresa que no cuenta con planta de tratamiento de aguas residuales: “Ahí vienen dos problemas: el social y el jurídico. En el social, si esa industria genera malos olores, los vecinos te la van a cerrar, o tus compradores finales no te van a elegir, y el banco no va a recuperar su crédito”.
Incluso, señaló, ya hay instituciones financieras en Ecuador que ofrecen rebajas en las tasas de interés de créditos si un plan de construcción de viviendas cuenta con paneles solares y recirculación de agua, por ejemplo.
Las regulaciones y sanciones también influyen tanto en Ecuador como en los mercados internacionales.
En tres meses, dijo Manrique, solo el café, cacao y palma que cuente con certificado de que su cultivo no haya resultado en deforestación podrá ingresar a la Unión Europea.
A su vez, Manrique explicó que la reputación de una empresa puede verse afectada por prácticas poco sostenibles, y estas, además, pueden generar un ahorro de dinero en ocasiones.
“El 50 % es cumplir con economía circular, empaques sostenibles, equidad de género, energía limpia. El resto es cómo lo cuentas para que te elijan”.
Fuente: El Universo
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