El malecón Simón Bolívar, renovado, llega a los 25 años con algunas variantes y casi 2 millones de visitantes cada mes

Un artista entona una serie de melodías con su saxofón y mantiene entretenidos a los ciudadanos que se ubican en bancas instaladas cerca del Hemiciclo de la Rotonda, en el Malecón Simón Bolívar, en Guayaquil.

Esa escena se da mientras otros ciudadanos comparten la toma de fotografías con el fondo de los próceres Simón Bolívar y José de San Martín, y además unas letras corpóreas que dan cuenta de los 25 años de la renovación del malecón de 2,5 kilómetros.

Actualmente, este espacio es uno de los sitios predilectos de locales y visitantes, considerado el principal punto turístico. Muestra de ello es que por mes acoge 1′800.000 visitas, con picos del 30 % más en fiestas.

Cidinha de Weber, gerente de comunicaciones y marketing del Malecón, resalta que este espacio se ha convertido en el lugar más visitado de la ciudad, siendo el punto que desató la regeneración urbana en el pasado siglo, así como el pretexto para enaltecer todos los sentimientos y despertar el orgullo por esta urbe.

El lugar alberga monumentos, miradores, museos, sitios de relevancia histórica, arte al aire libre y más opciones.

Hasta fines del siglo pasado presentaba una imagen deteriorada, con presencia de consumidores de droga, acumulación de basura y otros problemas sociales.

En 1998, en medio de la administración de León Febres-Cordero se dio paso a una regeneración en el malecón, con una primera etapa que se entregó el 9 de octubre de 1999, entre la avenida 9 de Octubre y la Torre Morisca, situada en la calle 10 de Agosto, ahora República de Guayaquil.

Luego, el malecón seguiría con distintas etapas que se expandieron hacia el extremo sur, donde se ubica el Palacio de Cristal, y al barrio Las Peñas en dirección al norte.

A la altura de la calle Loja se ubica el Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo (MAAC), cuya administración está en manos del Ministerio de Cultura. En este año hubo discrepancias con la Alcaldía por la falta de mantenimiento de esta área. En algunas zonas hay letreros y trabajos que dan cuenta de las adecuaciones por parte del ente estatal.

A pocos metros también se ubican la noria La Perla, inaugurada en 2016, y los juegos del Safari Xtreme.

En la zona de la calle Junín, otros espacios de juegos acogen a familias enteras, sobre todo niños, que acuden a divertirse. Además hay un vagón sin utilizar y que perteneció a uno de los primeros ferrocarriles. Ese espacio estaba a cargo de la extinta Empresa de Ferrocarriles. En su fachada se han instalado murales.

A unos metros está la plaza de los donantes, que alberga placas de vidrios con los nombres de quienes a través de los impuestos colaboraron en la construcción del malecón. En la calle Imbabura se ubican un muelle de botes de paseos turísticos y un jardín botánico.

Elena Chang, moradora del norte, es una visitante frecuente. Ella gusta de pasear sobre todo por esa zona de los jardines y además de sus sitios al aire libre para tomar café mientras percibe la brisa de la ría.

“El malecón se convirtió en el lugar preferido de paseos familiares, facilita quedarse muchas horas por todo lo que tiene”, dijo la adulta mayor.

En la calle Aguirre se sitúa el Paseo de los Presidentes, con importantes monumentos de políticos y el Yacht Club. Además, en ese espacio se suelen presentar ferias de emprendedores y teatreros callejeros.

A la altura de la calle Sucre también reposa el busto de León Febres-Cordero, mientras que en la calle República de Guayaquil (antes 10 de Agosto) está la Torre Morisca.

Toma aérea en la zona de la Torre Morisca, ubicada en la calle República de Guayaquil (antes 10 de Agosto). Foto Carlos Barros / EL UNIVERSO

Entre la calle Colón y la av. Olmedo hay centros comerciales, patios de comida y el Mercado del Río, que ahora solo opera en una de las dos alas abiertas en 2018.

En esa área final del malecón se da cabida al imponente Palacio de Cristal, monumento de José Joaquín de Olmedo y un mercado artesanal que en estos recientes años ha perdido su trajín comercial.

En ciertos tramos como la calle Colón y en la av. 9 de Octubre y Junín, los guardias usan detectores de metales para evitar eventos delictivos y además deben lidiar con los constantes intentos de comerciantes informales que buscan ofrecer sus artículos en el interior.

Carlos Marín, otro ciudadano, suele caminar entre este espacio, llegar al faro y terminar en Puerto Santa Ana.

“Es un paseo entre lo moderno, lo que se mantiene antiguo y el futuro, y el río siempre de acompañante de esta ciudadana“, relató el hombre.

Expuso que las actividades del MAAC deberían tener mayor difusión para masificar la llegada de visitantes a las expresiones de arte y cine independiente.

Chang remarcó que es clave precautelar el mantenimiento de todas las áreas, el orden y control del sitio por el que se dieron cambios hace un cuarto de siglo.

Asimismo, otra ciudadano, Fidel Marín, expuso que en el malecón hay una amplia variedad de espacios que permiten a las familias compartir de manera sana y sin mayores gastos. “A veces estoy por el centro por trabajo y me escapó acá un rato para relajarme, sentarme en una banca y ver el río”, dijo y remarcó que los fines de semana aprovecha para asistir con familiares a pasear en las camineras y observar algún show de artistas.

Fuente: El Universo

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