Carlos Flores Santander fue sentenciado a 34 años y ocho meses de prisión por el femicidio de Cristina Palacio en marzo de 2017, en Cuenca.
A pesar de que fue uno de los casos más sonados de Cuenca, una jueza de Montecristi le otorgó un habeas corpus y salió de la cárcel seis años después de que se le dictara la sentencia. Es decir, solo cumplió seis de los 34 años de condena.
La fuga del femicida de Cristina Palacio
Cuando se revirtió la boleta para que ingresara nuevamente a la cárcel, Santander ya se había fugado.
Un mes después de que la jueza le otorgó el habeas corpus, el 23 de abril de 2023, se notificó su supuesto fallecimiento. Las fechas del acta de defunción generan dudas, pues hay escritos que se presentaron en esas mismas fechas.
Posteriormente, la familia de Carlos Flores Santander pidió que se anule la sentencia debido al fallecimiento, que supuestamente ocurrió en Venezuela.
La defensa de Flores Santander dice que murió en un siniestro de tránsito. Su familia dice que luego de la muerte cremaron sus restos y sus cenizas fueron arrojadas al lago Maracaibo.
La negación del pedido de extinción de la pena
Este martes 30 de julio, el Tribunal Penal del Azuay negó el pedido de extinción de la sentencia contra Carlos Flores Santander, con voto mayoritario.
Esto debido a que la supuesta muerte presenta muchas inconsistencias, a pesar de que el padre presentó un acta de defunción.
La audiencia para la extinción de la pena se dio el 24 de julio en el Complejo Judicial de Cuenca; sin embargo, la decisión fue anunciada hoy.
Cuerpo de Cristina Palacio fue encontrado en el río Cuenca
La tarde del 3 de abril del 2017, el Ministerio del Interior confirmó el hallazgo del cuerpo de Cristina Palacio, en Cuenca.
En medio de la búsqueda, una persona dijo una semana antes del hallazgo que fue él quien terminó con la vida de la chica y que los restos los arrojó en el río Cuenca.
La Secretaría de Estado señaló que unidades élites de la Policía localizaron el cuerpo, luego de una “intensa búsqueda”. El hallazgo se produjo en el embalse de Guachapala–Azuay.
Fuente: El Comercio