El acto de obsequiar un libro se ha consolidado como una tradición que supera el tiempo. Sin embargo, recibir uno implica un ritual sensorial único que inicia al rasgar el empaque y dejarse llevar por ese aroma inconfundible que emana de sus páginas. Incluso para quienes no leen con frecuencia, este olor posee un magnetismo universal.
¿Por qué este aroma genera bienestar?
La atracción por el perfume de las hojas no es solo una cuestión de nostalgia. Expertos en perfumería señalan que este aroma resulta acogedor porque “no se percibe como hostil”. Al no ser un olor de origen animal, humano o alimentario, el cerebro lo interpreta como algo seguro y no nocivo, lo que fomenta estados de calma, concentración y silencio.
Evolución olfativa: De lo mineral a lo meloso
No todos los libros huelen igual; su fragancia cambia drásticamente con el paso de los años debido a la degradación química de sus componentes:
| Estado del libro | Perfil Olfativo | Evocaciones comunes |
|---|---|---|
| Libros nuevos | Notas minerales y limpias | Papel recién fabricado, modernidad |
| Libros antiguos | Matices dulces, amaderados y melosos | Vainilla, té reposado, madera vieja |
Mientras los ejemplares recién impresos desprenden frescura, los textos antiguos adquieren una densidad que recuerda al aserrín, el papel reciclado o los muebles de antaño. Es una esencia discreta que suele impregnar la atmósfera de librerías y bibliotecas.
La ciencia detrás del papel viejo
Este fenómeno ha despertado tanto interés que en 2017, un grupo de investigadores propuso que el olor de los libros antiguos sea reconocido como Patrimonio Mundial Inmaterial de la UNESCO. La ciencia ha logrado identificar las moléculas exactas responsables de este deleite olfativo:
- Vanilina: Aporta el toque a vainilla.
- Ácido benzóico: Responsable de las notas de miel.
- Aldehídos: Generan matices frutales y de hierba cortada.
- Furfural: Aporta el aroma a aserrín y almendras.
“Los libros tienen memoria de los lugares. El papel es poroso y absorbe el entorno: la humedad de una bodega, el aroma de una habitación o el aire de una biblioteca antigua”.
Un objeto multisensorial irreemplazable
A pesar del dominio de la era digital, el libro físico se mantiene vigente como un objeto que apela a todos los sentidos. La experiencia multisensorial de tocar el papel, observar la tipografía y percibir su fragancia refuerza el vínculo emocional con la lectura. Por ello, el libro impreso sigue siendo el regalo predilecto, especialmente en épocas festivas, donde su presencia bajo el árbol simboliza una conexión tangible con la historia y la cultura.
Fuente: Infobae