Espionaje nazi en Hawái: El oscuro secreto de la familia Kuehn

En el mundo de las relaciones humanas, existen secretos familiares que pueden redefinir por completo la identidad de una persona. Para Christine Kuehn, la revelación no fue una simple aventura del pasado, sino el descubrimiento de que sus abuelos y su tía formaron parte de una peligrosa red de espionaje nazi en pleno corazón de Hawái.

En su reciente obra titulada Family of Spies, Christine relata la compleja relación con su padre, Eberhard Kuehn, un hombre de imponente presencia y marcado acento alemán que siempre evitó profundizar en sus años de juventud en el archipiélago. Eberhard mantenía su pasado bajo llave, llegando incluso a advertir a sus parientes que no mencionaran nada sobre su historia previa.

Lo que Christine ignoraba era que, mientras su padre luchaba en el Pacífico con las fuerzas aliadas, el resto de su familia servía directamente a los intereses del Tercer Reich.

 Joseph Goebbels (AP)

Una fachada de acero y traición

Bajo las órdenes directas de Joseph Goebbels, el patriarca Otto Kuehn se instaló en Hawái fingiendo ser un próspero empresario del sector metalúrgico. Sin embargo, su verdadera labor era mucho más siniestra: recopilar inteligencia naval estratégica sobre la flota de Estados Unidos para entregarla a los contactos japoneses, facilitando así el camino hacia el histórico ataque a Pearl Harbor.

El clan Kuehn estaba profundamente dividido por la ideología y la geografía:

  • Otto y Friedel Kuehn: Los cabecillas de la operación en Hawái.
  • Ruth Kuehn: Hija de Friedel, quien utilizó su carisma para infiltrarse en círculos militares estadounidenses.
  • Leopold Kuehn: Permaneció en Alemania como funcionario del Ministerio de Propaganda y murió defendiendo Berlín.
  • Eberhard Kuehn: Se distanció de sus padres y terminó combatiendo contra el Eje.

La vida de los Kuehn en las islas estuvo marcada por una opulencia desmedida, lujos y comodidades que eventualmente despertaron las sospechas de las autoridades locales y del FBI.

Imagen del bombardeo a Pearl Harbor (AP)

El colapso de la red de espías

Fue en 1994 cuando Christine recibió una carta de un investigador que buscaba detalles sobre las actividades nazis de su abuelo. Tras una confrontación emocional, su padre Eberhard finalmente rompió el silencio. La investigación posterior reveló que el agente del FBI, Robert Shivers, ya seguía de cerca a la familia antes de la guerra.

Las pruebas acumuladas contra ellos eran contundentes e incluían:

Evidencia Encontrada Propósito de Espionaje
Fondos sospechosos Financiamiento de operaciones encubiertas.
Binoculares de alta potencia Vigilancia de movimientos navales en la costa.
Señales luminosas Comunicación directa con embarcaciones japonesas.

Uno de los personajes más enigmáticos fue Ruth Kuehn. Con un pasado vinculado a las juventudes hitlerianas y un presunto romance con Goebbels, Ruth se convirtió en una pieza clave al seducir a oficiales estadounidenses para obtener datos confidenciales. Tras el fin de la guerra y un intercambio de prisioneros en 1945, regresó a Alemania y luego volvió a EE. UU. con una identidad renovada, ocultando sus crímenes hasta su muerte.

Otto y Friedel Kuehn, 1935, a bordo del SS Stuttgart

Al final, la historia de los Kuehn es un relato de lealtades divididas. Eberhard, con solo 15 años, logró convencer a los interrogadores de su inocencia y decidió forjar un camino distinto al de su familia, enlistándose para combatir al enemigo que sus propios padres apoyaban. Su silencio durante décadas no fue solo olvido, sino un mecanismo de supervivencia para proteger a su descendencia del peso de la infamia.

Fuente: Infobae

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