La ciencia médica ha dado un paso crucial para entender la relación entre la salud mental y el deterioro cognitivo a largo plazo. Un reciente estudio liderado por especialistas del University College de Londres ha identificado que ciertos síntomas depresivos experimentados durante la mediana edad son indicadores determinantes del riesgo de desarrollar demencia hasta dos décadas después.
¿Cuáles son las señales de alerta?
A diferencia de lo que se creía anteriormente, no todos los tipos de depresión actúan de la misma forma. Los expertos se enfocaron en seis manifestaciones específicas que actúan como predictores tempranos:
- Pérdida de la confianza en uno mismo.
- Incapacidad o dificultad para afrontar problemas cotidianos.
- Falta de calidez emocional.
- Sentir nerviosismo constante.
- Insatisfacción recurrente con el desempeño de tareas.
- Problemas severos de concentración.

“Este enfoque basado en síntomas específicos nos otorga una visión mucho más nítida sobre quiénes podrían ser vulnerables décadas antes de que la demencia se manifieste”, señaló el Dr. Philipp Frank, autor principal de la investigación.
Un monitoreo riguroso de 25 años
Para llegar a estas conclusiones, se analizaron los datos de 5.811 adultos que formaron parte de un seguimiento longitudinal británico. Los participantes, que al inicio tenían entre 45 y 69 años, fueron monitoreados durante un cuarto de siglo mediante registros de salud nacionales. Al finalizar el periodo de observación, el 10,1% de la muestra había desarrollado algún tipo de demencia.

| Factor Analizado | Impacto en el Riesgo |
|---|---|
| Depresión general (más de 5 síntomas) | 27% de incremento |
| Baja autoconfianza | 50% de incremento |
| Dificultad para lidiar con problemas | 50% de incremento |
El factor de la edad y la reserva cognitiva
El estudio enfatiza que estas señales son particularmente críticas en adultos menores de 60 años. El riesgo de demencia se dispara cuando estos síntomas afectan la reserva cognitiva, que es la capacidad del cerebro para resistir daños neuropatológicos sin alterar el funcionamiento mental de forma significativa.

Los investigadores sugieren que factores como la pérdida de confianza y los problemas de concentración tienden a reducir la interacción social y las actividades que estimulan el cerebro, debilitando las defensas naturales contra el deterioro cognitivo crónico.

Por el contrario, otros síntomas que solemos asociar comúnmente con la depresión severa, como el insomnio, las ideas suicidas o el simple bajo estado de ánimo, no mostraron una asociación estadística significativa con la demencia a largo plazo en esta investigación.

A pesar de la contundencia de los hallazgos, el equipo de investigación pide cautela. Si bien estos patrones permiten avanzar hacia tratamientos personalizados de salud mental, es importante recordar que padecer depresión no garantiza el desarrollo de demencia, aunque sí constituye una señal de advertencia para tomar medidas preventivas a tiempo.
Fuente: Infobae