¡La ciencia avanza a pasos agigantados! Un equipo de mentes brillantes de la Universidad de Michigan y la Universidad de Pensilvania ha dado a luz a los robots programables y autónomos más diminutos del planeta. Estas maravillas tecnológicas miden apenas 0,2 por 0,3 por 0,05 milímetros, haciéndolos casi imperceptibles al ojo humano.
Estos ingenios, capaces de funcionar por meses, prometen revolucionar sectores clave como la medicina y la manufactura. Su habilidad para nadar, procesar información sensorial y actuar de forma independiente abre un abanico de posibilidades sin precedentes.
El impresionante logro fue detallado en la prestigiosa revista Science Robotics, siendo el resultado de una fructífera colaboración entre ambas instituciones. Este hito marca un antes y un después en la miniaturización robótica, impulsando el desarrollo tecnológico hacia nuevas fronteras.
Propulsión eléctrica y «cerebros» ultracompactos: la fórmula del éxito

Los microrrobots desarrollados por la Universidad de Michigan y la Universidad de Pensilvania superan un obstáculo técnico que ha frenado la robótica a microescala por décadas: la movilidad autónoma. Cada uno de estos robots, con un costo de producción de apenas un centavo, alberga un «cerebro» electrónico avanzado. Este sistema les permite captar señales del entorno y ejecutar tareas previamente programadas.
Su tamaño, comparable al de muchas formas de vida microscópica, les confiere la capacidad de operar en escenarios donde la intervención humana es sencillamente imposible. La clave de su funcionamiento radica en la sinergia entre una propulsión innovadora y una computación de mínima expresión.
El sofisticado sistema de movimiento, concebido por el equipo de Pensilvania, permite a los robots desplazarse con patrones complejos e incluso coordinar movimientos grupales, emulando la dinámica de un cardumen de peces. Lo más asombroso es que no dependen de partes móviles, lo que garantiza una durabilidad excepcional y la capacidad de operar por meses.

Según la Universidad de Michigan, su desplazamiento se logra mediante un campo eléctrico que manipula iones en el fluido circundante. Esta interacción genera el impulso necesario para su movimiento.
Sistemas inteligentes con un consumo energético mínimo
En el ámbito computacional, los líderes del proyecto, David Blaauw y Dennis Sylvester, han desarrollado un sistema que consume la asombrosa cifra de 75 nanovatios. Esto representa una fracción 100.000 veces menor que la energía que demanda un reloj inteligente. Para alcanzar tal nivel de eficiencia, una parte significativa de estos robots está dedicada a paneles solares que les suministran la energía vital.
La comunicación y programación se efectúan a través de pulsos de luz. Cada robot posee un identificador único, permitiendo la asignación de tareas específicas dentro de un grupo. Blaauw explicó la necesidad de diseñar desde cero el software, optimizando las órdenes para la limitada capacidad de memoria de estos microrrobots.

Aplicaciones futuras: un mundo de posibilidades
El alcance de estos robots programables se extiende a múltiples dominios. En el sector médico, podrían desempeñar un papel crucial en la monitorización de células individuales, detectando variaciones de temperatura con una precisión de hasta un tercio de grado Celsius. Su reporte de datos se realizaría mediante movimientos específicos, como la «danza» de las abejas, alertando sobre anomalías o rastreando procesos biológicos en tiempo real.
En la industria manufacturera, estos robots facilitarían la construcción de dispositivos a microescala, interviniendo en operaciones que demandan una precisión extrema y acceso a espacios reducidos. La Universidad de Michigan anticipa que futuras versiones incorporarán programas más complejos, sensores avanzados y la capacidad de operar en ambientes más desafiantes.
Un hito definitorio en la robótica programable
Los responsables del proyecto subrayan la naturaleza pionera de este avance. Marc Miskin, de la Universidad de Pensilvania, afirmó con orgullo: «Hemos conseguido robots autónomos 10.000 veces más pequeños», estableciendo así una nueva escala para la robótica programable.

Blaauw destacó la sinergia entre el sistema de propulsión de Pensilvania y los microcomputadores de Michigan como clave para superar las barreras anteriores en el campo. Ambos equipos coinciden en que este desarrollo sienta las bases para una nueva generación de robots inteligentes y funcionales a escala microscópica.
Para la Universidad de Michigan, este logro es solo el preludio de una era transformadora en la robótica a microescala. El futuro promete la integración de mayores niveles de inteligencia y funcionalidad en dispositivos casi invisibles, capaces de operar de forma autónoma durante prolongados periodos y en entornos hasta ahora inalcanzables.
Fuente: Infobae