Microsoft ha puesto la mira en uno de los puntos débiles de su sistema operativo más reciente. Tras recibir numerosas críticas de la comunidad de jugadores, la compañía finalmente ha admitido los problemas de rendimiento que Windows 11 presenta en los videojuegos. La solución llegará en 2026 con la implementación de un ambicioso paquete de mejoras denominado Performance Fundamentals.
Este conjunto de innovaciones busca darle un giro radical a la experiencia de juego en la plataforma, apuntando a disipar la percepción negativa que ha rodeado a Windows 11 desde su lanzamiento. El reconocimiento de estas deficiencias en la optimización marca un hito significativo, ya que la empresa ha aceptado que la gestión de recursos del sistema no ha cumplido las expectativas, especialmente tras la integración de nuevas funciones de inteligencia artificial que han sobrecargado el entorno operativo.

Las quejas recurrentes de los usuarios sobre la lentitud y la falta de eficiencia al ejecutar títulos exigentes han sido el impulso definitivo para que Microsoft tome cartas en el asunto. La comunidad gamer ha sido clara, y ahora la empresa busca responder con acciones concretas.
El «Performance Fundamentals» de Microsoft: ¿Qué esperar?
En respuesta directa a este panorama, Microsoft ha desvelado Performance Fundamentals. Este paquete aglutina cuatro pilares clave diseñados para potenciar el rendimiento de los juegos en Windows 11. El objetivo principal es que los jugadores disfruten de una experiencia mucho más fluida y optimizada, eliminando las barreras que han frustrado a muchos hasta ahora.
La primera iniciativa es la expansión de la Xbox Full Screen Experience. Si bien no es una novedad total, la compañía pretende hacerla accesible a un número mucho mayor de dispositivos. Esta herramienta crea un entorno virtual dedicado para la ejecución de juegos, aislando el proceso de juego de las múltiples aplicaciones y servicios que suelen operar en segundo plano en Windows 11, liberando así recursos valiosos.

De esta forma, se optimizará la asignación de memoria RAM, potencia de procesador y rendimiento de la tarjeta gráfica, lo que se traducirá directamente en una mejora tangible durante las sesiones de juego más intensas.
El segundo frente de batalla se centra en la gestión de aplicaciones y programas abiertos. Windows 11 ha sido objeto de críticas por su dificultad para administrar procesos en segundo plano sin afectar la experiencia de juego. Microsoft se compromete a corregir este aspecto, refinando la administración de recursos para que las aplicaciones que permanecen abiertas no interfieran ni mermen el desempeño principal del juego.
La tercera medida, bautizada como Advanced Shader Delivery, aborda uno de los problemas más frustrantes al iniciar títulos exigentes: esos molestos microcortes y tirones que suelen aparecer en los primeros minutos de juego. Estos inconvenientes están intrínsecamente ligados a la compilación de shaders, un proceso que a menudo satura la CPU y la GPU al inicio de una partida.

Con esta nueva función, la compañía busca acelerar y estabilizar la carga de estos recursos, minimizando los picos de estrés en el hardware y garantizando una experiencia de juego más consistente desde el primer momento.
Finalmente, Microsoft ha confirmado una colaboración estratégica con gigantes del hardware como NVIDIA, AMD e Intel. El objetivo es integrar drivers mejorados de forma nativa en Windows 11. Esta alianza permitirá una comunicación más eficiente entre los componentes del equipo y el sistema operativo, maximizando el potencial de cada pieza y aligerando la carga general del sistema durante la ejecución de videojuegos.
Aunque todavía no hay una fecha exacta confirmada, 2026 se perfila como el año clave para la llegada de Performance Fundamentals. Con estos ajustes, se espera que Windows 11 consolide su posición como una plataforma robusta y atractiva para la comunidad gamer, dejando atrás las sombras de un sistema poco optimizado para el juego.
Fuente: Infobae