Mal Humor Crónico: ¿Por Qué te Enfadás Tanto?

Todos experimentamos momentos de irritación. Sin embargo, cuando el mal humor se vuelve crónico y domina nuestro estado de ánimo, es hora de prestar atención. Como decía el sabio Aristóteles, «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta sencillo». Cuando el enfado se perpetúa, deja de ser una reacción normal y puede indicar que algo más profundo está ocurriendo en nuestro interior.

A menudo, asociamos la frustración constante a causas externas, como el tráfico o la espera de una respuesta. No obstante, estos son solo detonantes superficiales de un malestar subyacente. El psiquiatra Juan Muvdi, a través de sus plataformas digitales (@drmuvdi), ha enfatizado que esta persistente irritabilidad es un «signo de alarma» que no debemos ignorar.

Estar enfadado todo el tiempo es un signo de alerta (@drmuvdi)

Diversas Causas Mentales Detrás del Mal Genio

El mal genio constante, según el doctor Muvdi, «no es normal». Si bien reconoce que la vida puede ser compleja y las interacciones humanas difíciles, un estado de ánimo permanentemente irascible, donde la ganas de pelear está a flor de piel, es una clara señal de que algo no está funcionando bien internamente.

Este estado emocional persistente puede manifestarse como un síntoma de diversas condiciones, incluyendo episodios de ansiedad, depresión, insomnio o el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). El psiquiatra compara esta situación con la fiebre: «es como la fiebre», una señal que puede tener múltiples orígenes. Por ello, el «mal genio crónico» puede estar asociado a «cualquier cantidad de condiciones mentales», haciendo fundamental la intervención de expertos para abordar la raíz del problema.

El Enfado: ¿Una Barrera Protectora?

Por su parte, la psicóloga Sonia Díaz Rois, en su portal web, sugiere que el enfado puede funcionar como un mecanismo de defensa. En lugar de procesar emociones como la tristeza, el miedo o la frustración, el enojo actúa como un «muro para protegerte». En ciertas circunstancias, es más fácil recurrir a la furia que admitir la vulnerabilidad o el dolor que nos afecta, impidiendo así la resolución real de los conflictos internos.

Asimismo, el enfado crónico puede ser un reflejo de la sensación de falta de control sobre nuestra vida. Ante situaciones frustrantes, es común culpar a factores externos, como el coche de adelante o una conexión lenta a Internet. Durante estos periodos, la dificultad para comprender otras perspectivas se agudiza, llevando a percibir todo como un ataque, lo que, naturalmente, genera una respuesta defensiva a través del enfado.

Cuando la capacidad para reconocer y gestionar estas emociones se ve obstaculizada, es predecible que se intensifiquen y se acumulen. La psicóloga advierte: «Si no liberas poco a poco lo que hay dentro, es muy fácil que cualquier tontería se convierta en esa gota que rebosa el vaso de golpe».

La «autorregulación emocional» se erige como una herramienta clave para evitar descargar la frustración en personas u objetos circundantes. Lograr una mayor «claridad» sobre las causas verdaderas de nuestro malestar es esencial. Si se identifica que el sentimiento emana de alguna condición mental subyacente, como apuntaba el doctor Muvdi, la búsqueda de ayuda profesional se presenta como el camino más recomendable.

Fuente: Infobae

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