La temporada de fin de año, reconocida por sus vibrantes celebraciones y encuentros familiares, esconde una realidad menos comentada: el aumento de sentimientos de duelo, nostalgia y agotamiento emocional. Profesionales de la salud mental señalan que, para muchas personas, estas fechas representan un desafío psicológico significativo, marcado por la presión y la introspección.
Organizaciones internacionales han difundido datos cruciales sobre el impacto de las festividades en nuestro bienestar psicológico. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2025 revela que aproximadamente el 5.7% de los adultos a nivel mundial luchan contra la depresión. La Asociación Americana de Psicología, por su parte, advierte que para quienes padecen esta condición, las dinámicas y exigencias de las celebraciones de fin de año pueden incrementar sus síntomas en más de un 70%, subrayando la profunda huella emocional que estas semanas pueden dejar.
Es vital comprender que diciembre, más allá de su brillo festivo, es un periodo de sensibilidad y vulnerabilidad para muchos. Situaciones cotidianas como reuniones familiares que evocan la ausencia de seres queridos, o balances personales que desencadenan sentimientos de insatisfacción, pueden intensificarse. La reflexión sobre estas emociones es clave para ofrecer un apoyo efectivo.

En este contexto, los psicólogos enfatizan la importancia de detectar señales de malestar emocional. «Cuando una persona se aísla, pierde el interés, experimenta cambios anímicos drásticos, o tiene dificultades para dormir, comer o concentrarse, son indicadores de que está pasando por un momento difícil», comenta Diana Riaño, doctora en psicología y docente en la Academia de Desarrollo Integral Profesional en Psicología (Adipa). Estos «pequeños gestos», a menudo pasados por alto en el ajetreo festivo, requieren atención y apoyo.
Expectativas Sociales y Emocionales en Diciembre

Diversas asociaciones de salud mental coinciden en que las festividades decembrinas están teñidas por una expectativa de alegría constante. Esta presión por mantener un estado de bienestar permanente puede ser contraproducente, generando tensión, desánimo e irritabilidad en quienes no se sienten plenamente felices. A esto se suman los balances de fin de año, que pueden reabrir heridas relacionadas con pérdidas, separaciones o situaciones no resueltas, intensificando la nostalgia y la fragilidad emocional.
Estrategias de Autocuidado y Reconocimiento de Señales

Ante este escenario, los expertos proponen un enfoque consciente en la observación de cambios de comportamiento. Las prácticas de autocuidado cobran especial relevancia. Según Riaño, las claves son:
- «Bajar exigencias» personales.
- «Permitirse sentir las emociones difíciles» sin juicio.
- «Elegir solo los espacios que realmente nutren» y aportan bienestar.
Crear «pequeños rituales de calma» y tener una «red de apoyo de confianza» para expresar sentimientos es fundamental. Estos consejos son aplicables tanto a personas que atraviesan duelos como a quienes enfrentan sobrecargas económicas, laborales o familiares, ofreciendo un refugio emocional vital.
Apoyo y Acompañamiento Durante las Celebraciones

El fin de año puede intensificar recuerdos dolorosos o nostálgicos, manifestándose en retraimiento, menor participación social o silencios prolongados. Los especialistas instan a «prestar atención a las variaciones de comportamiento», ofrecer compañía genuina y fomentar «espacios de conversación seguros» donde las emociones puedan ser expresadas libremente y sin presión. Considerar el apoyo clínico o comunitario ante señales persistentes es un paso crucial para asegurar el bienestar emocional durante estas fechas tan significativas.
Fuente: Infobae