Cuando el termómetro baja drásticamente, nuestro cuerpo activa mecanismos para conservar el calor vital. Sin embargo, estas respuestas naturales, aunque esenciales para la supervivencia, pueden convertirse en un obstáculo y potenciar el riesgo de sufrir percances físicos si no tomamos las precauciones necesarias al hacer ejercicio.
¿Cómo reacciona tu cuerpo al frío?
Al exponernos a bajas temperaturas, el flujo sanguíneo se concentra en los órganos centrales, lo que significa que las extremidades reciben menos irrigación. Esto provoca que músculos y articulaciones se sientan más tensos y menos ágiles. Además, el cuerpo puede recurrir a temblores musculares involuntarios para generar calor, un proceso que, si bien útil para mantener la temperatura, puede limitar la coordinación y la potencia muscular.
Estos cambios fisiológicos, según expertos en medicina deportiva, no solo disminuyen el rendimiento, sino que también nos hacen más vulnerables a sufrir lesiones como esguinces y desgarros. «Los tejidos fríos pierden elasticidad», explica el Dr. Adam Tenforde, especialista en medicina deportiva. «Esto limita el rango de movimiento y nos expone a sufrir tirones o desgarros al realizar movimientos bruscos o inesperados».
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La rigidez muscular inducida por el frío también puede afectar negativamente nuestro equilibrio. El Dr. Nnaemeka Echebiri, fisiatra y especialista en el aparato locomotor, advierte que «la inestabilidad en tobillos y rodillas aumenta el riesgo de caídas, especialmente en superficies irregulares o resbaladizas».
El impacto en el sistema cardiovascular
La constricción de los vasos sanguíneos periféricos en respuesta al frío obliga al corazón a trabajar más para mantener una circulación sanguínea adecuada. Esto se traduce en un aumento de la presión arterial y una sensación de mayor fatiga durante el ejercicio. La Dra. Clare Eglin, fisióloga térmica, señala que «los entrenamientos en climas fríos pueden ser más demandantes para el sistema cardiovascular».
Para personas con historial de enfermedades cardíacas o vasculares, es fundamental consultar con un médico antes de emprender una rutina de ejercicio al aire libre en bajas temperaturas, ya que el frío extremo podría incrementar el riesgo de eventos cardiovasculares serios.
Consejos para entrenar con seguridad en el frío
Afortunadamente, existen medidas sencillas y efectivas para mitigar estos riesgos y disfrutar de una actividad física segura:
- Vístete en capas: Utiliza prendas técnicas que absorban la humedad para evitar el enfriamiento por sudoración. Evita el algodón. Una capa exterior impermeable y cortavientos ayudará a conservar el calor corporal. No olvides gorro y guantes, ya que la cabeza y las manos son zonas muy expuestas al frío. Proteger los pies también es crucial para mantener el equilibrio.
- Calentamiento dinámico: Dedica tiempo a un calentamiento más exhaustivo que en climas cálidos. Movimientos como círculos de brazos, elevación de rodillas y zancadas ayudarán a mejorar la circulación en las extremidades antes de salir a la intemperie. Una vez afuera, mantente en movimiento constante con caminatas o trotes suaves.
- Progresión gradual: Al iniciar tu entrenamiento, hazlo a baja intensidad y ve aumentando el ritmo progresivamente. A medida que tu cuerpo entra en calor, el flujo sanguíneo se normalizará y tus movimientos serán más fluidos.
- Hidratación constante: Aunque no sientas tanta sed, el cuerpo sigue perdiendo líquidos por el sudor y la mayor producción de orina en frío. Mantente hidratado bebiendo agua antes, durante y después de tu rutina. La deshidratación puede agravar la tensión en tu corazón y reducir el flujo sanguíneo a los músculos.
- Conoce tu entorno: Elige rutas familiares y con pocos obstáculos. La alteración en tus movimientos por el frío puede dificultar la esquiva de imprevistos. Utiliza calzado con buen agarre.
Finalmente, recuerda que escuchar a tu cuerpo es primordial. Si sientes que el frío te limita excesivamente o te genera malestar, no dudes en reducir la intensidad, acortar la sesión o trasladar tu entrenamiento a un espacio interior.
Fuente: Infobae