Un minucioso análisis científico, liderado por prestigiosas universidades estadounidenses, ha encendido las alarmas sobre la entrega de smartphones a niños menores de 12 años. Los hallazgos sugieren una correlación preocupante entre el acceso temprano a estos dispositivos y un incremento en los riesgos de depresión, obesidad y dificultades para conciliar el sueño. Esta investigación, publicada en la reconocida revista científica Pediatrics, se basa en el estudio de más de diez mil menores, posicionándose como un referente clave en la comprensión del desarrollo cerebral infantil en la era digital.
Expertos de la Universidad de California en Berkeley y la Universidad de Columbia fueron los artífices de este estudio. Utilizando datos del monumental Estudio del Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente, uno de los proyectos longitudinales más extensos en Estados Unidos, los investigadores analizaron la relación entre la posesión temprana de teléfonos inteligentes y el bienestar general de los niños. Si bien reconocen que no se puede establecer una causalidad directa, la asociación encontrada es contundente y merece atención.
Patrones de Salud en Miles de Menores
El estudio se centró en el comportamiento y el estado de salud de niños de entre 9 y 12 años durante el período comprendido entre 2018 y 2020. Los datos revelaron que una mayoría significativa, aproximadamente dos tercios de los participantes, ya poseían un teléfono móvil para cuando cumplieron 11 años en promedio. Estos niños fueron comparados con un grupo de más de 3.800 menores que no tuvieron acceso a dispositivos propios durante este lapso.

Los resultados del análisis son reveladores: aquellos niños que recibieron un smartphone antes de cumplir los 12 años mostraron una incidencia mayor de depresión, aumento de peso y problemas de sueño. Es importante destacar que estos dos últimos factores se agravaron cuanto menor era la edad de adquisición del dispositivo.
Sin embargo, la investigación también arrojó una complejidad adicional. Los niños que no tenían móvil antes de los 12, pero lo obtuvieron después, experimentaron un deterioro en su salud mental y hábitos de sueño al llegar a los 13 años, en comparación con sus pares que continuaron sin acceso a teléfonos. Este hallazgo subraya que el mero retraso en la entrega del dispositivo no asegura un impacto positivo a largo plazo y sugiere que otros factores influyen significativamente.
¿El Dispositivo o su Contenido? El Debate Abierto
El equipo de investigación, liderado por el psiquiatra infantil Ran Barzilay del Hospital de Niños de Philadelphia, enfatiza que el estudio se enfocó en la posesión del dispositivo y sus efectos generales, sin analizar el tipo de contenido que los menores consumían. Esto abre una interrogante crucial: ¿es el smartphone en sí mismo el problema, o la variedad y naturaleza del contenido al que tienen acceso?

Plataformas de video corto, servicios de streaming y redes sociales se han convertido en parte integral de la vida diaria de muchos niños. Esto inevitablemente incrementa el tiempo de exposición a pantallas y, a menudo, desplaza actividades físicas esenciales y rutinas de descanso saludables. La irrupción de herramientas de inteligencia artificial, como los chatbots, añade otra capa al debate, con algunos niños llegando a interactuar con estas tecnologías como si fueran compañeros virtuales, lo que podría tener repercusiones en su desarrollo emocional.
Respuestas en Entornos Educativos y de Salud
Ante este panorama, algunas instituciones educativas en Estados Unidos han implementado medidas restrictivas, prohibiendo el uso de smartphones en las aulas para favorecer la concentración en las clases y minimizar las distracciones. El Dr. Barzilay subraya que un mensaje central de la investigación es la necesidad imperiosa de equilibrar el uso de la tecnología con la actividad física y la creación de espacios libres de pantallas. Esta combinación, según el experto, puede ser clave para mejorar el bienestar mental y mitigar riesgos de obesidad infantil.

El equipo de investigación planea continuar profundizando en futuros estudios. Se buscará analizar con mayor detalle los patrones de uso, las aplicaciones más recurrentes y otros factores contextuales que podrían influir en la salud de niños y adolescentes. El objetivo final es identificar los comportamientos asociados al uso de smartphones que tienen un mayor impacto negativo y desarrollar estrategias efectivas para su mitigación.
Si bien el debate sobre la edad idónea para entregar un teléfono móvil a un niño sigue abierto, esta investigación refuerza la idea de que la decisión debe ser tomada con profunda consideración. No solo se debe evaluar la utilidad práctica del dispositivo, sino también las potenciales implicaciones a largo plazo en la salud física y emocional de los menores.
Fuente: Infobae