Vitamina D: Genética y Ritmo Biológico Clave en Niveles

La vitamina D es esencial para nuestra salud, pero, ¿por qué algunas personas presentan niveles bajos a pesar de tomar sol y comer bien? Una investigación de vanguardia ha desvelado que la regulación de esta vitamina es un proceso mucho más complejo y personal de lo que imaginábamos.

Este descubrimiento promete transformar la manera en que los médicos diagnostican y tratan la deficiencia de vitamina D, abriendo camino a estrategias de salud a medida que consideran tanto la genética individual como el entorno de cada paciente.

La Influencia Genética en Nuestra Vitamina D

Un importante estudio internacional, liderado por el renombrado Trinity College Dublin, ha identificado un conjunto de más de 30 genes que impactan directamente en nuestros niveles de vitamina D. Los hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature Communications, son el resultado del análisis de datos genéticos de una muestra masiva de más de 330.000 personas del UK Biobank, una de las bases de datos de salud más extensas del mundo.

La investigación revela que la genética y el ambiente determinan la deficiencia de vitamina D, incluso con exposición solar y dieta adecuada

Lo que distingue a esta investigación es su método innovador para medir la exposición solar real. Usando datos satelitales, los científicos calcularon la radiación UVB que llegaba a los hogares de los participantes durante los cinco meses previos a la toma de muestras. Este enfoque permitió una comprensión más precisa de cómo la combinación de genes y ambiente configura nuestros niveles de vitamina D.

Genes, Sol y Reloj Biológico: Una Sinergia Vital

El análisis exhaustivo reveló más de 300 variantes genéticas vinculadas a la vitamina D, con un grupo destacado de más de 30 genes desempeñando un papel crucial, muchos de ellos identificados por primera vez.

Sorprendentemente, varios de estos genes están directamente relacionados con el ritmo circadiano, nuestro reloj biológico interno que regula funciones vitales como el sueño, el apetito y la secreción hormonal. Esto sugiere que los niveles de vitamina D fluctúan a lo largo del día y del año, de forma similar a como algunos animales adaptan su metabolismo a las estaciones.

Otros genes importantes se asocian con el metabolismo de lípidos y esteroides, factores que influyen en el índice de masa corporal (IMC) y la salud metabólica general. Se observó una tendencia: las personas con deficiencia de vitamina D, especialmente en invierno, suelen tener un IMC más elevado, probablemente por la compleja interacción entre la síntesis de vitamina D en la piel, los cambios estacionales y nuestra herencia genética.

El estudio asocia genes relacionados con el ritmo circadiano y el metabolismo de lípidos con la regulación de la vitamina D

El equipo de investigación también identificó genes implicados en la producción de enzimas que ayudan a nuestro cuerpo a excretar diversas sustancias, incluyendo fármacos, hormonas y vitaminas. En algunos casos, este proceso es reversible, permitiendo al organismo recuperar y reutilizar metabolitos de vitamina D, convirtiéndolos nuevamente en su forma activa.

Esta capacidad de reciclaje interno podría obligarnos a repensar cómo diagnosticamos la deficiencia de vitamina D, yendo más allá de la simple medición en sangre para evaluar la eficiencia con la que cada cuerpo gestiona esta vitamina.

Avances para una Medicina Personalizada

La información genética abre un abanico de posibilidades para desarrollar recomendaciones de suplementación a medida, adaptadas a las características únicas de cada persona y su entorno. La Dra. Rasha Shraim, autora principal, enfatiza que este estudio «demuestra la intrincada relación entre nuestros genes y el ambiente, revelando un vínculo fascinante entre la vitamina D y el ritmo circadiano».

La investigación abre la puerta a estrategias personalizadas de suplementación y prevención de la deficiencia de vitamina D según el perfil genético

La profesora Lina Zgaga, investigadora principal, destaca cómo las interacciones gen-UVB ponen de manifiesto la profunda conexión entre nuestros factores genéticos y ambientales. La colaboración con el servicio Tropospheric Emissions Monitoring Internet Service fue clave para analizar a gran escala cómo estas influencias moldean la salud individual y colectiva.

El profesor Ross McManus, co-supervisor del estudio, subraya la importancia crítica de considerar los factores ambientales con precisión al investigar enfermedades comunes. Pone de ejemplo que muchas condiciones hereditarias tienen un componente ambiental poco explorado, haciendo esencial la cuantificación de ambos aspectos para avanzar en la medicina de precisión.

Un Futuro de Salud Preventiva e Individualizada

Este trabajo consolida la idea de que comprender la salud humana exige un enfoque integrador que combine análisis genéticos y ambientales. La prevención y el tratamiento de la deficiencia de vitamina D, y de otras enfermedades complejas, deberán necesariamente considerar la genética individual, la exposición ambiental y los hábitos de vida.

Esto podría llevar a reconsiderar la manera en que medimos la deficiencia de vitamina D

En la práctica, esto se traducirá en estrategias personalizadas: desde ajustes en la suplementación y controles médicos estacionales, hasta consideraciones sobre el entorno del hogar para optimizar la exposición solar. Podrían proponerse diferentes dosis de vitamina D según el perfil genético y la época del año, o alternativas terapéuticas para personas con variantes genéticas específicas.

El descubrimiento de más de 30 genes clave ofrece respuestas a una preocupación médica y social significativa, marcando el inicio de una nueva era en la prevención, diagnóstico y manejo de trastornos relacionados con la vitamina D. La clave para una salud más precisa y sostenible en el siglo XXI reside en entender la sinergia entre genes y entorno, y en adaptar la medicina a la realidad de cada individuo.

Fuente: Infobae

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