Llegan las ansiadas vacaciones de Navidad y con ellas, la preparación de todo lo que rodea a esos días de desconexión: los obsequios, las cenas familiares y la logística para reunirse con seres queridos. Para muchos, este período se convierte también en la oportunidad perfecta para emprender viajes.
Tras meses de arduo trabajo, estos días se presentan como el momento idóneo para recargar energías y regresar a la rutina con vitalidad renovada. Sin embargo, la realidad para muchas personas es que, al llegar el esperado momento, no logran experimentar el disfrute pleno. La razón principal reside, en gran medida, en la anticipación excesiva y en la presión autoimpuesta por sentir felicidad.
Los psicólogos Fernando Azor Lafarga y Alfonso Alonso Parga, de Azor & Asociados, han compartido valiosos consejos a través de un video en sus redes sociales (@azorfernando en TikTok). En él, desglosan cómo podemos liberarnos de esa sensación de obligación y evitar que las vacaciones se conviertan en una fuente de frustración. Como señala el doctor Alonso: “Me voy de vacaciones. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Desconectar para supuestamente conectar con el disfrute”. Es precisamente en esta obligación implícita donde radica el problema.
La Trampa de la Autoexigencia en el Disfrute Vacacional
“Cuando existe una obligación o una necesidad imperiosa de sentirnos bien, corremos el riesgo de activar mecanismos contraproducentes para nuestro propio bienestar”, advierte Fernando Azor. Esto da lugar a la aparición del estrés y la autoexigencia, ya que nos forzamos a maximizar la experiencia vacacional.

Consecuentemente, surge la culpa cuando no logramos desconectar por completo, cuando alguna actividad no cumple las expectativas o cuando los días pasan sin sentir que los hemos «aprovechado» como se esperaba. Esta presión se intensifica aún más cuando depositamos expectativas desmedidas en el viaje.
“Si se trata de unas vacaciones rutinarias en un lugar que visitamos habitualmente, la presión puede ser menor. Pero si nos dirigimos a un destino lejano, percibido como paradisíaco, que ha implicado un gran desembolso y donde hemos reservado múltiples actividades, el riesgo aumenta”, explica Azor. En estas circunstancias, las vacaciones pueden llegar a tener un impacto bastante negativo.
La Clave: Vivir el Momento Presente
El psicólogo Azor subraya que la clave para recuperar el placer vacacional reside en un cambio de perspectiva: es fundamental desterrar la obligación y aceptar que habrá momentos en los que no podremos disfrutar al máximo, ya sea por motivos físicos o mentales. “Si antes era capaz de disfrutar al 100% y ahora disfruto al 50%, ese 50% es mi máximo actual”, aclara.
Por ello, es crucial enfocarse en el presente, según recomienda Alonso. Si la mente divaga hacia el pasado o el futuro, la solución es detenerse y cambiar de actividad. El psicólogo pone un ejemplo gráfico: las relaciones íntimas. “Si estoy compartiendo un momento íntimo con mi pareja y noto que mi mente no está presente, sino que se evade, lo recomendable es parar tranquilamente, sin drama. Podemos conversar, cambiar de actividad y, si el momento propicio surge más adelante, retomar”, sugiere.
El psicólogo extiende esta recomendación a las vacaciones: “Si estoy con mis amigos, simplemente concéntrate en el sabor de ese vino o esa bebida. No se trata de autoimponerte la idea de disfrutar cada instante de forma compulsiva, sino de adaptarse”, puntualiza Azor. “Mi meta no es ver los 200 museos de esta ciudad, sino que si mi entorno me invita a tomar una cerveza, eso es lo que haremos y disfrutaremos de ese acto sencillo”.
Fuente: Infobae