A partir de los 50 años, es común notar pequeños despistes en el día a día. La pérdida de memoria puede generar inquietud, pero expertos de prestigiosa institución aclaran que, en la mayoría de los casos, estos olvidos son una manifestación natural del envejecimiento cerebral y no un indicativo de un problema grave.
Una reciente guía nos ofrece herramientas valiosas para diferenciar entre esos lapsus cotidianos y las señales que ameritan una consulta médica. Además, nos presenta estrategias prácticas para mantener nuestra memoria y funciones cognitivas en óptimo estado a lo largo del tiempo.
Discerniendo Olvidos Cotidianos de Señales de Alarma
Identificar la diferencia entre un olvido inofensivo y un síntoma de alerta es crucial. Especialistas señalan que situaciones como olvidar por qué entramos a una habitación, extraviar las llaves o demorarnos en recordar nombres son manifestaciones comunes de los cambios cognitivos propios de la edad. Estos episodios, aunque a veces frustrantes, son considerados normales y no suelen impactar significativamente nuestra rutina diaria.

No obstante, la situación cambia cuando estos problemas se vuelven frecuentes, interfieren con nuestras actividades cotidianas o se presentan junto a otros síntomas como desorientación, cambios notables en la personalidad o dificultades para realizar tareas que antes nos resultaban sencillas. En estos casos, es fundamental buscar la evaluación de un profesional de la salud.
Durante la evaluación, los médicos buscarán determinar si los síntomas se deben a un deterioro cognitivo leve, demencia u otra condición médica que pueda ser tratada. Para ello, pueden requerirse evaluaciones neuropsicológicas, análisis sanguíneos, exámenes físicos y estudios de imagen cerebral.
La guía enfatiza la importancia de ir preparados a la consulta. Elaborar un registro detallado de los síntomas, anotando cuándo comenzaron, su progresión y la medicación que se está tomando, facilitará un diagnóstico más preciso y ayudará a descartar afecciones tratables.
Alzheimer y Otras Demencias: Entendiendo las Distinciones
Un punto clave de la guía aborda las particularidades entre la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. El Alzheimer típicamente se manifiesta con una pérdida gradual de la memoria reciente y una creciente dificultad para asimilar información nueva. Con el avance de la enfermedad, pueden verse afectadas también el lenguaje, la orientación y la capacidad de tomar decisiones.

Sin embargo, otras demencias pueden presentarse de maneras distintas. Algunas se caracterizan principalmente por problemas en el habla, mientras que otras pueden manifestarse a través de alteraciones conductuales, cambios abruptos en el estado de ánimo o dificultades significativas para planificar y organizar tareas diarias. Reconocer estas diferencias es vital para guiar adecuadamente tanto el tratamiento como el apoyo familiar.
Estrategias Efectivas para Reforzar la Memoria
La guía también destaca estrategias respaldadas por la investigación científica para fortalecer la memoria y potenciar el rendimiento cognitivo. Entre ellas, se recomienda el uso del método de «ensayo», que consiste en repetir la información varias veces para fijarla en la memoria a largo plazo. También se sugieren técnicas mnemotécnicas, que ayudan a asociar nombres con características físicas o imágenes, y el método “Mirar, Capturar, Conectar” para disminuir la pérdida de objetos.
Sumado a esto, mantener hábitos de lectura contribuye a retener información valiosa y seguir pautas de alimentación saludable, especialmente aquellas que promueven la salud cerebral, puede marcar una diferencia significativa.

Se pone especial énfasis en la importancia de identificar causas reversibles del deterioro cognitivo, un aspecto que a menudo pasa desapercibido. Entre estas causas se incluyen al menos seis factores tratables: trastornos del sueño, deficiencias vitamínicas, problemas de tiroides, depresión, infecciones y efectos secundarios de ciertos medicamentos.
Además, se advierte sobre el impacto de varios fármacos, especialmente aquellos recetados para la ansiedad, alergias o insomnio, en la memoria. Por ello, es fundamental consultar con un profesional sobre posibles alternativas medicamentosas.

Lejos de presentar una perspectiva desalentadora sobre el envejecimiento, los expertos de prestigiosa institución resaltan la notable capacidad de adaptación del cerebro a lo largo de la vida.
La investigación actual demuestra que mantener una actitud proactiva, cultivar vínculos sociales fuertes, practicar actividad física regular y participar en ejercicios que estimulen la cognición son pilares fundamentales para preservar la agudeza mental.
Con el conocimiento adecuado y la aplicación de estrategias basadas en evidencia científica, es posible fortalecer la resiliencia y flexibilidad de nuestro cerebro en cada etapa de la vida, afrontando los cambios propios de la edad sin resignarnos a un declive inevitable.
Fuente: Infobae