En nuestro organismo, cada función, ya sea física o mental, está intrínsecamente conectada. A menudo, una molestia en una parte del cuerpo puede desencadenar efectos notables en otras, a través de intrincadas redes que unen distintos sistemas. En este sentido, la salud mental y la salud dental comparten un vínculo sorprendentemente profundo.
La doctora Luna Palma, residente de psiquiatría, ha puesto de manifiesto esta íntima relación en un reciente video difundido en su plataforma de TikTok, bajo el nombre de usuario @dra.luna.palma. «Es fascinante cómo la salud mental y la salud de nuestros dientes están unidas», comenta la especialista, «y no se trata solo de una cuestión estética o de cómo nos sentimos al sonreír, sino de una conexión fisiológica real».
La Unión Inesperada entre el Bienestar Psicológico y la Salud Bucal
La influencia de los trastornos psicológicos en la salud bucal va más allá de lo superficial. Condiciones como el estrés crónico o la ansiedad pueden alterar directamente los hábitos de higiene personal, generar tensión mandibular e incluso mermar las defensas naturales de nuestras encías.
Uno de los ejemplos más claros de esta conexión es el bruxismo. Este hábito, que se manifiesta de forma involuntaria, especialmente durante el sueño o en momentos de alta tensión, implica el rechinamiento o apretamiento de los dientes. A simple vista puede parecer un gesto menor, pero sus consecuencias a largo plazo son significativas: dolores de cabeza persistentes, molestias en la mandíbula y un notable desgaste dental.
Asimismo, los niveles elevados de cortisol, la conocida hormona del estrés, están directamente relacionados con una disminución de la respuesta inmunitaria. Esto deja a las encías más vulnerables a la inflamación y aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades periodontales.
La depresión también juega un papel crucial en el autocuidado. Cuando una persona atraviesa un episodio depresivo, la motivación para realizar actividades cotidianas, como el cepillado dental, el uso del hilo dental o incluso la elección de una dieta saludable, puede verse seriamente afectada. Esto, a su vez, eleva la probabilidad de desarrollar caries y otras afecciones bucales.
Además, es importante destacar que algunos procesos depresivos pueden provocar una reducción en la producción de saliva, generando sequedad bucal. Esta condición facilita la proliferación de bacterias, lo que aumenta el riesgo de infecciones y la erosión del esmalte dental.
Los trastornos de la conducta alimentaria, en particular aquellos que implican episodios de vómitos frecuentes, ejercen un impacto directo y destructivo en la salud oral. Los ácidos gástricos actúan de manera corrosiva sobre el esmalte, provocando una mayor sensibilidad y un terreno fértil para la aparición de caries.
Hábitos que Marcan la Diferencia
Más allá de los diagnósticos clínicos, nuestro estilo de vida y los hábitos diarios son determinantes en la salud bucal y mental. Un descanso adecuado, una dieta equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico son pilares fundamentales para reducir el estrés y mantener un balance hormonal óptimo, lo que beneficia tanto a nuestra mente como a nuestras defensas bucales.
Mantener una hidratación adecuada y limitar el consumo de sustancias nocivas como el tabaco y el alcohol son también prácticas esenciales para preservar la salud de nuestras encías y la integridad del esmalte dental. La prevención, mediante chequeos regulares tanto con dentistas como con profesionales de la salud mental, es la clave para detectar a tiempo cualquier signo de alarma.
Establecer rutinas de higiene bucal rigurosas y adoptar estrategias efectivas para el manejo del estrés, como la meditación, técnicas de respiración profunda o la práctica de yoga, potencia los beneficios de un estilo de vida saludable y fortalece la conexión entre una mente sana y una sonrisa radiante.
Fuente: Infobae