La sabiduría popular nos ha recomendado por generaciones el consumo diario de manzanas, y ahora la ciencia respalda con fuerza esta práctica. Este fruto, a menudo subestimado, ofrece una contribución integral a la salud, actuando como un escudo protector contra diversas dolencias.
Una manzana mediana satisface aproximadamente una de las dos porciones de fruta que los adultos deberían consumir diariamente. Su perfil, caracterizado por un bajo contenido calórico y una notable versatilidad, la convierte en una opción ideal para cualquier momento del día y en diversas combinaciones culinarias.
Los nutricionistas y las autoridades sanitarias coinciden en los beneficios científicamente probados de la manzana. Con más del 85% de agua y tan solo unas 95 calorías por unidad, este tesoro de la naturaleza aporta 4.4 gramos de fibra, fundamental para un sistema digestivo en óptimas condiciones.
La fibra presente en la manzana, como la pectina y la celulosa, juega un doble papel en nuestro organismo. Por un lado, facilita el tránsito intestinal, aliviando el estreñimiento. Por otro, puede ayudar a contrarrestar la diarrea, adaptándose a la necesidad del cuerpo. Esta fibra actúa como un prebiótico esencial, nutriendo a las bacterias beneficiosas que habitan nuestro colon, según destacadas investigaciones.
src=»https://i.infobae.com/2024/04/10/17127565702337-1.jpg» alt=»Mujer comiendo una manzana en un parque.»>
En la batalla contra las enfermedades, las manzanas se erigen como poderosas aliadas gracias a su altísima concentración de antioxidantes. Compuestos como la vitamina C, vitamina E, polifenoles y flavonoides, incluyendo la reconocida quercetina, trabajan incansablemente para neutralizar los dañinos radicales libres. Estos componentes son clave en la reducción de procesos inflamatorios asociados con enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y el deterioro cognitivo.
Estudios recientes, publicados en septiembre de 2025, han demostrado que el consumo regular de manzanas incrementa la actividad antioxidante en el cuerpo, evidenciando su rol protector contra el daño celular.
La conexión entre el consumo de manzanas y la salud cardiovascular es cada vez más clara. Los polifenoles y la fibra de este fruto actúan directamente sobre los niveles de colesterol total y LDL (el «colesterol malo»), contribuyendo a su disminución.
Adicionalmente, diversas revisiones científicas confirman que la manzana contribuye a reducir la inflamación generalizada y a mantener un equilibrio saludable de la microbiota intestinal. Esta acción dual es crucial para la protección a largo plazo del corazón y los vasos sanguíneos frente a patologías crónicas, según concuerdan especialistas en nutrición.
src=»https://i.infobae.com/2024/05/07/2238488-3.jpg» alt=»Familia disfrutando de una merienda saludable con frutas, incluyendo manzanas.»>
Mantener un peso corporal saludable también se ve favorecido por la inclusión de manzanas en nuestra dieta. La evidencia científica sugiere que las personas que consumen este fruto regularmente tienden a seguir dietas más equilibradas y presentan menores índices de obesidad, incluso en la población infantil.
Optar por consumir la manzana entera, con su piel, es una estrategia inteligente para prolongar la sensación de saciedad, lo que a su vez puede llevar a una reducción en la ingesta calórica total.
Otro beneficio destacable es su impacto positivo en el metabolismo de los carbohidratos y el control de los niveles de glucosa en sangre. Investigaciones indican que el consumo de manzanas enteras puede ralentizar la absorción de azúcares, suavizando los picos de glucosa postprandiales y contribuyendo significativamente a la prevención o el manejo de la diabetes tipo 2.
Incluso para las mujeres embarazadas, el consumo frecuente de manzanas se ha asociado con menores tasas de diabetes gestacional y un mejor control de la glucosa, según análisis publicados.
Fuente: Infobae