Un evento astronómico extraordinario, bautizado como GRB 250702B, ha sacudido los cimientos de la astrofísica, generando nuevas y profundas interrogantes entre los científicos. Este estallido cósmico, que se prolongó por la asombrosa cifra de casi siete horas, fue detectado a miles de millones de años luz de nuestra Tierra.
El análisis de este fenómeno, liderado por un equipo internacional de astrónomos de la prestigiosa Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC-Chapel Hill), se convierte en una oportunidad sin precedentes. Su duración, que excede con creces los tiempos habituales de estos violentos eventos, nos ofrece una ventana única para desentrañar los procesos más extremos que rigen nuestro universo y comprender cómo se dispersan elementos pesados, cruciales para la vida tal como la conocemos.
Los hallazgos detallados sobre GRB 250702B, que han sido publicados en la reconocida revista científica The Astrophysical Journal Letters, apuntan a que la explosión tuvo su origen en una galaxia masiva y densamente poblada por polvo estelar. Esta densa capa de materia cósmica actuó como un velo, bloqueando la luz visible y permitiendo únicamente la captación de emisiones infrarrojas y de alta energía.

Gracias a los datos recabados por el equipo de la UNC y la colaboración de observatorios de vanguardia a nivel mundial, como el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral y el icónico Telescopio Espacial Hubble de la NASA, se ha podido determinar que este fenómeno liberó un potente chorro de material. Dicho chorro viajó a una velocidad vertiginosa, alcanzando al menos el 99% de la velocidad de la luz y abriéndose paso a través de espesas nubes de polvo cósmico.
Jonathan Carney, el autor principal de este trascendental estudio y estudiante de doctorado en física y astronomía en la UNC-Chapel Hill, compartió su asombro: «Este fue el estallido de rayos gamma más largo que hemos observado, lo suficientemente largo como para que no encaje en ninguno de nuestros modelos existentes sobre las causas de los estallidos de rayos gamma». La singularidad de este evento obligó a los astrónomos a recurrir a algunos de los telescopios terrestres más potentes de Estados Unidos para documentar el resplandor que se desvanecía en su galaxia anfitriona.
El equipo científico internacional, al integrar datos provenientes de rayos X y observaciones en el espectro óptico e infrarrojo, ha logrado identificar varias hipótesis plausibles para el origen de GRB 250702B. Entre las teorías se barajan el colapso de una estrella masiva, la fusión de restos estelares exóticos o incluso la desintegración de una estrella por la influencia de un agujero negro. Sin embargo, las observaciones actuales no permiten confirmar con total certeza cuál de estos escenarios es el responsable.
«Nuestro análisis muestra que este evento podría tener varias causas diferentes», explicó Carney, «incluyendo la muerte de una estrella masiva, la colisión de una estrella de helio o incluso la destrucción de una estrella por un agujero negro. Pero aún no podemos determinar cuál explicación es la correcta».

Igor Andreoni, coautor del estudio y profesor adjunto de física y astronomía en la UNC-Chapel Hill, resaltó la complejidad del entorno donde se desató este colosal evento: «Sabemos que ocurrió a miles de millones de años luz de distancia, en una galaxia muy compleja. Nuestros datos revelaron que un fenómeno energético lanzó un estrecho chorro de material en nuestra dirección que viajó al menos al 99% de la velocidad de la luz, atravesando gruesas capas de polvo cósmico».
La naturaleza excepcionalmente prolongada de GRB 250702B ha sido un regalo para los científicos, permitiéndoles estudiar tanto la explosión en sí como el intrincado entorno de su galaxia anfitriona con un nivel de detalle nunca antes visto. Los estallidos de rayos gamma, considerados entre los eventos más energéticos del universo, suelen tener una duración efímera, de tan solo segundos o minutos, lo que fuerza a los astrónomos a una carrera contrarreloj para recopilar datos antes de que la señal se desvanezca. En este caso, la extendida duración ha facilitado la obtención de información crucial sobre los procesos físicos involucrados y el papel fundamental que estos eventos desempeñan en la diseminación de elementos pesados por todo el cosmos.
Carney anticipa que este evento se convertirá en un punto de referencia indispensable para futuras investigaciones: «En el futuro, este evento servirá como un punto de referencia único: cuando los astrónomos descubran explosiones similares, se preguntarán si coinciden con las propiedades de GRB 250702B o representan algo completamente diferente».
Fuente: Infobae