¡Agilidad a los 40! Ejercicio Despierta tu Cerebro y Mejora Movimiento

¿Pensabas que la agilidad y la coordinación eran solo para jóvenes? ¡Piénsalo de nuevo! Un revelador estudio científico proveniente de Estados Unidos ha descubierto que el ejercicio regular tiene un poder asombroso: activa la dopamina en nuestro cerebro. Esta sustancia química es vital para una buena movilidad, una memoria nítida y, sí, ¡un estado de ánimo positivo! La gran novedad es que estos beneficios no desaparecen con la edad, demostrando que cualquiera en la adultez puede recuperar o potenciar su coordinación y rapidez física, ¡y no solo se trata de fuerza muscular!

El estudio, publicado en la prestigiosa revista científica NPJ Parkinson’s Disease, desvela el secreto detrás de cómo podemos recuperar esa agilidad perdida con el paso de los años. Los hallazgos sugieren que la actividad física constante es la clave para mantenernos en movimiento con libertad, sin importar la etapa de la vida en la que nos encontremos.

Un estudio en ratones de mediana edad demuestra que la actividad física diaria restaura la coordinación y la velocidad de movimiento.

Este fascinante proyecto de investigación se llevó a cabo en el Langone Health de la Universidad de Nueva York. La doctora Guendalina Bastioli lideró el equipo, quien ahora forma parte de la Universidad Vita-Salute San Raffaele. En esta importante labor colaboraron también la doctora Margaret Rice, reconocida por su experiencia en neurocirugía y neurociencia en Nueva York, junto a colegas de la Fundación Marlene y Paolo Fresco para el Parkinson.

El Cerebro Envejecido Recupera Vitalidad con Movimiento

La falta de actividad física puede reducir la dopamina y dificultar la movilidad y la coordinación con el envejecimiento.

Es una realidad que, con el paso de los años, experimentamos una disminución natural en nuestra capacidad para movernos con la misma facilidad. Aunque sabíamos que el ejercicio aeróbico (como correr, nadar o bailar) es beneficioso para la salud cerebral, el mecanismo exacto en cerebros maduros permanecía un misterio. La gran incógnita era si el ejercicio podía realmente incrementar los niveles de dopamina incluso cuando las neuronas encargadas de su producción envejecen. Los científicos se propusieron desentrañar si la actividad física continuaba ofreciendo ventajas significativas más allá de la juventud.

La investigación buscó confirmar si la práctica diaria de ejercicio podría restaurar la fluidez de movimiento y la agilidad, cualidades que tienden a debilitarse con la edad, tanto en humanos como en otros mamíferos. El objetivo era entender cómo el movimiento afecta la dopamina para descubrir claves que mejoren la movilidad y el bienestar cerebral en personas mayores.

A los científicos les interesó investigar cómo el ejercicio afecta la dopamina para encontrar claves que ayuden a mantener la movilidad y el bienestar cerebral en personas que envejecen.

Para lograrlo, el equipo se enfocó en ratones de laboratorio que se encuentran en una etapa comparable a la mediana edad humana. Esto les permitió observar de manera más detallada las diferencias en los sistemas cerebrales responsables del movimiento, los cuales son regulados por la dopamina. La pregunta clave era si estas mejoras se debían a un aumento de la fuerza muscular o a una mejora en la coordinación. Por ello, se analizaron minuciosamente diversos aspectos relacionados con la movilidad, los reflejos y la energía física de los animales, tanto antes como después de las sesiones de ejercicio. El propósito fundamental era dilucidar si la actividad física diaria lograba fortalecer el cerebro, incluso ante la disminución natural de las neuronas dopaminérgicas con los años. La hipótesis central era audaz: si los cerebros jóvenes producían más dopamina al ejercitarse, ¿podría el mismo proceso revitalizar la agilidad en aquellos que ya han superado la juventud?

El Ejercicio, la Rueda y la Recuperación Cerebral

El equipo de la Universidad de Nueva York comprobó que el ejercicio aumenta un 50% la liberación de dopamina en el cerebro envejecido.

En el experimento, participaron dos docenas de ratones, divididos en dos grupos. Un grupo tenía acceso libre a una rueda para correr, fomentando la actividad física voluntaria, mientras que el otro grupo se mantuvo sedentario, con su rueda bloqueada. Después de un período de un mes de ejercicio, todos los animales fueron sometidos a diversas pruebas diseñadas para evaluar su destreza, como bajar de un poste, desplazarse rápidamente por un área de arena y demostrar la fuerza de sus patas.

Los resultados fueron sorprendentes: los ratones que corrieron en la rueda demostraron una mayor velocidad y agilidad al descender del poste en comparación con sus pares sedentarios de la misma edad. Crucialmente, se observó que la fuerza muscular no aumentó significativamente en los corredores. Esto demostró que las mejoras en el movimiento se debían principalmente a un incremento en la coordinación motora, y no a una mayor potencia física.

El experimento fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Parkinson para entender el impacto cerebral del ejercicio.

Además, los científicos descubrieron que los ratones activos liberaron un 50% más de dopamina que los sedentarios. Esta diferencia notable se concentró en el estriado, una región cerebral fundamental para la ejecución del movimiento y la motivación. Un detalle interesante fue que, aunque las hembras corrieron el doble de distancia que los machos, ambos grupos experimentaron beneficios similares en términos de dopamina y agilidad. Esto sugiere que, una vez alcanzada una «dosis» óptima de ejercicio, añadir más tiempo o intensidad no necesariamente genera beneficios adicionales.

El estudio confirmó que la cantidad de actividad física es el factor determinante para activar la dopamina y mejorar la movilidad, independientemente del sexo o la fuerza muscular. El experimento demostró de manera concluyente que, con el esfuerzo adecuado, el cerebro es capaz de experimentar cambios positivos y significativos.

Los científicos observaron mejoras en la movilidad y la motivación tras solo un mes de movimiento voluntario en los animales estudiados.

Otro hallazgo clave fue la rapidez con la que se observaron estos efectos: tan solo un mes de movimiento voluntario fue suficiente para evidenciar impactos directos en el cerebro y en la forma de caminar y moverse de los animales. La investigación, que se basó en metodologías rigurosas y comparativas, contó con el importante financiamiento de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Fundación Parkinson. El objetivo principal era determinar si el mecanismo descubierto en ratones sería replicable en humanos.

La doctora Rice enfatizó la relevancia de estos hallazgos: «Estos resultados aportan evidencia neuroquímica de por qué el ejercicio mejora desde la memoria hasta el movimiento y el estado de ánimo, dimensiones que se ven particularmente afectadas en personas con la enfermedad de Parkinson».

Los expertos recomiendan la actividad física regular para conservar la agilidad y prevenir enfermedades como el Parkinson en la mediana edad.

Los científicos ahora aconsejan encarecidamente la práctica regular de ejercicio para mantener la agilidad y la facilidad de movimiento una vez superados los 40 años. Si bien el experimento se realizó en ratones, se están llevando a cabo estudios para confirmar si estos efectos sobre la dopamina cerebral se manifiestan de manera similar en los seres humanos. El principal desafío actual radica en la extrapolación de estos resultados de roedores a personas.

El ejercicio aeróbico, como caminar, nadar o andar en bicicleta, se recomienda para mejorar la movilidad y la salud cerebral.

Los próximos pasos de esta investigación incluirán la realización de pruebas en modelos animales con enfermedad de Parkinson antes de intentar trasladar estos valiosos hallazgos a la práctica clínica en humanos. El mensaje es inequívoco, sin importar la edad: moverse es fundamental para mantener nuestra química cerebral en óptimas condiciones y podría ser una herramienta clave en la prevención y el manejo de enfermedades como el Parkinson. Los expertos albergan la esperanza de que futuras investigaciones confirmen estos hallazgos y abran nuevas vías para mejorar significativamente la calidad de vida durante el proceso de envejecimiento.

Fuente: Infobae

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