Santuarios Japoneses: ¡Un Festival Tradicional Ahora es para Mascotas!

En el corazón de un santuario sintoísta sagrado, un murmullo expectante llenó el aire. Vestidos con elaborados kimonos y cinturones a la medida, los devotos ocuparon sus lugares. Uno a uno, recibieron las bendiciones de un sacerdote y escucharon atentamente cánticos ancestrales. Luego, en lugar de las voces humanas, un coro de alegres ladridos resonó.

Así fue la mañana de un viernes en el santuario Ichigaya Kamegaoka de Tokio, donde desfiles de poodles, pomeranias, chihuahuas y bichones frisés, con nombres tan dulces como Latte, Chip y Potapotayaki, celebraron junto a sus humanos un festival infantil conocido como Shichi-Go-San, o «7-5-3».

«Sean felices con sus dueños, todos los días y durante mucho tiempo», impartió el sacerdote principal del santuario, Kenji Kaji, durante la conmovedora ceremonia.

Una Tradición que Abraza a los Peludos Compañeros

Durante siglos, el Shichi-Go-San, celebrado en otoño, ha marcado hitos importantes en la vida de los niños japoneses que alcanzan las edades de 7, 5 y 3 años. Ahora, este rito de paso está experimentando una notable renovación al incluir a las mascotas. Decenas de santuarios por todo Japón ofrecen bendiciones especiales para los compañeros de cuatro patas, mientras sus dueños invierten en pelucas, amuletos y chaquetas personalizadas.

La creciente popularidad de esta celebración para mascotas es un reflejo directo del auge de la industria de animales en Japón. El mercado de productos para mascotas ha experimentado un crecimiento de aproximadamente una quinta parte desde 2019, alcanzando los 12.000 millones de dólares según algunas estimaciones. Esta tendencia también subraya la rápida evolución demográfica del país, que enfrenta una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo y un mínimo histórico en el número de niños.

Miki Toguchi, de 51 años, quien visitó recientemente el santuario con su schnauzer miniatura de 5 años, Kotora, compartió: «La gente ha pasado de tener hijos a tener mascotas. Yo no tengo hijos, pero tengo un perro». Esta declaración captura la esencia del cambio social que se observa en el país.

El santuario Ichigaya Kamegaoka acoge ahora a más de 350 mascotas para el Shichi-Go-San cada otoño, superando en número a los niños que participan en la ceremonia. El sintoísmo, una fe que venera los espíritus presentes en todas las cosas, vivas o inertes, encuentra así una nueva forma de conexión con sus fieles.

Kumiko Kasai, una profesional de Tokio de 43 años, acompañó a su perra Liz, una mezcla de pomerania y poodle que cumplió 3 años. Kasai y su esposo, quienes decidieron no tener hijos, invirtieron varios meses en la planificación de la ceremonia, gastando alrededor de 200 dólares en un kimono con una faja obi dorada para Liz. «Tenía grandes recuerdos del 7-5-3 y quería hacer lo mismo por mi perra», confesó Kasai. «La vida de los perros no es larga, y ella es parte de nuestra familia».

Un Legado Histórico Adaptado a los Nuevos Tiempos

El festival tiene sus raíces en el periodo Heian (794-1185) de la historia japonesa, cuando las familias nobles celebraban los nacimientos de sus hijos en una época de alta mortalidad infantil. La festividad sigue siendo un momento importante para los padres japoneses, quienes acuden a los santuarios para agradecer la protección divina de sus hijos y rezar por su bienestar y longevidad.

Los rituales varían según la edad. A los tres años, se celebra el primer crecimiento del cabello (anteriormente, las cabezas se afeitaban hasta esta edad). A los cinco años, se honra a los niños al vestirles con una chaqueta haori y pantalones tradicionales hakama, reminiscentes de los samuráis. A las niñas de siete años se les celebra por lucir una faja obi sobre su kimono. Además, los niños disfrutan del chitose ame, un dulce largo, rosa y blanco que simboliza la longevidad.

La disminución de la participación infantil ha representado un desafío para muchos santuarios sintoístas en todo Japón. La inclusión de mascotas se presenta como una fuente de ingresos alternativa y una manera de mantener la relevancia de estos espacios para las nuevas generaciones.

Los servicios de Shichi-Go-San orientados a mascotas han ganado popularidad, con santuarios que prometen proteger a los animales contra accidentes y enfermedades. Un folleto anunciaba un servicio de un día en la prefectura de Fukuoka: «¡Reza por tu mascota! ¡Reza por su crecimiento!»

En el santuario Ichigaya Kamegaoka, el sacerdote Kaji cobra 5000 yenes (aproximadamente 32 dólares) por la ceremonia para mascotas, la misma tarifa que para los niños. El ritual incluye una purificación donde el sacerdote agita una varita de madera y rocía trozos de papel blanco a modo de bendición. Posteriormente, los dueños escriben sus oraciones en amuletos de madera que se cuelgan cerca de la entrada. Es común ver a las mascotas transportadas en carriolas.

Maki Narita escribió una bendición para Salt, su pomerania de 5 años, ataviada con peluca y kimono: «Que tenga una vida de perro sana, pacífica y feliz». Tras la ceremonia, Narita y sus amigos se unieron a una sesión de fotos con sus mascotas sobre una alfombra roja.

«Es muy importante celebrarlo, del mismo modo que lo es para un niño humano», afirmó Narita. «Me gustaría hacerle lo mismo que le hice a mi hija. Es mi hijo». El sacerdote Kaji ha adaptado las oraciones para mascotas, pidiendo protección contra atropellos de vehículos y advirtiendo sobre los fuertes sonidos del tambor tradicional japonés (taiko). A pesar de recibir ocasionalmente mordiscos, considera que vale la pena.

«Lo mejor es que tanto los dueños como las mascotas vivan felices», concluyó el sacerdote Kaji. «Lo peor sería que tanto el sintoísmo, como los santuarios, pasaran de moda». Su dedicación asegura que una tradición milenaria siga resonando en el corazón de Japón, ahora con el alegre ladrido de sus más queridos compañeros.


























Fuente: Infobae

COMPARTIR ESTA NOTICIA

Facebook
Twitter

FACEBOOK

TWITTER