La conexión entre humanos y perros va mucho más allá de la simple compañía. Ahora, un estudio científico revela cómo la presencia de estos leales amigos puede estar transformando positivamente nuestra salud mental y fortaleciendo nuestros lazos sociales.
Investigadores de la Universidad de Azabu en Japón, liderados por Takefumi Kikusui, han descubierto que la convivencia con perros puede inducir cambios significativos en la comunidad de microbios que habitan en nuestro cuerpo, promoviendo un comportamiento más prosocial. Este fascinante hallazgo, publicado en la prestigiosa revista iScience, profundiza en los beneficios que ya se intuían de tener un compañero canino.
Estudios previos ya habían sugerido que los jóvenes que crecen con perros muestran mejores indicadores de apoyo social. Incluso, se había observado una mayor diversidad microbiana en el intestino de los dueños de perros. Ahora, el equipo de Kikusui se propuso desentrañar si estos cambios en el microbioma están directamente ligados a las mejoras en la salud mental. «La microbiota intestinal influye en el comportamiento a través del eje intestino-cerebro», explicó Kikusui, subrayando la importancia de esta conexión.
Un Microbioma y Comportamiento Transformados
Los resultados son contundentes: tener un perro en la adolescencia se asocia con una notable reducción de problemas sociales. Al analizar las muestras de microbioma bucal, los científicos notaron que, aunque la diversidad general era similar, la composición específica de bacterias difería entre quienes convivían con perros y quienes no. Esto sugiere que la interacción diaria con nuestros amigos peludos modifica activamente nuestra flora bacteriana bucal, y podría ser la clave de un mejor estado psicológico.
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Para validar esta hipótesis, los investigadores realizaron un experimento con ratones de laboratorio. Aquellos tratados con microbiota proveniente de adolescentes que conviven con perros mostraron un comportamiento social significativamente más activo y prosocial. Pasaron más tiempo interactuando con sus compañeros de jaula, lo que demuestra una predisposición mayor a la sociabilidad.
«El hallazgo más interesante es la identificación de bacterias que promueven la sociabilidad o la empatía. Esto implica que tener un perro proporciona una sensación de seguridad a través de la interacción», afirmó Kikusui.
Si bien se necesita más investigación, los resultados sugieren que la presencia de un perro en el hogar no solo enriquece nuestro microbioma de formas beneficiosas para la salud mental y la empatía, sino que también refuerza comportamientos prosociales. Los científicos postulan que estos profundos beneficios son el resultado de miles de años de coexistencia y adaptación mutua entre humanos y perros, una relación que sigue evolucionando y enriqueciendo nuestras vidas.
Fuente: Infobae