¿Alguna vez te has preguntado por qué ciertos momentos se graban en tu mente con una nitidez asombrosa, mientras que la rutina diaria se desvanece? Una cena fuera de lo común, un aroma inesperado, una caída sorpresiva… La ciencia revela que nuestro cerebro, lejos de ser una grabadora pasiva, actúa como un selectivo guardián de la memoria, priorizando aquello que realmente destaca.
La Memoria: Un Proceso de Reconstrucción Activa
Expertos de la prestigiosa Universidad de Harvard nos invitan a comprender que la memoria humana no es una simple reproducción de la realidad. Tal como explican en el podcast Harvard Thinking, recordar es, en esencia, un acto de reconstrucción. Este proceso dinámico, aunque susceptible a imprecisiones, es la clave de por qué algunos recuerdos perduran y otros se pierden en el olvido.
“El proceso de memoria no se parece a una grabadora o una fotografía, sino que es constructivo”.
Dan Schacter, psicólogo y autor.
El psicólogo Dan Schacter, autor de Los siete pecados de la memoria, enfatiza que cada vez que evocamos un recuerdo, nuestro cerebro entrelaza información de experiencias pasadas y conocimientos generales. Esta integración, aunque a menudo resulta precisa, es también la fuente de posibles errores.

Por su parte, el neurocientífico Venki Murthy, director del Centro de Ciencias del Cerebro, nos lleva a la base biológica: los recuerdos se activan mediante patrones neuronales específicos. Aunque estos patrones intentan replicar la experiencia original, nunca son idénticos, demostrando la naturaleza dinámica de la memoria. Incluso en estudios con animales, se observa esta reactivación de patrones neuronales similares pero no iguales.
El Poder de lo Distintivo y la Influencia de los Sentidos
La doctora Margaret O’Connor, profesora asociada de neurología, señala cómo afecciones médicas que impactan los lóbulos frontales pueden alterar la memoria, llevando a fenómenos como la confabulación. Sin embargo, el factor clave para la perdurabilidad de un recuerdo reside en su distintividad y la participación de nuestros sentidos.
Aunque popularmente se cree que los olores tienen un poder casi mágico para evocar recuerdos, Murthy aclara que su función principal es actuar como señales que facilitan el almacenamiento de episodios completos, no del olor en sí. La Dra. O’Connor resume esta idea con la frase “lo extraño es mejor”: aquello que es único y resalta de nuestro entorno o experiencia tiende a ser recordado de manera más vívida y profunda. Esta singularidad fomenta la reflexión, lo que a su vez fortalece y estabiliza la memoria a largo plazo.

Vulnerabilidades de la Memoria: Errores, Sesgos y Sugestión
Es crucial ser conscientes de que la memoria no es infalible. Schacter advierte sobre la flexibilidad del proceso de memoria, que puede mezclar fragmentos de diferentes eventos, llevando a errores significativos como la falsa atribución de fuentes. Un ejemplo alarmante es que, según estudios de ADN, aproximadamente el 70% de las condenas erróneas se deben a identificaciones equivocadas por parte de testigos.
La Dra. O’Connor destaca el impacto del sesgo, donde nuestro estado de ánimo, como la depresión, puede influir en cómo percibimos y recordamos la información. Schacter añade la sugestionabilidad como otro “pecado” de la memoria, donde las sugerencias externas pueden alterar recuerdos originales, aumentar la confianza en información errónea y, lamentablemente, contribuir a sentencias injustas.

Venki Murthy complementa, señalando que la confianza en un recuerdo no siempre se alinea con su precisión, un fenómeno observable tanto en humanos como en animales.
Infancia, Adolescencia y la Persistencia de lo Inusual
La “amnesia infantil”, esa aparente falta de recuerdos autobiográficos de los primeros años de vida, está influenciada por la interacción familiar y la forma en que los padres comparten experiencias pasadas. Según O’Connor, esta interacción es fundamental para el desarrollo de la memoria autobiográfica.
Schacter resalta el fenómeno del “bache de la reminiscencia”, que describe cómo las personas tienden a recordar con mayor claridad eventos ocurridos entre los 15 y los 25 años. Aún se investigan las razones exactas de este período de vívida rememoración.

Investigaciones en Suecia sugieren que los recuerdos evocados por olores suelen provenir de la infancia temprana, mientras que los recuerdos verbales y visuales predominan en la adolescencia y juventud, respaldando la idea de que los recuerdos más distintivos, especialmente los de la niñez, tienen una mayor probabilidad de perdurar.
Estrategias para Potenciar Nuestra Memoria
Para fortalecer nuestra capacidad de recordar, la Dra. O’Connor enfatiza la importancia de la codificación, donde la memoria visual juega un papel crucial al integrar y organizar información. La repetición espaciada, que implica exponerse a la información en intervalos y a través de diversas fuentes, es una técnica eficaz para reforzar la representación mental y mantener la distintividad de cada exposición.

El uso de herramientas tecnológicas, como el teléfono móvil, para registrar eventos, también puede ser de gran ayuda para la recuperación de recuerdos. A pesar de sus imperfecciones y vulnerabilidades, la memoria humana demuestra una sorprendente resiliencia ante la complejidad y el flujo constante de información, consolidándose como una de las mayores fortalezas de nuestro cerebro.
Fuente: Infobae