Las fiestas de fin de año, un tiempo que evoca alegría y unión familiar, pueden desatar emociones complejas para muchos ecuatorianos. Mientras algunos celebran la llegada de la Navidad y el Año Nuevo, otros se enfrentan a la melancolía y al vacío que dejan los seres queridos ausentes.
El Dr. Alfredo Saavedra Castillo, director del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi”, señala que estas fechas pueden intensificar duelos no resueltos y el impacto del síndrome del “nido vacío”. Aunque el ambiente festivo predomina, es crucial reconocer que un sector de la población experimenta diciembre como un período difícil, donde la nostalgia se hace presente.
Duelos y nido vacío: El trasfondo emocional de las fiestas
Las celebraciones decembrinas activan rituales familiares arraigados: cenas, fotografías, reuniones y el intercambio de regalos. La ausencia de un miembro de la familia en estos momentos puede convertirse en un poderoso recordatorio, generando tristeza persistente y episodios de llanto. Si bien estas expresiones son parte natural del proceso de duelo, cuando el malestar interfiere con las actividades diarias, puede indicar un duelo complicado.
La pandemia dejó cicatrices emocionales profundas, con pérdidas abruptas que a menudo impidieron rituales de despedida. La falta de estos cierres emocionales puede influir significativamente en el estado de ánimo durante diciembre. El Dr. Saavedra enfatiza la importancia de reconocer y expresar las emociones, en lugar de reprimirlas. Negar la tristeza o buscar distracciones constantes tiende a prolongar el malestar, mientras que hablar y realizar actos simbólicos facilitan el proceso.
Otro factor que agrava el impacto emocional es el fenómeno del “nido vacío”. Para muchos padres, ver a sus hijos independizarse marca el cierre de una etapa significativa. Las dinámicas familiares cambian, los hijos forjan sus propias tradiciones, y esto puede desencadenar sentimientos de soledad y desorientación, especialmente en personas mayores cuya red de apoyo emocional se centra en sus descendientes.
Señales de alerta y grupos de atención prioritaria
Los especialistas advierten sobre señales de alerta que no deben ser ignoradas, como cambios drásticos en los patrones de sueño, pérdida de apetito, dificultad para concentrarse o pensamientos relacionados con la muerte. Estos pueden ser indicadores de depresión, requiriendo atención médica inmediata para evitar complicaciones. Asimismo, se aconseja no acumular objetos de personas fallecidas si esto impide la aceptación de la pérdida.
Los adultos mayores constituyen un grupo de especial vulnerabilidad durante las fiestas. Aquellos con enfermedades crónicas, como diabetes o hipertensión, pueden ver su estado de ánimo afectado negativamente por la falta de mejoría en sus tratamientos. En casos de parkinson o alzheimer, se estima una prevalencia de hasta el 30% de síntomas depresivos, subrayando la importancia del acompañamiento emocional.
En cuanto a los adolescentes, es fundamental observar cambios bruscos de humor, irritabilidad o aislamiento repentino. Existe un riesgo latente de consumo de sustancias, que puede exacerbar estados de ansiedad o tristeza. La impulsividad, las emociones intensas y las referencias a la muerte deben ser tomadas como advertencias para buscar orientación profesional.
El Dr. Saavedra recuerda la presión social de “estar feliz” en Navidad, que puede dificultar la expresión de sentimientos reales. En lugar de minimizar estas emociones, propone generar espacios de diálogo abierto en el hogar, compartiendo las experiencias individuales de cada miembro de la familia y evitando frases que invaliden el malestar ajeno.
Finalmente, se recalca la importancia de fortalecer los vínculos familiares. Reducir el uso de dispositivos electrónicos como celulares y tablets durante las reuniones permite enfocar la atención en los seres queridos, especialmente en aquellos que no manifiestan abiertamente sus emociones. Un gesto tan simple como escuchar sin interrupciones puede tener un impacto significativo en la salud emocional de quienes viven diciembre con mayor vulnerabilidad.
Fuente: Infobae