Aislamiento, ansiedad y depresión, secuelas emocionales que pueden quedar tras atentados terroristas en Guayaquil

El estallido de un coche bomba en la av. Joaquín Orrantia, en Guayaquil, generó una gran nube en forma de hongo. Eran las 18:37 del martes 14 cuando cimbró el suelo, temblaron los edificios más cercanos y el estruendo se escuchó a kilómetros de distancia.

La escena dejó una estela de incertidumbre, dolor y conmoción. El saldo: un fallecido, una veintena de heridos y seis infraestructuras con daños sobre todo en ventanas.

Hubo momentos de pánico y tensión entre ciudadanos, mientras, guardias privados pidieron que se evacuaran zonas porque los policías debían revisar otras posibles alertas, y se encontró otro carro que contenía una carga explosiva sofisticada que no detonó.

En el colectivo ciudadano quedó una huella emocional por el escenario nunca antes visto en una zona comercial y turística del norte de la urbe.

Angélica Galarza, psicóloga y directora de Bienestar Universitario del Tecnológico Argos, detalló que esta clase de eventos, además de la escalada de violencia que se arrastra desde la pandemia, golpean en el plano psicológico, emocional y social en los ciudadanos.

Con el atentado reciente, Galarza apuntó que eso genera una percepción en las personas de que ya “no se sienten a salvo en ningún lugar”. En la práctica, la violencia y delincuencia ha ido propiciando que los ciudadanos vayan adoptando cambios de comportamiento, como no querer salir, además están más pendientes de movimientos al salir o regresar a casa.

También se crean situaciones de angustia y miedo en el plano emocional. Eso va en escalada, ya no solo afecta la parte individual sino también la parte colectiva, como sociedad, expuso.

Robert Párraga, docente universitario y sociólogo, explicó además que en este contexto actual de violencia decae la idea de lo comunitario para privilegiar la actuación individual para subsistir, y con ello también afecta al tejido social.

“La comunidad deja de ser ese espacio de apoyo para ser un entorno de riesgo, imagínese tantos atentados que hemos tenido en eventos comunitarios, en discotecas, restaurantes, canchas… hace que se pierda sentido de la vida comunitaria”, dijo.

En lo institucional, consideró que se ve afectada la credibilidad de los organismos en dar seguridad y justicia; a nivel cultural se transforman valores e incluso hay un escenario de “normalizar” la violencia.

“Ecuador está sufriendo cambios sociales y el miedo y la incertidumbre se están convirtiendo en elementos estructurales de nuestra cotidianidad, es lamentable que normalicemos estas situaciones”, expuso.

Galarza consideró que esta situación reciente puede generar que las personas se aíslen más, prefieran quedarse en casa, disminuyan su exposición, saliendo de la casa al trabajo.

“Es una situación muy alarmante que lamentablemente ha impactado”, detalló.

Ahora se percibe un aumento de la desconfianza social en las actividades, hay un sobrepensamiento en situaciones que podrían ocurrir y se relegan de compartir en espacios sociales e ir a espacios públicos, explicó la psicóloga.

No puedo ir a un concierto porque no sé qué pueda pasar, no puedo ir a un parque porque no sé qué pueda pasar, ese impacto lo tenemos la mayoría de las personas”, explicó ella.

El problema de ansiedad y depresión golpea también el estado de ánimo de las personas y genera problemas en las habilidades sociales, añadió Liga Villa, psicóloga clínica.

Por ejemplo, Villa citó que se puede reflejar en adultos mayores con la falta de interacción con personas por la poca confianza, el estado de alarma y la incertidumbre, mientras que en niños y jóvenes se les frenan las rutinas establecidas, la interacción con el medio y les da ansiedad por separación.

“Más que todo hay casos de ansiedad social, el tema de que no quieren salir a ningún lado, en niños el tema de sobreprotección y jóvenes que comienzan su parte universitaria que desconocen ciertos lineamientos incluso sobre cómo tomar un taxi por el tema de la delincuencia”, detalló.

Sugerencias de expertos ante inseguridad

Como prácticas, Galarza dijo que se podría evitar dar mal información a los niños en desarrollo y hablar desde la prevención para determinar qué hacer en caso de presentar una situación, sin ahondar en detalles de escenarios para cuidar su salud mental.

Para los adultos y adolescentes, Galarza dijo que es necesario comunicar sobre lo que acontece y las maneras de sobrellevar estas situaciones.

Para ello, habló de integrarse en una red de apoyo de confianza, con el fin de mantener constante comunicación con allegados sobre sus actividades diarias, rutas y lugares seguros donde se pueda acudir y horarios laborales.

Villa también apuntó como relevante mantener la calma, conversar y llegar a un mutuo acuerdo dentro del núcleo familiar como técnicas de autocuidado e inclusive medidas en el uso de las redes sociales.

Repercusiones emocionales en testigos

Con las personas que han sido testigos presenciales de escenarios de violencia, Galarza dijo que el impacto es mayor y también la percepción se puede distorsionar un poco sobre estar en un sitio seguro. Esta situación puede ser temporal o volverse algo crónico.

Hoy si hablamos desde el enfoque psicológico por más que se quiera trabajar desde un enfoque positivo lamentablemente la realidad no nos ayuda mucho”, expuso ella.

En estas personas que han presenciado escenarios de violencia, dijo, suelen presentarse efectos postraumáticos que se evidencian en su comportamiento. Hay cuadros de ansiedad, estrés, angustia, insomnio, irritabilidad y hasta desesperación.

En muchos casos, anotó, se suele presentar un mal procesamiento de estas situaciones, en ocasiones se suele decir “ya pasó el evento” o “no volverá ocurrir” para no prestar mayor atención y continuar la vida como si no pasó nada.

Sin embargo, dijo, no todos tienen la capacidad de equilibrar las emociones para que esto no repercute a futuro en sus actividades.

Cuando esto pasa, explicó Galarza, es bueno reconocer los límites y si la situación los sobrepasa ya es necesario que se busque ayuda psicológica con un experto.

“Superar los traumas es querer afrontar esa situación y muchas veces no se lo puede conseguir solo, se requiere de una terapia para poder superarlo”, expuso la psicóloga Galarza.

Ante la falta de un escenario que vislumbra una mejor percepción de seguridad, dijo que ahora en entidades, como las de educación, se insiste más en prevención y también en empresas hay cambios de modo de trabajo a la modalidad de teletrabajo, mientras tanto conviven con afectaciones económicas por robos y secuestros.

Tenemos que estar en esa lucha de cuidar nuestra salud mental, no podemos vivir con constante miedo y que nuestras emociones nuestras vayan a sobrepasar ese límite, sino que reconozcamos que estamos en situación de riesgo y que hay que hablar desde la prevención, empatía, comunicación, etc.”, citó Galarza. 

Fuente: El Universo

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