‘Roy’ aprieta las manos y las mueve constantemente a medida que recuerda cómo terminó durmiendo en la calle a inicios de 2021.
Mientras relata sus momentos más difíciles del episodio de su vida en el que no tuvo un hogar, se mira los dedos, las uñas y luego se pasa las manos sobre la cabeza, como para hacer memoria de lo complejo que vivió.
En el año más crítico de la pandemia perdió su empleo. Los primeros meses del 2020, si bien le había sido difícil económicamente mantenerse, podía costear su alimentación y el departamento en el que vivía en el centro de Guayaquil.
Roy fue despedido en medio de la cuarentena porque la empresa para la que trabajaba quebró. Los primeros meses después de la desvinculación pudo costear gastos con ahorros, luego empezó a vender sus electrodomésticos para tener cierta liquidez hasta que finalmente, sin nada más, tuvo que salir del departamento a inicios de 2021 con un bolso y dos cambios de ropa.
La primera noche en la calle la pasó al pie de la iglesia San Francisco. De allí sus ‘cuartos’, por los siguientes cuatro años, fueron las calles 10 de Agosto, Chile y la zona cercana a Correos, en el centro.
Hasta hace poco más de dos meses dormía sobre cartones y subsistía vendiendo agua embotellada. A diario generaba $ 5, que le alcanzaba para costear un plato de comida y reinvertir en mercadería. En días que podía duplicar ese valor pagaba un hotel para poder bañarse y dormir en una cama.
Para Roy, los cuatro años en la calle fueron duros ya que revivió episodios como la muerte de su madre a los 10 años, luego la de su abuela y la de su hijo, en 2016, durante un ataque armado.
“Todo siempre fue difícil, pero no por eso caí en algún vicio en la calle”, contó.
Ingresó a varios trabajos, a pesar de su condición, pero era despedido cuando detectaban que no tenía un hogar. “Veían la funda o el bolso y a los dos o tres días ya no me querían allí porque pensaban que podía robar o algo, porque ese es el pensamiento que tiene la gente sobre las personas que no tienen casa”, relató el guayaquileño de 42 años de edad.
“La gente piensa que todos somos viciosos o que todos somos ladrones y por eso estamos en la calle, pero son muchas historias diferentes de cada persona y por qué se termina viviendo allí. Cuando uno está en una situación difícil, todas las personas se alejan, todos los amigos se van”, contó.
Tras cuatro años, su situación está a un paso de mejorar, pues será insertado en el mercado formal.
“Cuando uno está en una situación difícil, todas las personas se alejan, todos los amigos se van”.
Roy, guayaquileño de 42 años.
Roy fue abordado por personal técnico de la Empresa Pública de Acción Social y Educación (DASE) cuando pernoctaba en la calle 10 de Agosto, en el centro. Por su voluntad decidió ingresar al albergue, en donde lleva dos meses.
En ese sitio aprendió labores de gasfitería, entre otras destrezas, para volver al mercado laboral. De hecho, en el mismo sitio que ahora vive se desempeñará como ayudante de limpieza.
“Tener un techo, tener cómo bañarse es algo que para la gente suena a cualquier cosa, para uno es un regalo”, mencionó.
Guayaquil tiene más sitios con personas en situación de calle
Los técnicos de DASE realizan recorridos en puntos considerados críticos en la ciudad, por la presencia de personas en situación de calle. Este procedimiento depende del flujo de entrada y salida de ciudadanos al albergue.
El albergue municipal tiene capacidad para 40 personas y, actualmente, tienen estables a 23. El tiempo de estadía dentro del sitio es de dos meses hasta su reinserción.
Los lugares a los que acuden para el abordaje son las cercanías a la terminal terrestre de Guayaquil, en el norte de la urbe y el casco central. Estas, de hecho, son las zonas en las que se observan, de forma recurrente, durante las noches incluso pequeñas covachas que se arman por parte de familias o grupos de personas que pernoctan en la calle.
Sin embargo, la problemática no se ha centrado solo en esas zonas, pues otras avenidas del norte y hacia el sur ya reflejan mendicidad. Estas son la Isidro Ayora, Antonio Parra Velasco, Francisco de Orellana hasta parques en ciudadelas como Vernaza Norte y Garzota.
En el sur se visualizan personas en situación de calle en las vías que dan hacia la ría.
Virgilio Pesantes, gerente de la DASE, citó que en cada una de estas zonas se realiza un abordaje amistoso y una vez que la persona acepta ingresar al albergue, se hace levantamiento de información, una intervención y la reinserción posterior.
Sobre los nuevos sitios en los que se observa a personas en situación de calle, el funcionario instó a que la ciudadanía reporte a la línea 181 para realizar un mapeo.
“En el momento en el que se vea que existe algún espacio que está poco a poco llenándose de personas en esta situación de calle, los invitamos a que nos hablen a través del 181″, recalcó.
¿Cómo se realiza el abordaje en las calles?
El abordaje es nocturno. Los técnicos tienen una ficha que es llenada con los datos que otorguen las personas en calle. En ese proceso se consulta con la persona si, voluntariamente, desea ingresar al albergue.
“Muchas personas no están preparadas para recibir la ayuda en ese momento porque tienen miedo o porque se sienten que no son merecedoras, se sienten que no son importantes”, señaló Pesantes.
Una vez levantada la data se detecta si presenta algún cuadro médico crónico o requiere una atención especializada de otra área. Todas las direcciones municipales actúan en este proceso ya que existen diferentes problemáticas.
Por ejemplo, si hay casos de violencia se trabaja con la Dirección de la Mujer o si una persona no está cedulada, se acude al Registro Civil.
Pesantes también hace un llamado a las carteras de Inclusión Económica y Social y Salud para trabajar en conjunto, especialmente, en aquellos casos complejos que requieren una atención integral. (I)
Fuente: El Universo