Estiaje en Ecuador: llega septiembre y por ahora no se avizora una sequía severa como la del 2024

Las lluvias en la zona de Mazar, en Azuay, alcanzaron este 2025 el pico más alto de los últimos 30 años, contrario a lo que ocurrió el año pasado, en que el estiaje, según el Gobierno, fue el más fuerte en los últimos 61 años y desencadenó en racionamientos de energía de hasta 14 horas.

Según el Operador Nacional de Electricidad (Cenace), el estiaje de este año está previsto que vaya a partir de este mes hasta marzo del 2026.

El 2024 el estiaje se adelantó y empezó en agosto, para el 15 de agosto, citando un reporte de Cenace, el Gobierno indicaba que en julio se había registrado un “decremento significativo de los aportes en todas las cuencas hidrográficas”.

Expertos en materia energética y desde el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) hacen un análisis de lo que se viene para Ecuador en los próximos meses, tanto en la situación energética como climática.

Las autoridades del Gobierno aseguran reiteradamente que el suministro de energía está garantizado y se descartan los apagones, aunque ya entremos al estiaje.

Independientemente de las obras hechas o en proceso para aumentar los megavatios disponibles para enfrentar esta época, las condiciones hidrológicas son mejores a diferencia del 2024.

Así lo analizan el experto energético Fernando Salinas y el docente e investigador de la Facultad de Ingeniería en Electricidad y Computación (FIEC) de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) Iván Endara. Y lo corrobora el director de pronósticos y alertas del Inamhi, Vladimir Arreaga.

El 2024 y el 2025 han sido años extremos, indica Salinas. “El 2024 muy seco y el 2025 hasta el momento con una alta hidrología. Por ejemplo, en Quito seguimos con lluvias en agosto, quien sabe y se atrasa el estiaje y se traslade a octubre, noviembre, diciembre y dura hasta marzo y dura más”.

Endara comenta que desde el 2023 hubo una reducción significativa en las lluvias de toda la región, que para septiembre y hasta noviembre del 2024 llegó a su punto más álgido y desencadenó una carencia de energía eléctrica como resultado de la dependencia del país de fuentes hidrológicas. Ahora, a la fecha se ha visto el desarrollo de condiciones ambientales mejores, en términos de lluvias, que las del año pasado.

Mientras que Arreaga dice que el 2024 —para esta época— gran parte de la región de Sudamérica enfrentó una de las sequías más severas de toda la historia, debido a la limitada cantidad de lluvias por periodos prolongados.

Explica que uno de los principales factores que influyeron para que se registrara la limitada cantidad de lluvias fue la presencia activa de un evento cálido de El Niño, sobre todo durante los primeros meses y esto originó que las condiciones atmosféricas sean bastante secas en la cuenca y región amazónica.

Para este 2025 se tienen condiciones neutras, es decir, la temperatura de la superficie del mar se encuentra en condiciones normales y esto ha originado que no se tenga una sequía pronunciada en el país y sobre todo en la región.

Cuenta que los últimos análisis que realizaron y que fueron expuestos a las diferentes autoridades, sobre todo al Ministerio del Ambiente y Energía, muestran que por ahora y hasta los próximos meses, septiembre y octubre, no se evidencian condiciones de una sequía severa como la del 2024.

Ya han emitido tres informes mensuales a las diferentes instituciones y en esos reportes remarcan cuáles son las condiciones que esperan y se mantienen.

Reducción de lluvias y situación de Mazar

Establecer una fecha estimada de la reducción de las lluvias en septiembre, según Arreaga, no se puede prever porque depende de cómo los sistemas que causen lluvias tengan una influencia hacia esta zona del país en específico.

Y en este punto lo importante es cómo se gestionen los embalses acumulados en cada hidroeléctrica. Como ejemplo, indica que en la zona de Mazar, uno de los principales embalses a nivel nacional, está en su nivel máximo permitido.

En enero la cota promedio del embalse Mazar, parte del Complejo Hidroeléctrico Paute Integral, estuvo por los 2.126,22 metros sobre el nivel del mar (msnm) y en febrero ya llegó a su nivel máximo de 2.153 msnm, manteniéndose en los meses posteriores, incluso sobrepasándolos, por ejemplo en mayo llegó a 2.155,56 metros y en julio a 2.155,33.

Arreaga comenta que en la zona de Mazar julio es uno de los meses considerados como muy secos, las precipitaciones deficitarias y los datos muestran que las condiciones fueron similares en años como 2024, 2016, 2009, 1998 y 1992.

Sin embargo, dice que el mismo gráfico ahora revela que durante este 2025 se alcanzó el pico más alto de lluvia de los últimos 30 años. “Esto quiere decir que atravesamos el mes de julio más lluvioso de los últimos 30 años, por lo menos en la zona de Mazar, de acuerdo con la estadística que nosotros manejamos tuvimos una producción bastante buena, casi 300 milímetros (mm), 296 mm de precipitación”, explica.

En promedio la cantidad de lluvia durante julio es de 131 mm y este año se tuvo el doble de lluvia durante julio. Mientras que en el 2024 no llegó ni a los 100 mm de precipitación.

En el 2009 los registros también muestran que fueron bajas las lluvias, apenas se llegó a los 90 mm durante todo julio, mientras que junio estuvo cerca del promedio normal, cerca a los 140 mm.

Diversificar matriz energética

Aunque el panorama se muestra alentador en cuanto a las lluvias, los expertos tienen sus reparos en cuanto a la situación de la matriz energética.

Salinas indica que el clima tiene un patrón diferente o incluso se puede decir que ya no tiene patrones porque está muy cambiante, no responde a los patrones tradicionales y por eso es necesario que se diversifique la matriz energética con otro tipo de fuentes como las renovables principalmente, solar y eólica, que pueden compensar la caída de la generación hidroeléctrica.

Y que esas medidas se deben complementar con otro tipo de elementos tecnológicos como los sistemas de almacenamiento de energía para los periodos en los cuales no haya lluvias: “baterías eléctricas, volantes de inercia, centrales de bombeo que tienen dos reservorios de agua y otros tipos de almacenamiento que pueden poner en práctica”.

Agrega que con los sistemas de almacenamiento el sistema gana mucho en flexibilidad, sobre todo en condiciones operativas, mayor respuesta a cambios de demanda, para los sistemas auxiliares en reserva para frecuencia primaria, secundaria y terciaria.

Desconexiones menores

Endara sostiene que mientras las condiciones ambientales se mantengan como las actuales es altamente posible que el sistema pueda soportar el periodo de estiaje con desconexiones mucho menores que las del 2024, posiblemente sectorizadas y con tiempos varias veces menores a los que sufrimos todos entre septiembre y noviembre pasados. Pero que esto no es un alivio real.

Si se sortea el 2025 de la mejor manera, esto no asegura el lograrlo para el 2026. “Nos hemos olvidado que las inversiones para puesta en marcha de generación mínimas que ha logrado el Estado no están cubriendo actualmente el incremento acelerado de la carga. Lo que en pocas palabras significa que la carga está aumentando anualmente a mayor ritmo que el incremento de generación, transmisión y distribución; lo que solo puede significar un eventual colapso del sistema en todos sus niveles”.

Recuerda que en el 2024 el impacto de la carencia de energía en el país fue tal que tanto las grandes industrias como los pequeños consumidores se vieron obligados a realizar inversiones que suponían un gasto que en situaciones normales resultaría innecesario e inadecuado, pero los generadores instalados resultaron durante dicho periodo de gran ayuda a los consumidores y al país, reduciendo la dependencia del agua.

Sin embargo, comenta que esto conllevó a observar un nuevo riesgo, la posible escasez de combustibles, como diésel; teniendo así para fines de noviembre una mayor dificultad en lograr adquirirlo, imposibilitando en varios casos el autoabastecimiento de energía. (I)

Fuente: El Universo

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