En una charla cargada de emoción y sentido de pertenencia, un referente de Independiente del Valle abrió su corazón para hablar sobre su vínculo con el club ecuatoriano, al que no duda en llamar “su casa”.
“Mi casa, no tiene otra palabra”, afirmó con convicción. “Fui como asistente, nos tocó ganar, fui como entrenador. Independiente del Valle es mi casa, la gente que está dentro del club, los directivos, el gerente, son mis amigos”.
Su historia en Ecuador está íntimamente ligada al crecimiento del fútbol formativo en el país. “Tres veces estuve en Ecuador: fui como entrenador de la Reserva de Católica, volví como asistente de Independiente del Valle y después como entrenador de Independiente del Valle”, repasó, destacando la evolución de su carrera en suelo ecuatoriano.
Al ser consultado sobre haber sucedido a Renato Paiva, quien más tarde dirigiría al Botafogo en el Mundial de Clubes y vencería al poderoso PSG, fue claro: “Sí, y todo lo que sucede ahí, estoy al tanto”.
Pero más allá de los logros deportivos, lo que más resalta es su admiración por el proyecto humano y educativo del club. “Independiente del Valle es especial. Entrás al predio y conviven 150 chicos: se desayunan, estudian, entrenan, vuelven a estudiar. Forman una comunidad, una familia, porque son chicos que vienen de muy lejos y no les queda otra que vivir ahí”, explicó.
La institución, que ha sido ejemplo de trabajo formativo en Sudamérica, brinda mucho más que oportunidades futbolísticas. “Independiente del Valle les da todo: una educación impresionante, la mejor del Ecuador. Tiene un colegio con una forma de enseñanza, una metodología increíble. Y no es casualidad todo lo que pasa ahí, que cada vez salgan más jugadores, mejor formados”.
Para cerrar, dejó en claro que su lazo con el club va más allá de un contrato. “Para mí es mi casa, porque me gusta estar todavía en contacto, y cuando algo no me gusta, digo: ‘tranquilos, vamos por acá’. Me gusta ser parte de Independiente del Valle y voy a ser parte toda mi vida”.